MEDIDAS
PREVENTIVAS
Cuando se lo
dijeron se llevó el susto de su vida. Tras muchos años sin saber
nada del planeta Morlock y los arácnidos que lo gestionaban habían
tenido noticias. Y vaya noticias, Porker estaba en una nave en la
órbita terrestre y reclamaba su presencia.
Durante
todos esos años sin comunicaciones la organización Wellsita había
perdido parte de su razón de ser, y, aunque mantenían su
estructura, era mas un formalismo y reuniones de antiguos amigos que
algo que los convertía en los humanos mas importantes del planeta,
cómo lo había sido durante siglos. Muchos añoraban el poder
perdido, sobre todo al principio, pero pronto se adaptaron a la nueva
situación. Además, la últimas noticias que tenían eran de una
guerra galáctica, y a nadie le apetecía demasiado verse metido en
algo así. Además, no es cómo si se hubieran quedado en la ruina.
Tras tantos siglos de contacto con diversas tecnologías
extraterrestres habían logrado que los miembros mas destacados de su
“círculo interno” fueran gente muy adinerada, y dueña de
importantes empresas, y eso no lo habían perdido
La
persona que le comunicó el aviso era nuevo en la organización, y se
mostraba muy entusiasmado, pensando, según le explicaba, que eso
podría devolver a los Wellsitas al esplendor que tenían hace no
demasiado. Ella no quiso desanimarlo, pero sabía que la presencia de
Porker en la tierra no podía representar nada bueno. Recordaba los
sucesos de hace unos años, en su estancia en Morlock, cuando Carlos
y ella “huyeron” de la zona de intercambio de patógenos,
perseguidos por Porker.
Ella
había encontrado una excusa para dejar a Carlos solo en su huida y
había esperado a Porker. El aráncido le dejó instrucciones de que
se mantuviera por un tiempo en el planeta, por sí la necesitaba. Sí
no había instrucciones posteriores en contra le comunicó también
que, debido a la guerra, era posible que pasara un tiempo hasta que
se volviera a poner en contacto con la organización.
Esa
había sido la última vez que había visto a Porker, pero no la
última vez que había tenido noticias suyas. Por lo que le contó la
persecución de Carlos no había ido nada bien, y había conseguido
escapar del arácnido en varias ocasiones, causándole además algún
daño mediante diversas trampas. La última comunicación fué para
decirle que Carlos había conseguido escapar del planeta, ayudado por
los enemigos de los arácnidos. Tras eso le dijo que volviera a la
tierra y que era posible que pasara un tiempo hasta que los arácnidos
se volvieran a comunicar con ellos.
No
le dió tiempo a recordar mucho más porqué, siguiendo las
instrucciones, habían conducido a una zona aislada y una nave de
abducción, totalmente indetectable para la tecnología humana, había
bajado a recogerla. Cuando llegó a la nave de Porker se acopló y
nada mas salir de la nave de enlace Pilar se encontró con el
arácnido.
Enseguida
se dió cuenta de el mal estado físico en que estaba, y, en cuanto
empezó a hablar quedó claro que su humor no había mejorado al
deteriorarse su salud. Sin ningún tipo de saludo o prolegónomo le
explicó que la guerra no iba bien para ellos en esa zona de la
galaxia y que el momento en que los enemigos pudieran llegar a la
tierra estaba próximo. Le explicó que era muy probable que los
enemigos intentasen esclavizar a los humanos y los usasen de mano de
obra para su maquinaria de guerra. En función de eso el alto mando
del bando con el que luchaban los arácnidos había decidido tomar
medidas preventivas para asegurarse de que, sí eso llegaba a pasar,
los enemigos encontraran a los humanos con sus capacidades
productivas reducidas al mínimo.
A
Pilar todo aquello no le sorprendió. En el tiempo que había pasado
en Morlock había podido hablar con algunas de las razas locales de
fuera del recinto de intercambio, y había aprendido algunas cosas
sobre el comportamiento de los arácnidos y sus drásticas medidas.
En función de ese conocimiento en vez de intentar hacer algún tipo
de alegato en favor de la raza humana pidió a Porker que le dijera
que tenía previsto hacer para cumplir sus objetivos.
Lo
que le dijo era el tipo de cosas que cabía esperar de alguien que
posiblemente fuera uno de los mayores expertos en enfermedades
contagiosas , y por tanto en guerra biológica, del universo
conocido. Le entregó una cepa de un virus nuevo y le dijo que lo
hiciera circular por la tierra. Le explicó que el mismo, antes de
ponerse en contacto con ella, había estado haciendo experimentos con
humanos y virus animales hasta dar con el mas adecuado para sus
propósitos.
Había
sido un procedimiento de “cria selectiva”, sin usar la
manipulación genética. Simplemente había propiciado mecanismos
para acelerar el proceso de salto entre especies y así, en poco
tiempo, había podido ver los efectos de cientos de virus en los
humanos, hasta dar con el arma perfecta: un virus altamente
contagioso, con un largo periodo de incubación asintomática, que le
permitiera saltar fácilmente de un país a otro a lomos de humanos
que no sabían que portaban la enfermedad, que tuviera una mortalidad
lo bastante alta cómo para poder obligar a las sociedades humanas a
paralizar su actividad económica, y que, además, tuviera un cierto
número de características extra que pasaran desapercibidas al
principio y que se fueran desvelando con el tiempo.
Aunque
los arácnidos no habían mostrado ser buenos leyendo el lenguaje
corporal humano, posiblemente porqué no les importase lo bastante
como para esforzarse en aprenderlo, debió notar la aprehensión de
todo lo que le estaba contando, así que interrumpió la descripción
del virus que le estaba dando para decirle que, sí se negaban a
expandirlo lo podría hacer por sus propios medios, pero, en ese
caso, optaría por una versión manipulada genéticamente, por
técnicas que la ciencia humana nunca detectaría, con las mismas
características iniciales, pero sin efectos a medio plazo, para que
las medidas sociales se relajaran, pero con efectos a largo plazo
mucho mas letales, un “ébola a cámara lenta” según sus
palabras. Y, por supuesto, se diseñaría a prueba de la primitiva
tecnología de vacunas de los humanos de esa especie. Le comunicó
que, según sus estimaciones, y ella sabía de sobra cuan
sofisticadas eran las técnicas de predicción de pandemias de los
arácnidos, y su nivel de fiabilidad, la versión agresiva del virus
podría acabar con el 80% de la especie humana en el plazo de dos
años. Ah, y, por supuesto, se aseguraría de que ella fuera una de
las víctimas en ese caso.
Su
última petición fue la mas dura. No podría decirle ni siquiera los
de su organización cuales eran sus planes, debía usarles sin que
ellos se enterasen de lo que estaban haciendo.
Lo
demás era historia, la historia del primer virus de la historia de
los humanos de ese planeta, su planeta, la tierra, que había
infectado a todos los países en el plazo de unos pocos meses, bajo
el un tanto aséptico nombre de covid19. De todos modos, aunque
había aceptado hacer todo lo que le pedía Porker no se fiaba nada
de él, y sí le había dicho que había una versión mas mortal del
virus era muy probable que la soltase en algún momento. O, a lo
mejor, sólo existía la cepa mortal. Fuera como fuera tenía una
esperanza. No creía que Porter soltase un virus mortal sin tener una
manera de controlarlo caso de que las circunstancias dictasen un
cambio de estrategia en algún momento y, ya fuera una vacuna, un
medicamento mágico, un banco de anticuerpos, un contravirus o
cualquiera de las muchísimas estrategias que los arácnidos tenían
para lidiar con enfermedades tal vez ella podría robarla y usarla.
Era muy poco probable, claro, pero, en el transcurso de los siglos su
organización había logrado robar diversos objetos de tecnología
extraterrestre, incluyendo alguna nave, y armas. La tecnología y
ciencia básica de esas armas era, en su mayoría incomprensible, o
irreplicable a partir de la tecnología que habían logrado
desarrollar en la tierra, pero al menos tenían algo, y habían
conseguido al menos aprender a manejarlo. No estaba segura de sí
Porker estaba, de algún modo enterado de ese hecho, o de sí la
tecnología de esos aliens era rival para Porker, pero al menos tenía
un plan alternativo si veía que la pandemia se tornaba en un
exterminio.
Pero,
por supuesto, esa era su última opción, porqué, incluso si lograse
derrotar a Porker era muy probable que su especie mandase a alguien
más a seguir con la tarea de éste y, de todos modos, también era
posible que, sí las cosas iban bien en la guerra, los arácnidos
ayudasen a la especie humana, aunque fuera sólo para usarla de mano
de obra, como planeaban hacer sus enemigos.
De
hecho, incluso tenía un plan en caso de que todo fuera mal y se
ganase la enemistad de toda la especie arácnida: intentar
comunicarse con los enemigos de éstos y pedir ayuda para la tierra.
Realmente no sabía que ofrecer a cambio de esa ayuda, o sí los
enemigos estaban en condiciones de prestársela en caso de mostrarse
favorables a ellos. En cualquier caso al menos sabía algo de algunas
de las razas galácticas que componían el bando enemigo de los
arácnidos, y con quienes convenía contactar primero. Según los
humanos que había contactado en Morlock los posibles mejores aliados
de los humanos eran unos aliens cuyo nombre ellos pronunciaban como
“Kokusha”,