martes, 10 de abril de 2018

Supers VI


Diario de viaje: La historia de los Dioses


Hola queridos seguidores del blog, los poquitos que quedáis según el magnífico servicio de estadísticas de la plataforma. Han pasado algunos meses desde la última entrada. Hay buenos motivos para ello. Al final conseguí la entrevista con estrellita, y fue jugosa, muy jugosa, mucho más de lo que pudiera haber imaginado yo, o cualquiera. De hecho el motivo por el que he tardado tanto tiempo en volver a publicar ha sido porque necesitaba asimilar lo que me reveló. Y no sólo asimilarlo sino intentar contrastarlo en la medida de lo posible. Debo decir desde ya que no tengo una demostración completa de lo que afirma estrellita, y creo que pasará mucho tiempo hasta que se pueda tener alguna, si es que alguna vez se consigue tenerla.
Pero vale ya de tanto prolegómeno y de crear intriga. Veréis en la primera entrega me refería a la “guerra de los dioses”. Como todos sabéis es el nombre popular con el que se conoce a las luchas entre las diversas facciones de superhéroes y sus seguidores humanos. Es un nombre coloquial que, según he estado investigando, surgió por primera vez en un guionista de comics de la línea del universo Marvel “live here” que se creó para narrar las historias de los verdaderos superhéroes.
Una de las cosas que siempre llamó la atención a la gente es el parecido de los superseres que poco a poco fueron apareciendo en el planeta con los que antes habían poblado las viñetas de esos comics. Mucha gente había reparado en ello, pero, más o menos, todo el mundo había terminado por aceptar que los superseres inconscientemente aceptaron roles similares a aquellos que habían leído, o visto en el cine, a lo largo de sus vidas. Pero no, si debemos dar crédito a lo que nos ha contado lonely star, es algo más complejo que eso, y con unas ramificaciones asombrosas en toda la historia humana. Por supuesto todos sabemos que estrellita tiene una serie de virtudes, pero que entre ellas no está el tener una inteligencia privilegiada, así que el origen último de esas afirmaciones no proviene de él sino de el ganador de esa guerra, el muy poderoso “señor de la luna roja”, del cuál sabemos con certeza que, aparte de un enorme poder, tiene una inteligencia sobrehumana.
Vale, sí, aún no he revelado el gran enigma, pero el párrafo anterior era necesario para ir situando el escenario, ahora voy con ello. La clave del parecido de muchos de los superhéroes reales con los imaginarios es qué, en realidad, son, en cierto modo, los mismos. Imagino que ahora algún lector pensará que estoy escribiendo esta entrada bajo el efecto de la ingesta de algún tipo de sustancia psicotrópica obtenida de las numerosas plantas de ese tipo que existen en la selva amazónica.
Bien, voy a intentar convencer a esos lectores de que ese no es el caso (aunque vaya, hacéis bien en plantearos esa pregunta, ya veréis por qué). Pero antes de eso voy a dejar caer la otra ramificación de este asunto que ya mencioné. Resulta que el mecanismo que ha permitido la existencia de estos superhéroes no es algo de ahora sino que ha existido desde el principio de la especie humana. Claro, en épocas antiguas a estos superhéroes no se les llamaba así, se les llamaba dioses. Sí, tal como suena, los dioses eran reales, pero, lo aclaro ya mismo, no eran como los superhéroes actuales, en tiempos antiguos la cosa era más sutil.
No voy a dar ahora todas las explicaciones, estas las podréis consultar en su momento en un artículo técnico que dejaremos en el servidor de preprints del arxiv, ya sabéis el sitio web dónde muchos científicos dejan versiones preliminares de sus publicaciones antes de mandarlas a las revistas.
Aquí voy a intentar ser lo mas divulgativo posible. Como ya dije en su momento yo soy ecólogo, especializado en ecología matemática. Pero antes de especializarme estudié una licenciatura en biología. Aunque en la carrera es un tema que no se trata más que de pasada supongo que algunos habréis oído hablar de las teorías de Chaitin de la “evolución cuántica”. O, sinó, tal vez, habréis leído en algún sitio algo sobre la existencia de órganos animales cuyo funcionamiento se basa en el principio de superposición –o entrelazamiento- cuántico.
Si ponéis el término “biología cuántica” os aparecerán miles de resultados (y si lo ponéis en inglés muchos miles ya). Algunas de esas entradas hacen referencia a la idea del “cerebro cuántico”. Posiblemente muchas de ellas se refieran a las teorías del físico británico Roger Penrose que en la década de los 90 propuso la hipótesis de que el cerebro, en concreto la zona de los microtúbulos, actuaba como “observador cuántico”, colapsando la función de onda. No me voy a alargar explicando esa teoría porque cuando se la sometió a pruebas demostró ser falsa. Penrose intentó rehacerla y la elaboró más en otro libro “las sombras de la mente”.
Yo he leído el primero, “la nueva mente del emperador”, pero no el segundo. En todo caso, ya digo, da igual. Lo importante es que la idea de un cerebro en el que pudieran ser relevantes los procesos de entrelazamiento cuántico cuajó y se ha considerado desde varios puntos de vista distintos. Posiblemente ni siquiera fuese Penrose el primero en considerar la idea, pero sí el que más la popularizó. En todo caso mas adelante, como dije antes, se comprobó que hay fenómenos biológicos en que los aspectos cuánticos juegan un papel importante. Eso llevó a Chaitlin a sugerir que los animales que se pudieran aprovechar de procesos en los que el entrelazamiento cuántico jugara un papel podrían evolucionar mas deprisa que otros en algunas circunstancias y que, por tanto, existía una evolución cuántica. Debo decir que ese tipo de teorías aún no forman parte de la corriente principal de la biología, pero sí que hay quienes se dedican a ellas y tienen una cierta aceptación.
Vale, tengo mucha tendencia a enrollarme, lo sé. ¿Qué tiene que ver la evolución cuántica y el cerebro cuántico con los superhéroes y los dioses de la antigüedad?. Según estrellita, que, recordemos, es portavoz en esto de una criatura que se parece mucho más a un Dios que a un ser humano o a un superhéroe, mucho. La idea es simple. Por lo visto los homo sapiens desarrollaron una zona de su cerebro que podía entrar en entrelazamiento cuántico. Más aún, esa zona podía conectarse con las zonas análogas de otros homo sapiens. Esas zonas se iban coordinando poco a poco entre sí hasta crear estructuras cuánticas de superposición estables.
Para que esto pudiera ser así era necesario crear unas estructuras homogeneizadas en cada uno de los individuos. Al principio esas metaestructuras eran poco elaboradas, pero según las culturas de los humanos fueron haciéndose más complejas, y el número de humanos mayor, lo mismo sucedía con esas metaestructuras de entrelazamiento cuántico.
Llegó un momento en la historia de la humanidad en que había un número suficiente de individuos que compartían una cultura común que esas estructuras cuánticas difusas fueron lo bastante complejas y estables para tomar consciencia de si mismas. Estas estructuras heredaban los rasgos culturales del entorno en el cuál eran creadas, y siendo una mezcla de las características comunes de todos los individuos, esas criaturas extrañas, que sólo interaccionaban con el mundo material “clásico” a través de los humanos que los crearon, se identificaron así mismos con los dioses de esas culturas.
De hecho fue un fenómeno retroalimentado. Una vez se identificaron a si mismos como dioses empezaron a actuar sobre los individuos, influyendo sobre el área del cerebro en el que se originaba el entrelazamiento, y extendiéndolo poco a poco al resto del cerebro. De ese modo se hicieron mas fuertes. Cuanto mas fuertes eran más crecía su influencia. Sus manifestaciones eran principalmente imágenes y sonidos en las mentes de los individuos.
En ese sentido son muy difíciles de distinguir de las alucinaciones que, según investigaciones diversas, están asociadas a diferentes trastornos del cerebro. En cierto modo son el mismo mecanismo, con la diferencia de qué, en el caso de alucinaciones al azar, éstas están inducidas por plantas, lesiones o enfermedades. En el caso de los dioses eran ellos mismos los que, de algún modo, forzaban la actividad en esas áreas del cerebro.
Y, sí, por supuesto, si algún tipo de plantas facilita la creación de alucinaciones, éso, a su vez, facilita la labor de los dioses y, por tanto, habría una gran sinergia entre ambos. De hecho yo me pregunté si no podrían ser las plantas psicotrópicas las que posibilitaron la creación de esas zonas de interferencia cuántica. Le planteé la cuestión a estrellita, pero no me supo responder con certeza. Le pareció una idea razonable, pero, según lo que le habían contado a él, era posible que esas estructuras cerebrales no aparecieran de modo casual sino que fueran resultado de una intervención de una raza alienígena en el desarrollo de la especie humana.
Bueno, supongo que todo ésto os resultará asombroso. A mí, desde luego, me resultó increíble cuando lo escuché por primera vez. Desde entonces me he puesto en contacto con algunos colegas de diversas áreas, que están ahora fuera de la zona de exclusión, y éstos han hecho varios trabajos. Las pruebas son todavía, como dije antes, muy indirectas, pero, como dirían los gallegos de las meigas, “haberlas haylas”. Hum, vaya, ahora que lo escribo en este contexto creo que la frase toma otro significado un poco más tenebroso. Realmente si todo esto llega a demostrase a algún día creo que deberíamos replantearnos la visión de la historia humana ¿no creéis?.
Bien, ya voy a terminar esta entrada. Recordaréis que dije que los superhéroes no son exactamente igual que los antiguos dioses. Cómo ya he contado, estos dioses no eran mucho más que unas entidades etéreas ,con poco contacto e influencia con el mundo material “clásico”. Y qué la mayor parte de sus acciones se operaban a través de los conocimientos de los humanos, que eran su soporte.
Estos dioses, de hecho, nacían y morían con las civilizaciones que los adoraban, y no poseían mucho mas conocimiento del mundo físico que estas civilizaciones. Ahora bien, en estos momentos estamos en la era de la ciencia, y sabemos mucho más que nunca del mundo material. En la actualidad la mayoría de las religiones han evolucionado hacia dioses abstractos. Sí estos dioses abstractos están materializados en estructuras de entrelazamiento cuántico hasta dónde sabemos se mantienen al margen de los humanos.
Pero hay otros “dioses” del imaginario colectivo, los superhéroes. Estos son más concretos, más físicos. Cierto que nadie creía realmente en los superhéroes antes de que estos aparecieran, bueno, posiblemente. Pero si estaban de algún modo presentes en el imaginario colectivo, lo bastante como para materializarse en entidades cuánticas. El hecho diferencial, respecto a los antiguos dioses, es que estas entidades tienen acceso a la ciencia moderna. Aparentemente, de algún modo, han sabido usar esta ciencia, sospecho que mejorándola ya que disponían de más capacidad de proceso intelectual. Y, creo, de algún modo, debieron decidir corporeizarse.
Eso sí, está claro que, sí éste realmente es el modo en que han surgido los supers, está claro que sus avatares en el mundo físico no recuerdan gran cosa de esa ciencia que les permite plasmar los superpoderes y que los supers, intelectualmente, están hechos sobre la base de los humanos normales que eran los supers antes de adquirir los poderes.
Por otro lado es, en cierto modo, normal que así sea. Después de todo en el imaginario colectivo los superhéroes son, normalmente, humanos corrientes que adquieren superpoderes en un momento dado. Ahora ya no quedan apenas superhéroes, la mayoría perecieron en “la guerra de los dioses”. La pregunta que trivialmente surge es si, junto a los avatares, murieron sus orígenes cuánticos, o si estos están ahí, en su mundo etéreo, esperando a materializarse de nuevo. Y, por supuesto ¿Cómo es que el señor de la luna roja descubrió esto y el resto de supers no? ¿Y que relación hay entre los supers y lo que está pasando en las zonas de exclusión humana?




Supers V


Año 30 después de la era de la luna roja.
Diario de viaje, entrada I

Inicio este blog para narrar nuestra aventura en una de las zonas excluidas a los humanos, la amazonia.

Mi nombre es Roberto Arias, y soy biólogo, doctorado en la facultad complutense de Madrid con una tesis sobre ecología matemática. Estoy a cargo de una expedición financiada por el CSIC español. Nos ha costado lo que no está escrito conseguir uno de los poquísimos pases que “todos sabéis quien” concede a los científicos para que estudiemos la evolución de la naturaleza en las zonas vetadas.

Debo admitir que más que el currículo académico que hayamos podido aportar lo que nos ha permitido el acceso es contar para nuestra expedición con el apoyo de el antiguo superhéroe “estrella solitaria”, único superviviente del equipo de superseres conocido como “the confederates”. Como bien sabréis la mayoría tras el final del estado de Texas en un ataque nuclear y la casi destrucción de los estados unidos en la conocida como “guerra de los dioses” y sus consecuencias sísmicas (rotura de la falla de San Andrés y explosión, afortunadamente moderada, de la caldera de Yellowstone) Mr lonely Star fijó su residencia en España.

Ahí entabló amistad con uno de los miembros de nuestra expedición. Y fue gracias a su mediación, interpelando al dios espacial ganador de dicha guerra que conseguimos el pase a la zona que ha creado para que la vida de la tierra tenga zonas en las que pueda seguir su curso al margen de las sociedades humanas. Hoy se me hace tarde, pero mr estrellita me ha prometido que para la próxima entrada me permitirá que le haga una entrevista dónde contará algunas de sus experiencias con el “señor de la luna roja”.

Diario de viaje, entrada II

Llevo bastante tiempo sin actualizar el blog He visto que muchos me habéis escrito comentarios haciendo todo tipo de preguntas. Lo agradezco infinitamente, pero me temo que por ahora no voy a poder contestarlas. Como habréis visto quienes me hayáis escrito los comentarios quedan aguardando moderación, y así seguirán un tiempo. Eso sí, os prometo que las leo y que en algún momento del futuro responderé algunas.


Pero por ahora voy a contaros lo que ha pasado en estas semanas, que ha sido mucho y no precisamente bueno. Veréis, como es de sobra conocido estas zonas de exclusión están hechas para que los humanos no perturbemos sistemas naturales. La teoría es bonita, pero desafortunadamente falsa. Hemos descubierto que en estas zonas se están realizando experimentos evolutivos. Hemos descubierto que alguien, o tal vez algo, está resucitando algunas especies extinguidas.
Uno de los encuentros mas espectaculares que tuvo la expedición fue con una enorme serpiente a la que vimos atacando, y devorando, a un enorme mamífero de una especie desconocida. Al principio creímos que era una anaconda que hubiese crecido mucho más allá de cualquier cosa de la que hubiese registro. Sin embargo, aprovechando la somnolencia que le provocó la digestión de animal que se había zampado nuestro ínclito superhéroe se acercó lo bastante como para grabar una película desde cerca.
Al examinarla pudimos comprobar que no era una anaconda sino un ejemplar de titanoboa. Os recuerdo que la titanoboa se descubrió pocos años antes de la guerra de los dioses y que era una especie de serpiente que podía alcanzar de 13 ó 14 metros de longitud y superar la tonelada de peso. Es un animal que se suponía extinguido desde hace 60 millones de años, es decir, no mucho mas tarde que los dinosaurios. Quien quiera que haya podido resucitar semejante animal a partir de muestras de paleo-ADN tiene una bio-tecnología que asusta. O tal vez no sea una titanoboa sino algo similar (aunque claramente no es una anaconda). La solución sería hacer un análisis genético, pero para ello habría que tomar muestras y nadie se ha ofrecido voluntario par la tarea, ni siquiera nuestro bienamado superprotector.
Pero no sólo hemos visto animales extintos, hemos descubierto algo mucho más alarmante. De momento sólo es una hipótesis, y estamos reuniendo pruebas que la apoyen. Pero a estás alturas pocos miembros de la expedición dudan de ella. Lo que hemos observado es que parece haber dos fuerzas que están tirando de la evolución de las especies en dos direcciones diferentes y enfrentadas.
Hay una especie de guerra a nivel del ecosistema amazónico. Un bando consiste en los animales normales del entorno, apoyados por algunas bestias especialmente poderosas físicamente, sacadas de diversas épocas del pasado remoto. Parece que están guiadas, en cierto modo, por algunas otras especies dónde, claramente, se ha manipulado su evolución natural hacia una mayor encefalización.
El otro bando es algo mucho mas tenebroso. Parece que algún tipo de fuerza está creando animales de pesadilla cuya única función es destruir el resto del ecosistema. Ese segundo bando es parasitario del primero y caso de poder aniquilarlo se volvería insostenible y terminaría autodestruyéndose.
Os prometo que en la próxima entrada daré algunos ejemplos de el tipo de seres de los que estamos hablando. Y no creáis que me he olvidado de la entrevista con estrellita. Lo que sucede es que aún estoy decidiendo si creer o no lo que afirma.
Veréis, según él, el señor de la luna roja, aparte de las muestras de poder que todos hemos visto, hizo, sólo para un reducido grupo de gente, una demostración final. Según estrellita levantó del suelo una montaña de unos dos kilómetros de altura y empezó a comprimirla. Según estrellita la comprimió hasta el punto de hacerla superar su radio de Schwarschild y convertirla en un miniagujero negro de millones de toneladas de peso. Y, tras esa inimaginable hazaña, jugó con el objeto recién creado de diversos modos, conectando y desconectando su radiación Hawkigs, por ejemplo.
Yo no soy físico, pero en la expedición tenemos alguno y se pasan los ratos libres preguntando a estrellita por los detalles, intentando averiguar si hay alguna pista de como se supone que pudo hacerse algo así. Yo les dejo que se entretengan, pero no doy demasiado crédito a la historia. Eso sí, mientras piensan en eso olvidan los peligros que continuamente genera la naturaleza endemoniada en la que nos movemos ¡Suerte que tienen ellos!


Supers IV


Tras subir a la habitación del motel, acomodarme y descansar unas horas, con su sueñecito incluido, me preparé para el siguiente paso de mi plan. La idea era azuzar un poco a los repartidores locales de droga a ver si revolviendo el río pescaba algo.


Cerré por dentro la puerta del motel y salí volando por la ventana, con el modo de invisibilidad activado. Antes de alejarme usé mis habilidades de telekinesis para dejar la ventana convenientemente cerrada por dentro. El objetivo era dar la impresión de que López Martín había pasado la noche en la habitación, durmiendo plácidamente. Volé hacia la terraza de un edificio cercano, el más alto de los alrededores. Dejé la bolsa con el equipo en el suelo y conecté el GPS del móvil. Mientras esperaba a que localizara la posición dediqué un momento a mirar desde el borde de la cornisa para disfrutar del espectáculo de la iluminación nocturna de la ciudad. Marsella no era una ciudad especialmente turística, pero aún así era una vista agradable.

El hostal estaba en la zona centro y se veía actividad en las calles de abajo. Seguramente la mayoría eran turistas y gente de paso pues los marselleses, como el resto de europeos, no eran gente tan nocturna como los españoles. Para atender los deseos legales, y en especial los no tan legales, de esos turistas habría una industria del ocio y una delincuencia organizada local.

Había consultado por Internet cuales eran los sitios dónde era más probable hallar indicios de actividades ilícitas. No había sido sencillo ya que mi conocimiento del francés no era tan bueno como me hubiese gustado. Aún así localicé la zona de prostitutas con la idea de que dónde hay prostitutas hay mafias que las controlan, y que esas mafias estarían involucradas en el tráfico de drogas. Realmente no tenía claro si esa vinculación sería como la solían pintar, pero por algún sitio debía empezar.

Tras que el GPS me indicara dónde estaba y me trazara la ruta hacía el destino que le había indicado cogí la bolsa del equipo y volé despacio hacía allí. Mientras volaba pensé un poco en la naturaleza de mis poderes. En los cómics estos suelen adquirirse mediante algún extraño experimento científico, o por nacimiento, si uno es un mutante.

En mi caso no había sucedido de ese modo en absoluto. La primera vez que tomé conciencia de ellos fue en un accidente de coche. Estaba conduciendo por una carretera en obras, de noche, con niebla. El trazado de la carretera seguía el curso de un rió. El asfalto estaba resbaladizo y en un momento dado perdí el control del coche, me salí de la carretera en una zona dónde por algún motivo no había guarda-miedos lateral y tras golpear de refilón una carretilla del equipo de obras me precipité en las frías aguas del río en las cuales el coche se hundió rápidamente.

En el golpe se había roto una ventanilla y el agua inundaba el interior del coche con rapidez. Tras deshacerme del cinturón de seguridad intenté abrir la puerta pero por algún motivo la cerradura estaba atascada. Recuerdo que no me puse demasiado nervioso y me planteé salir por la ventanilla rota. Me lo pensé mejor y abrí la ventanilla de mi lado, para salir por ella; de ese modo evitaría el riego de cortarme con los cristales. Conseguí hacerlo y pude salir sin grandes problemas. Por supuesto el mayor inconveniente era el frío. A esa temperatura el riego de entrar en hipotermia si no conseguía salir rápido del agua era enorme. Nadé hacia arriba con todas mis fuerzas. No sabía a que profanidad podría estar, pero no me constaba que ese rió fuese demasiado profundo.

Posiblemente todo hubiera ido bien de no ser por el hielo. En la zona dónde había caído la superficie del agua no estaba congelada, pero aparentemente la corriente había arrastrado el coche hasta una zona dónde si había hielo en la superficie. Note su presencia al chocar contra él ya que la visibilidad de noche en el agua no permitía distinguirlo. En la conmoción del impacto me faltó poco para abrir la boca y tragar agua, pero no lo hice. En todo caso me asusté bastante ya que me quedaba poco aire en los pulmones y empezaba a notar el efecto del frío.

Conseguí calmarme lo bastante para darme cuenta de que lo mejor era ir corriente arriba ya que allí era dónde debía estar la zona sin hielo dónde había caído el coche. Cerca de la superficie de hielo no se notaba el movimiento del agua y no podía distinguir cuál era la dirección de la corriente. Recordando lo que sabía de dinámica de fluidos pensé que tal vez eso se debiera al hecho de que las corrientes de agua siempre están inmóviles en la vecindad de una superficie sólida así que me sumergí un poco. Pude notar que en efecto se distinguía la dirección de la corriente y nadé contra ella. Cuando fui consciente de que no podría contener mucho mas la respiración ascendí a ver si había llegado a la zona libre de hielo, pero no hubo suerte.

Siendo consciente de que no podría descender de nuevo para avanzar un poco más probé a ver si había suerte y el hielo era lo bastante frágil en esa zona para poder romperlo. Decidí que lo mejor era intentar romperlo de una patada. La pierna golea con tres veces la fuerza del puño, y además el zapato es mas duro que el puño. Me coloqué para dar la mejor patada posible y golpeé con todas mis fuerzas, pero nada. Peor aún, el retroceso de la patada me había hundido un poco hacia el fondo y cuando subí de nuevo no estaba seguro de si golpeaba en la misma zona que antes o no. Sea como sea repetí la patada. Y luego otra, y otra, y otra más. Perdí la cuenta de cuantas patadas había dado cuando me dí cuenta de un hecho asombroso ¡estaba respirando en el agua!

En algún momento, durante mi frenético en infructuoso patear a la capa de hielo abierto la boca e inhalado agua. En vez de ahogarme, como debiera haber pasado, de algún modo mis pulmones conseguían extraer oxígeno del agua helada. Y esa era otra, claro, notaba la gelidez del agua en mi piel y en mis pulmones pero no me estaba congelando. Dejé de lado mi asombro y usé esos inesperados dones para seguir con mi objetivo de salir de la capa de hielo. Resultó que este se hallaba a escasos metros de donde había desistido de seguir avanzando y me había dedicado la inútil tarea de patear el hielo. Además me hallaba cerca de la orilla y al no ser escarpada era fácil salir del río.
Calculé que si me hubiera esforzado un poco más mi reserva de aire me habría permitido salir ileso del accidente por mis propios medios. En realidad, analizando la situación una y otra vez creo que mis decisiones habían sido razonables y que era solamente mala suerte no haber nadado unos metros más. En todo caso no lo había hecho y la recompensa por mi pequeño error no había sido la muerte sino descubrir que podía hacer cosas extraordinarias.

Tras eso había ido descubriendo poco a poco todo lo que podía hacer. Y la verdad, podía hacer muchas, muchas cosas. También había intentado analizar como las hacía. Y de dónde podían surgir esas habilidades. Conocimientos de ciencia no le faltaban y medios…bien, teniendo esos poderes uno podía conseguir medios. Aún así era poco lo que había sacado en claro. También se había planteado si habría más gente como él, y en ese caso dónde estaban y a que dedicaban sus habilidades. En todos los largos años desde el accidente no había habido indicios de nadie más con superpoderes, hasta que había aparecido supervaquero. Definitivamente en algún momento debía investigarle y ver si había relación entre el origen de los poderes de ambos.

Pero no ahora, claro. Mientras recordaba todo esto había llegado a la zona de prostitución. Aterricé en una terraza que le pareció especialmente discreta y saqué el equipo de la bolsa. Se trataba de un sistema “man in the midle” para la red de telefonía móvil. Mi idea era asustar un poco a algunos vendedores locales para que llamaran a sus jefes. Luego rastrearía las llamadas y obtendría la ubicación de los gerifaltes y pasaría a visitarles. Realmente no estaba muy seguro de si la estrategia funcionaría, pero era cuestión de probar. Si fallaba siempre podría recurrir a medios más expeditivos.

Tras prepararlo todo descendí al suelo, busqué una zona no transitada y mal iluminada y desactivé el modo de invisibilidad. Ahora ya no era López, claro está. Su apariencia era la de un tipo joven, ni muy alto ni muy bajo, ni muy feo ni muy guapo. Vestía ropa normal, ni muy barata ni muy cara. Un pantalón negro cómodo, camisa, jersey, y un abrigo bastante normal. Lo único extraordinario de su vestimenta era un chaleco especialmente diseñado para proteger de ataques con cuchillo y una pequeña pistola que había conseguido pasar por los detectores del aeropuerto a base de algunos truquillos de sus superpoderes.

El chaleco lo había comprado en el mundial de Sudáfrica. Por supuesto no le hacia ninguna falta, pero si en alguna reyerta era atacado el chaleco le evitaba dar explicaciones de porque el cuchillo no le había hecho ningún daño. El propósito de la pistola, para la cuál llevaba una licencia falsa, era para, si llegaba a ser necesario, intimidar a quien correspondiese para hacerle cometer errores.

Dí unas cuantas vueltas por la zona esquivando las insinuaciones de las prostitutas y fijándome en cualquiera que pudiese tener INTA de vendedor. Dio vueltas y vueltas, yendo por las calles mas oscuras que encontraba y que estuvieran transitadas por los viandantes con peor apariencia posible. En un momento dado se perdió y saqué el móvil para consultar el mapa del GPS. Mientras miraba vi que se me acercaban un par de tipos que parecían sacados del programa de TV “callejeros”. Hice como que no los veía y procuré que mi flamante Iphone ultimo modelo quedara bien visible. Realmente no me gustaban los Iphone, pero estaban considerados un teléfono de lujo y eso podía servir de cebo bien para que intentaran robarme, bien para que viesen que tenía dinero y podría comprar droga. Cuando era imposible simular que no les veía alcé la vista hacia los tipos que se dirigían hacia mí, a ver de cuál de los dos grupos eran. No tuve que esperar mucho hasta que el cuchillo que sacó uno de ellos del bolsillo me diese la respuesta.

El acento de sus asaltantes era tan chabacano que apenas conseguí distinguir que le decían “dame el teléfono y todo lo que tengas, rápido”, o algo similar es lo que creí entender. Alzando las manos, en posición defensiva, y sin dejar que se me acercaran completamente, intenté decirles, en mi algo torpe francés, que no era buena idea que me robaran, que buscaba droga y que seguro que si me la vendían podían conseguir dinero sin necesidad de robarme. Se miraron entre ellos con cara de sorpresa, y luego me miraron con gesto de pena, como queriendo indicarme lo patético que resultaba. Por desgracia su pena no era tanta como para hacerles desistir de su propósito y el que llevaba el cuchillo hizo un gesto agresivo para apremiarme a darles lo que pedían.

Viendo que no me quedaba más opción que ceder o defenderme opté por lo último. Decidí intentar resolver la situación sin superpoderes, tirando de la protección del chaleco y de mis conocimientos de artes marciales, a ver hasta dónde podía ir con eso. Adopté una guardia cerrada, agarrando el móvil con la mano izquierda con el propósito de usarlo como escudo frente al cuchillo. El tipo que lo llevaba no lo pensó dos veces e intentó darme un golpe rápido de estocada. Lo evité saliendo en diagonal hacia el exterior de su mano e intenté, sin éxito, conectarle un jab de dedos a sus ojos. Él cambió la estocada en un movimiento circular hacia fuera para intentar cortarme con el filo que falló por escasos centímetros.
Rápidamente cambié él el móvil a mi mano derecha, que ahora era la que estaba mas cerca de su cuchillo y esperé un instante su siguiente acción. Entretanto su compañero había sacado a su vez una navaja y pasando por detrás de su compañero intento colocarse para evitar que intentara salir corriendo. Antes de verme encerrado entre ambos opté por atacar yo.

Amagué una patada a la rodilla de mi primer atacante. El bajó el cuchillo buscando mi pierna y tras frenar mi ataque salí hacia la posición anterior, enfrente de él, cubriendo el ángulo de ataque con el móvil, de nuevo en mi mano izquierda. De eso modo evité que me atacaran ambos a la vez, pero seguía en una situación delicada. Por supuesto de no haber tenido superpoderes en ese momento me habría girado y habría intentado salir corriendo, o intentar abrir hueco y poder sacar la pistola.

Pero claro, tenía superpoderes así que seguí jugando. El tipo del cuchillo avanzó un paso e intentó darme un tajo lateral hacia el costado derecho, un ataque en ángulo 3 según la numeración de la escuela escrima filipina de René Latosa de la que yo era un experto practicante. Defendí el golpe con el móvil. El filo del cuchillo resbaló contra la superficie del mismo y cortó un poco la tela de la manga izquierda del abrigo. Mientras con mi mano derecha pude agarrar la muñeca de mi agresor. Aparté su brazo y le dí un fuerte golpe en el codo con mi mano izquierda. Esto soltó un poco su agarre del cuchillo, acto que aproveché para agarrar su antebrazo con las dos manos. Luego solté la mano derecha y le desarmé empujando la parte plana del cuchillo con ella.

Y ahí se acabó la parte de artes marciales. El compañero del delincuente al que había desarmado había aprovechado el tiempo en que ocupé en su amigo para ponerse detrás de mí y lanzarme una puñalada a la espalda. El chaleco evitó que la navaja se clavase en mis riñones, pero aún así fue un golpe muy doloroso. De no haber tenido el chaleco una persona normal ya estará acabada. Pero por algo llevaba el chaleco claro. El tipo ese no había contado con ese factor y me había atacado sin agarrar bien la navaja. Como resultado su mano había resbalado y se había cortado con su propia arma, dejándola caer al suelo con un tintine metálico que es lo que me sirvió para darme cuenta de lo ocurrido.

Realmente era un error de principiante y alguien que se dedicaba a la delincuencia no debería haber caído en él. Vale que casi nadie llevaba un chaleco anticuchillo, pero su puñalada podría haber golpeado en algún hueso y el resultado habría sido el mismo. Aún así mi situación se deterioraba por momentos. El tipo al que había desarmado había aprovechado el ataque de su amigo para soltarse de mi agarre y lanzo un puñetazo circular a mi cara que no pude esquivar del todo y me tuve que limitar a dejarlo rodar. En esto su compañero intento agarrarme por el cuello. Pese a estar algo aturdido conseguí zafarme y aparté a su amigo de una patada frontal para impedir que me diese otro puñetazo. Tras esto me giré hacia el que había intentado agarrarme acompañando mi giro de un golpe de codo. Él logró esquivar el golpe, pero no la lluvia de puñetazos rectos que le lancé a continuación. Rematé los golpes de puño con un rodillazo a sus partes blandas y un codazo a la sien que le dejó sin conocimiento.

En ese momento parecía que, después de todo, iba a salir bien parado del embrollo solo con mis habilidades de artista marcial. Pero no. Oí un disparo que acompañó un fuerte impacto contra mi cabeza. El impacto era la bala de un revolver que portaba un tercer individuo. Dado que la bala viaja más rápida que el sonido nunca habría oído el disparo de no ser porque mi poderes automáticamente se habían activado al notar la bala acercarse impidiendo que me matase.

Era una pequeña decepción no haber podido resolver el asunto sin superpoderes, en especial cuando parecía que casi lo había logrado, pero, por otro lado, era una demostración clara de que los superhéroes sin poderes, que tiran de entrenamiento y gadgets, sólo existen en los cómics. Bueno, realmente si hubiese pretendido ser un supehéroe de ese estilo habría llevado chaleco antibalas, y algún tipo de casco blindado, pero igualmente, poco tiempo podría sobrevivir.

Mientras reflexionaba sobre eso el tipo de la pistola había efectuado mas disparos, tan inútiles como el primero, y en su cara se dibujaba una expresión mezcla de sorpresa y miedo. El otro tipo había recogido su cuchillo del suelo y me miraba indeciso. Como quiera que los disparos enseguida atraerían a más gente, y no quería verme involucrado en el asunto opté por cortar por lo sano. De repente, sin necesidad de moverme, mediante algo que podría considerarse similar a la telepatía hice que ambos hombres cayeran al suelo desmayados. Trasteé en sus cabezas, y la de su amigo al que había noqueado antes, borrando su memoria inmediata. Cuando despertaran no recordarían nada de lo que había sucedido en las últimas 24 horas de su vida.

Tras eso me volví invisible y salí volando hacia el edificio dónde había dejado el equipo de espionaje telefónico. Lo recogí y volé hacía dónde había abatido a los tres delincuentes. Para entonces había llegado la gendarmería y estaba procediendo a detenerlos. Observé todo el proceso sentado en el tejado de uno de los edificios cercanos, totalmente invisible para los que estaban abajo. Mi sentido ampliado del oído me permitió escuchar lo que se decía, pero no logré entender todo lo que se hablaba y de lo que entendí no obtuve ninguna información útil. La noche había sido tan poco afortunada como el día así que me volví al hotel.

Cuando llegué, antes de irme a dormir, consulté las noticias, a ver si había algo nuevo de supervaquero. Y sí, había novedades, muchas. Para empezar resulta que “estrella solitaria”, alias el supervaquero, no estaba solo. En una poco afortunada intervención militar, que había arrasado un barrio entero, el gobierno de Obama había intentado detenerlo. Cuando estaban cerca de su objetivo salieron en apoyo de estrellita un grupo entero de superhumanos que se dieron a conocer como “the confederates”. Claro, está, semejante nombre, en clara alusión a los estados confederados del sur que se habían opuesto a los Yankees antiesclavistas norteños en la guerra civil americana, era toda una provocación en una nación gobernada por primera vez en su historia por un presidente de color. Le hubiera gustado indagar más, pero necesitaba dormir. Confiaba en que mientras dormía las cosas no se salieran de madre y que al despertar no se hubiera iniciado la tercera guerra mundial.