domingo, 8 de agosto de 2021

La espada de Crom III

 Nada mas verle entrar me dí cuenta de que Crom tenía planes para mí ese día. Tampoco es que fuera muy difícil darse cuenta porqué el tipo era inconfundible, aspecto asiático, calvo, con un bigotitto fino, andares desgarbados, y un atuendo que, de no estar en ese local, y en esa fiesta ftetish en concreto, habría llamado la atención aún mas de lo que ya lo hacía.


Podría haberse dirigido al individuo directamente, pero prefirió estudiar sus movimientos. Por lo visto buscaba a alguien, imaginaba que a mí, aunque no parecía tener claro como reconocerme. Ví que buscaba a gente alta, muy musculada, con el torso desnudo, como el famoso bárbaro, vaya. Y, justo en ese local había unos pocos que respondían en parte al perfil. Desde la distancia, y con la música de fondo, no podía escuchar que les decía a los tipos a los que se decidía a hablar, pero, por su reacción, sospeché que era algo no muy conveniente. Hubiera preferido estudiarle más, pero temía que llamase demasiado la atención y causara algún incidente incómodo así que me dirigí yo a él.


– Hola. Creo que estás buscando a alguien...peculiar ¿puede ser?
– ¿Qué te hace pensar eso? – respondió con desgana.


– Bueno, digamos que … – Antes de poder seguir uno de los tipos con los que había hablado se acercó y dijo a voz en grito – Dice que es el enviado de Crom ¿Te lo puedes creer? Y está buscando al portador de no sé que espada.

– ¿Ah sí? Vaya personaje, respondí sonriendo al desconocido que nos había interrumpido, y luego, volviendo a mirar al oriental pregunté ¿Es cierto éso?

– ¿Y qué sí lo soy? Obviamente tú no eres el que busco, no hay mas que verte...

Me habría sentido ofendido de no ser porqué entendía perfectamente porqué lo decía. Aunque desde que tenía la espada había crecido unos cuantos centímetros no se podía afirmar que fuera alto. Y en cuanto a la musculatura, bueno, ahí había trampa. Al entrenar con espadas varias horas al día, aunque no fueran ni de lejos tan pesadas como la gente tendía a pensar, lo cierto es que se aumentaba la fuerza de hombros, brazos y antebrazos, se quisiera o no. Mas allá de eso ya entraba en juego toda la parafernalia de Crom y su espada. Como complemento necesario a la esgrima intensiva había empezado un entrenamiento regular de pesas, algo que siempre le había dado pereza y nunca había hecho con demasiada regularidad. El caso es que, por lo que quiera que Crom y su espada metieran en mi cuerpo hacia que mi fuerza aumentase mas allá de los límites normales de los humanos, pero no tanto mi masa muscular. En el pico del entrenamiento había llegado a ser capaz de tirar en pectorales con 350 kilos, y manejar sin mucho esfuerzo mancuernas mas de 80 kilos cada una, Incluso en ese momento su figura lucía fuerte, pero sin llegar a parecerse siquiera a un culturista. Aparte de eso llevaba el pelo relativamente corto, y vestía de manera recatada, pantalón y camisa negra, el mínimo que pedía la etiqueta para entrar a la fiesta a la que habían insistido que asistiese unos conocidos que, por cierto, llevaba un rato sin ver.

– ¿No? Tú buscas a alguien con una espada, y yo soy el único en la fiesta que lleva una, le dije, sabiendo cuál iba a ser su respuesta.

– ¿Que llevas una espada dices? Yo no la veo, respondió como cabria esperar.

Efectivamente no podía verla. Una de las cosas que había descubierto con el tiempo es que la espada, y algunas otras reliquias que había encontrado aquí y allá desde el episodio en la excavación, podían hacerse invisibles a su voluntad. Le pidió al tipo que le siguiera a una zona algo mas discreta y entonces hizo que la espada, y la vaina dónde iban, fueran visibles por un instante. La cara de sorpresa del bigotudo no tuvo precio.

– ¿Deduzco de tu expresión que tal vez ahora crees que si puedo ser el que busco? – Dije con tono irónico.

– Sí, sí, supongo. Es decir, no espera algo así, Crom me dijo que buscar, pero no me avisó de algo así.

– Perdona – le dije para impedir que pudiera seguir hablando ¿Crom te dice cosas? – Pregunté.

– Si, claro, como ya te dijo el otro que nos interrumpió antes, soy el emisario de Crom.

Obviamente le creí, o al menos creí que algo había. Desde que había topado con la espada había visto y aprendido algunas cosas de como actuaban esas entidades así que le hizo una pregunta cuya respuesta sospechaba que iba a ser reveladora para su interlocutor.

– Aha, vale ¿Y antes de ser el emisario de Crom que eras?

El tipo se quedó estupefactos, sin poder responder por un buen rato y luego dijo tartamudeando, y con tono afligido – Pués ¡ me acabo de dar cuenta de que no lo recuerdo!

Ya, bueno, tranquilo, en su momento lo volverás a recordar, no te preocupes. Y, oye ¿Para que me buscas? – Le dije--

--Ah, sí, es muy importante. Los enemigos de Crom se han organizado y están preparando una bomba atómica, con la intención de hacerla estallar en cuanto esté lista.

Ahora fue mi turno de quedarme estupefacto -- ¿Qué están haciendo una bomba atómica? --Le dije, y añadí – ¿Y cómo lo sabes?

– Pués me lo dijo Crom, claro – Respondió como toda explicación.

Quedé pensativo un momento. En sí el hecho no era del todo inaudito. Crom y el resto de entes que habían empezado a volver de un mundo antiguo y olvidado, o a salir directamente de los conocidos relatos, fueran o no las criaturas mitológicas que afirmaban ser, estaba claro que tenían una tecnología infinitamente mayor que la de la tierra y, desde luego, si querían fabricar una bomba nuclear sabrían hacerlo, siguiendo la tecnología habitual o alguna otra alternativa, que pudiera pasar desapercibida a las medidas de vigilancia de los gobiernos. La cuestión es ¿Por qué lo harían? Y, aunque los que el tipo había denominado enemigos de Crom lo hicieran ¿Realmente a Crom le importaba tanto como para intentar impedirlo?

Antes de que pudiera hacerle mas preguntas al “emisario” una de las chicas de la fiesta, de las mas espectaculares, y con menos ropa, se había acercado al calvo y había empezado a frotarse con él de forma insinuante, algo ante lo que el buen señor no mostró ninguna resistencia. Pensó en interrumpirles, pero optó por no hacerlo y así tener tiempo de pensar. La situación entre esos dos iba subiendo de tono así que se retiró. La verdad es que le irritó un poco la irresponsabilidad del mandado de Crom. En circunstancias normales la gente muy promiscua siempre corría riesgo de infectarse de alguna enfermedad venérea, pero en los tiempos recientes había riesgo de contraer también otras enfermedades. Había reflexionado un poco al respecto cuando vió todos los cambios que Crom y su espada habían ido introduciendo poco a poco en su cuerpo. Si, por lo que fuera, los relatos tenían alguna base el bárbaro había sido muy promiscuo, y eso en unos tiempos dónde la gente no sabía nada de higiene o como se propagaban las enfermedades. Estaba claro que las entidades como Crom no tenían reparo en jugar con humanos normales para alterarlos y que pudieran jugar el papel que tuvieran asignado para ellos. Eso significaba que podrían haberles vacunado contra cualquier enfermedad sin que ellos supieran siquiera el concepto de lo que es una vacuna. Y, desde luego, también contaban con tratamientos para, probablemente, cualquier enfermedad conocida. Esperaba que, si la moza que estaba con el emisario tenía alguna enfermedad Crom cuidase de que su peón no enfermase. Y, por cierto ¿A cuento de qué una mujer tan espectacular iba directa a arrejuntarse con alguien tan poco agraciado? Algo no iba bien.


Tras pensar un poco la línea de actuación dió con una buena estrategia. Cuando uno de los asistentes a la fiesta pasaba al lado de la extraña pareja usó sus primitivas habilidades de telequinesia para hacer que tropezase y derramara la copa sobre la chica. Ésta se volvió hacia él con un gesto de enfado y ahí vió bien su cara por primera vez. Era pasablemente hermosa, pero eso era lo de menos. Lo que impactaba era que tenía ojos con pupilas verticales y la boca entreabierta en un mohín de profundo disgusto dejaba ver una lengua bífida. La referencia a las criaturas de la cueva era obvia pero en este caso la explicación parecía mas mundana. Las extrañas pupilas seguramente eran debidas a lentilla, y lo de la lengua era una operación de modificación corporal que ya había visto en las noticias alguna vez. Con todo resultaba sospechoso, y, al fijarse en el emisario observó que estaba con cara de estar completamente ido. En la legendaria estigia quizás se podría haber pensado en algún tipo de hechizo hipnótico, pero aquí era mas sencillo pensar en sustancias como la burundanga. Fuera como fuera, mientras la chica seguía discutiendo con el que había derribado su copa sobre ella aprovechó para llevarse de allí discretamente al pobre hombre que había tenido la desgracia de caer bajo el radar de Crom y el resto, a ver si recuperaba la coherencia y le decía algo más sobre esa bomba nuclear. Y, ya puestos a ver si le convencía de que hablase con las autoridades del país, que eran las que debían ocuparse de un asunto de semejante magnitud, y, de ese modo, no tenía que hacerlo mismo.