Me he dado cuenta de que no había publicado aún este relato en el blog. Es uno de los primeros que escribí, y su trama se enlaza con otros que sí están publicados. Es interesante que, pese a que ya tiene mas de ¿10, 16, 20? años, muchas de las cuestiones que aborda no sólo siguen vigentes sino que se han acentuado en gran medida.
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Observaba el trasiego de la muchedumbre en
el transitado aeropuerto, gente de las
más diversas condiciones iban y venían, y cómo en todos los lados la
mayoría de ellos tenían un rasgo en común, apenas entendían de ciencia y eran
felices en su ignorancia. Una rolliza señorona de mediana edad se paró cerca
suyo buscando un lugar tranquilo para
poder continuar ,sin que la molestara el ruido, su banal conversación por su
móvil de última generación capaz de transmitir señal de video además de audio.
En los cuentos de hadas un dispositivo así
funcionaría mediante magia (por lo que
la señora comprendía la ciencia detrás de su juguete no se daría cuenta si
alguien le cambiara el móvil por una versión nigromántica) y ,muy juiciosamente, sólo los versados en la
hechicería podían acceder a ellos y sabían cómo usarlos. En ese insensato mundo
moderno tiranizado por la producción industrial la magia podía comprarse en los
supermercados. Pero eso iba a cambiar, para eso estaba el allí.
En
cierto modo era algo muy triste que su tarea no fuese muy complicada. Pese a la
larga --y muy poco honorable--
tradición de tomar cómo rehenes a
los pasajeros de un avión y amenazar sus vidas para conseguir los más variados
propósitos aún no había un sistema medianamente eficiente de garantizar ese aspecto de la seguridad
del viajero y que los únicos problemas
de su vuelo fueran los que dispusieran los elementos meteorológicos, la
mecánica de la aeronave o los despistes del piloto o la tripulación.
Y
lamentaba unirse a la lista de
terroristas --no dudaba que de tal le tildarían-- pues le gustaban los aviones, por si mismos y
por lo que representaban, al fin y al cabo volar era uno de los logros más
deslumbrantes de la ciencia.
Atravesar la puerta de entrada a la aeronave era el
primer obstáculo. Una absurda iniciativa de los USA había provocado que unos
cuantos aviones fueran provistos con una estrafalaria tecnología que
supuestamente podría detectar a un terrorista. Dispositivos SQUID detectaban la
actividad magnética del cerebro y, supuestamente, podían detectar patrones
anormales que indicarían el estado de tensión psicológica propia de un
terrorista. A punto de actuar.
Por supuesto ningún psicólogo con el que había
hablado le daba mucho crédito al invento. De todas formas era mejor prevenir; y
cómo resaltaba que en el grupito de técnicos de la NASA que habían desarrollado
el dispositivo había un colaborador del grupo que había preparado ese secuestro
ese escollo podía salvarse fácilmente.
El caso de ese
empleado de la NASA era muy representativo de la serie de desaguisados que
habían causado la formación de su grupo. Un recién licenciado en física teórica
y en física de la materia condensada (superconductores) con un currículum
excepcional que había declinado hacer una tesis doctoral a favor de trabajar en
el proyecto Podkletnov. Este consistía en intentar reproducir el experimento de
Eugene Podkletnov en el cuál habían aparecido claras trazas de apantallamiento
de la gravedad durante la descarga de un superconductor. Desafortunadamente el
gobierno americano invertía muy poco dinero en su agencia espacial y el pobre chaval había terminado
dedicándose a investigar en un tema que no le interesaba nada. Por supuesto en
cuanto se enteró de la existencia de nuestro grupo no tardó en apoyarnos y
hacernos llegar las contramedidas que el propio gobierno había desarrollado
contra el aparatito. Después de todo sus agentes secretos eran firmes
candidatos a dar un positivo en el sistema de detección, y eso era algo que no
podía permitirse. Unos microimanes de intensidad programable se colocaban en
una fina lámina flexible que podía camuflarse cómo base de una peluca. Estos
imanes podía reproducir la actividad magnética del cerebro tal cómo la veían
los detectores. Bastaba programarlos con la distribución de un cerebro en su
actividad normal.
El
despegue había ido sin problemas y aún restaban unas cuantas horas para llegar
al punto dónde pasaría a la ejecución de sus planes, hasta entonces pensaba
terminar de leer un capítulo del libro que había elegido para amenizarle el
vuelo y si se cansaba intentaría confraternizar con alguna de las azafatas que
siempre le habían parecido gente interesante, al menos lo eran las dos que
conocía.
Se había quedado adormilado, ¡y eso que decían que era una persona nerviosa!, y al desperezarse se asomó a la ventanilla y vio que ya estaban sobre el océano, miró la hora y comprobó que si no había habido anomalías en el vuelo aún faltaba una media hora para llegar al sitio señalado. Para asegurarse de que así era llamó a una de las azafatas, la rubita del pelo corto, y le explicó lo de su medio siesta inquiriéndole si ya habían pasado sobre las islas - sólo sobrevolarían unas en su trayecto así que no hizo falta decir el nombre-. Esta respondió afirmativamente y dado que para esa hora casi todo el mundo estaba tranquilo y un poco cansado, algunos dormitando igual que había hecho él, pudo extenderse un poco en su conversación. Le valió para observar que la chica estaba relajada, señal de que todo iba bien( algo de lo que no estaba de mas asegurarse) y para enterarse un poco de la vida de la chica. Como suponía esta era interesante, aunque la verdad ese día estaba contento, expectante por lo que se disponía a llevar a cabo y le habría parecido interesante cualquier tema; entre otras cosas charlaron sobre los bebés de diseño, sus pros y contras genéticos y sobre cómo afectaría a las costumbres sociales.
Por supuesto esa conversación tenía un propósito oculto, hacer unos cuantos holoters de la chica y su bolso. Al embarcar se había fijado discretamente en que ella era la que llevaba las llaves de acceso a las cubiertas inferiores y probablemente al resto de lugares reservados del avión. El programa de análisis le había indicado, mediante una leve descarga eléctrica en su muslo, que ya había suficientes para reconstruir la estructura tridimensonal de las llaves. Los dispositivos SQUID (imanes ultrasensibles basados en sistemas de interferencia cuántica en superconductores a través de la uniones Josepshon paralelas. Los superconductores requerían temperaturas muy bajas que impedían montarlas en dispositivos comerciales, salvo que se tuvieran superconductores a temperatura ambiente, algo de lo que él disponía, pero el resto del mundo normal no) confirmaron que esas llaves no usaban ninguna codificación magnética. El holoter era producto de una de esas investigaciones académicas prometedoras que luego no se plasmaban en nada. La clave era que las frecuencias electromagnéticas en el orden de los teraherzios podían atravesar objetos opacos para las frecuencias visibles, como la ropa o el plástico, pero eran reflejados por otros materiales de otro tipo. Dependiendo de la frecuencia exacta se podía hacer que fueran visibles los metales dentro de un bolso, o la piel humana debajo de la ropa, y mas objetos que en ese momento no recordaba. Usar esa tecnología para un dispositivo holográfico también era una de esos lujos de los que sólo un grupo muy exclusivo -que no incluía políticos o empresarios millonarios- disponía.
Bueno, había llegado el momento, había vuelto a los lavabos, esta vez acompañado de la bolsa en la que llevaba su pequeño arsenal, cuando planeó su estratagema decidió que no podía saber en que condiciones debería montar las armas a partir de las piezas en que las había dividido así que se había entrenado a hacerlo sin sacarlas de la bolsa hasta tenerlas completamente ensambladas, simulando que estaba buscando alguna cosa que se escondía de mala manera entre los bultos. Tenía varios tipos de armas pero con el fin de simular el verdadero cariz del problema al que se iban a enfrentar sus acompañantes en el vuelo, lo cuál era bueno para evitar inoportunas histerias, primero emplearía lo más “rústico” de su armamento.
Consistía
en una especie de mini ballesta que
podía disparar unos dardos de los que diría que estaban impregnados de
sustancias químicas, algunas venenosas y otras narcóticas, todo ella
construida en materiales plásticos ajenos a los detectores de metales y formada
por piezas que tenían formas poco sospechosas. Había un mito de que la
seguridad visible en los aeropuertos era la menos importante, cosa harto dudosa
pues los sistemas tecnológicos de vigilancia tipo rayos x y similares eran
demasiado voluminosos para esconderlos, en fin, el seguía al respecto una
máxima que había leído una vez, si no parece un arma nadie hará preguntas, y
fuera cierto o no hasta ahora le había funcionado, vale, llegaba el momento más
crítico, empezar al representación y hacerse creíble arriesgando lo menos posible.
Abrió
la puerta del aseo y se dirigió directo a una anciana que se sentaba sola allí
cerca, sacó la ballesta que llevaba medio oculta bajo la chaqueta y la apuntó
al cuello de la señora que lanzó, tras un algo ridículo respingo, un gritito
que atrajo la atención de los pasajeros. Por un momento la dejó que siguiera
con unos medio balbuceos incoherentes que podía ver estaban causando que los
que se fijaban en ellos empezaran a asustarse. Eso estaba bien, le estaba
ahorrando trabajo, pero llegaba su turno de intervenir.
-Por
favor señora, vaya calmándose- dijo, y
luego volviéndose al resto -cómo pueden suponer esto es un secuestro, cómo las
peticiones que haré a cambio de su liberación son muy sencillas y razonables es
probable que me las concedan y no se arriesguen en maniobras de rescate, así
que sería estúpido que cualquiera de ustedes corriera ese riesgo inútil- . Bien, el tono de voz había sonado firme y no
había titubeado.
-Por favor azafata- dijo
dirigiéndose a aquella con la que había hablado antes, Rosa dijo que se
llamaba, -haga salir a alguno de los copilotos para que pueda indicarle el
nuevo rumbo.
-Lo
siento- respondió con voz más de sorpresa que de miedo -en caso de intento de
secuestro tienen orden estricta de no
salir de la cabina.
Por
supuesto sabía eso, pero así haría ver que sabía ceder a una petición razonable
cuando consintiera en, aparentemente, cambiar sus intenciones.- Bien, entonces
hágaselo llegar usted, aquí las tiene anotadas, y le entregó un papel en dónde
estaban anotadas una longitud y latitud. No sabía si los pilotos usaban la
misma notación, pero no le cabía duda de que sabrían interpretarlo.
Esperó a que la chica volviera,
había hablado con la cabina y deslizado la hoja por un resquicio de la puerta,
la dejó que se acercara antes de
increparla para que diera una respuesta - Y bien… .
-De momento han accedido a cambiar
el rumbo pues no se aparta mucho del original, pero le aconsejan que, mientras, reflexione y deponga su actitud y se entregue, hasta ahora no ha realizado
ninguna acción violenta y podría salir bien parado ante un tribunal.
-Me alegra oírlo, ya les dije que mis peticiones
eran sencillas, así que por tanto, y puesto que por ahora me las conceden sería
estúpido desperdiciar esa circunstancia, así que- y ahora levantó la voz para
que le oyeran directamente cuantos más pasajeros mejor- por favor, sigan en sus
asientos, y si alguien piensa que necesita levantarse por algún motivo que
llame al personal de la tripulación y espere a que estos me transmitan su
petición.
Después
de eso no había tenido que decir nada más y podía considerar que la primera
etapa se había saldado con éxito, realmente había muchas cosas que podrían
haber ido mal, aunque desde luego no por parte de la anciana, y por eso la había
elegido. Tenía alguien bajo amenaza
directa del que no debía temer un intento de agresión en una maniobra
defensiva desesperada, al menos no uno que no pudiera neutralizar sin mayor
esfuerzo.
Tampoco nadie había preguntado nada sobre el
tipo extraño de arma que llevaba, y siempre era mejor no dar explicaciones,
estaba tentado de pensar que la inversa de lo dicho antes era también cierto,
si parecía un arma, era un arma, y había tendido el cuidado de hacer que esa
ballesta, una vez montada, más pareciera una pistola de lo que realmente era.
El viaje
prosiguió en la tensa calma que era menester esperar y se acercaba el instante
de dar el siguiente paso, se dirigió a la salita de la tripulación y llamó a
dos de ellos, un fornido muchachote con pinta de campesino, y una azafata, no
Rosa, si no otra, de la que había hecho unas averiguaciones, gracias a un
azaroso golpe de fortuna, antes de tomar el vuelo, y sacó de la bolsa unos
collares, que les hizo ponerse, no sin aplacar una determinada reticencia.
-Bien,
ahora necesito una cierta privacidad así que voy a delegar en ustedes dos para
que mantenga el secuestro por mi. Para persuadirles de ello les informo que
estos collares tiene una pequeña carga explosiva que podría ser detonada si no
siguen mis instrucciones o se produjera un intento de desprenderse de ellos sin
que yo desactivara el código que acabo de introducir-. Bien, mantenían
la calma, al menos aparentemente, estaban bien aleccionados- por supuesto
también explotarían si a mi llegar a sucederme algo malo, así que confió en que
cuando les entregue unas pistolas para que puedan realizar esa vigilancia no
intentaran usarlas contra mi.- A continuación les entregó dos de sus
pistolas-ballesta y le explicó que se usaban cómo una semiautomática normal,
pero que disparaba dardos tranquilizantes de efecto rápido y con poca capacidad
de perforación con lo cuál si erraban el disparo no había riesgo de que se
perforara el fuselaje y se
despresurizara la cabina, amen de que siempre era más fácil disparar si
sabías que no ibas a matar al objetivo.
-Por
favor, recapacite, cómo dijo mi compañera hasta ahora no había realizado nada
grave, pero esto es algo ya realmente grave.- Lo había dicho la azafata
seleccionada, una morena, alta, atractiva, de pelo en media melena, y
constitución atlética, de origen asiático, surcoreana para más señas, que
respondía al nombre de Hanna.
-Agradezco
su preocupación por mi, pero sigue siendo cierto lo expuesto antes, no voy a
pedir nada inotorgable, y si hago esto es sólo porque necesito hacer unos
pequeños preparativos de los que no puedo ocuparme mientras mantengo a la gente
de ahí fuera vigilada. De hecho ya no
voy a pedir más de lo que ya me han dado, únicamente que cuando lleguen al
destino señalado bajen el avión a unos 200 metros sobre el nivel del mar y que
reduzcan la velocidad casi hasta la de pérdida.
-Perdone,
pero quiero asegurarme de haber entendido bien, por velocidad de pérdida, ¿A
que se refiere?-, inquirió Hanna, -por un momento pensé responder: “Me refiero,
a la mínima velocidad que puede tener un avión de tal forma que la fuerza de
sustentación, producida por la diferencia de presión entre la parte inferior y
superior de las alas, debida a la diferencia de velocidad a la que circula el
aire entre ambas zonas ocasionada por el perfil de las alas, que por eso se
hacen de esa forma, es superior al peso del avión y lo mantienen en el aire,
¿Queda aclarado a su satisfacción?”-. En cambio me limité a decir - no se
preocupe, cuénteselo tal cual se lo he dicho a los pilotos que ellos lo
entenderán perfectamente- no sabía que carrera estaba estudiando y es posible
que conociera la ecuación de Benouilli para fluidos, en cualquier caso era mala
idea revelar que el si la sabía, cuanto menos supieran de él mejor, por si
acaso. Y tras la pausa que me llevó pensar esto añadí -“y luego abandonen todos
ustedes esta sala, excepto usted, y le agradecería que oficiara a partir de
ahora de contacto entre yo mismo y el resto de ocupantes”.
La había elegido a ella, por que sabía que
había ganado algunos campeonatos de hapkido, el arte marcial mas completo de su
país de origen, en la universidad y que
acudía regularmente a clubes de tiro, algo relativamente común en la sociedad
estadounidense pero no tanto -no en absoluto- en Europa, y la mayoría de los
pasajeros eran europeos, con lo cuál era la persona más facultada para
patrullar el avión frente a unos turistas que regresaban de sus vacaciones sin
ganas de meterse en follones. Escogí al otro tripulante que la ayudaría por
motivo de su físico, el tamaño siempre era disuasorio.
Ahora le tocaba ocuparse de la parte que menos le gustaba, hasta ese memento estaba operando con factores y tecnología que conocía, pero ya no sería así, a partir de ahora. Desde ya mismo debía confiar en los artefactos diseñados por una organización -distinta de la suya, mas lúdica, y la que había creado los dispositivos SQUID y el Holoter- con la que colaboraba y que había planeado, es un decir, la acción que estaba perpetrando, y el caso era ¡que no se fiaba de ellos!
Los había conocido hacía unos años a través del Internet, eran gente con intereses en diversos aspectos de ciencia pura y tecnología, varios de ellos hackers informáticos, aunque también había físicos, matemáticos, biólogos, ingenieros de diversas disciplinas, etc., todos ellos unidos por un medio ideología, que la sociedad actual era un sociedad tecnológica y que no era sensato que los medios de poder económico y social estuvieran en manos de gente que en su mayor parte eran analfabetos científicos.
Una parte de ellos habían decidido dar un paso más e intentaban llevar a la práctica esa teoría, para ello se basaban en uno de los principios básicos de su movimiento intelectual, la ciencia para los científicos, es decir, hasta la época de la historia actual los avances en ciencia, y sobre todo la tecnología que de ellos se derivaba, eran puestos a disposición de la sociedad y el acceso a ellos se basaba principalmente en el nivel económico del individuo. Los ordenadores y dispositivos derivados, habían cambiado eso un poco pues requerían una cierta formación para sacarles provecho, pero básicamente así era.
Bien, la propuesta era obvia, toda la ciencia que el grupo creara no sería de dominio público, y sólo la gente con capacidad para entenderla podría utilizarla. El problema con esto, y la razón por la que no se fiaba de ellos, es que no parecía que hubieran producido mucha ciencia, por supuesto era inevitable que un movimiento con esas premisas atrajera a su seno a gente fantasiosa, independientemente del rigor de su formación técnica, más dados a leer sobre ciencia que a crearla, y claro, también había algunos que para abreviar podía tildarse de chiflados.
El mismo había hecho algunas aportaciones no especialmente relevantes a la física teórica, en particular a la teoría de cuerdas, y una un poco más interesante a nivel práctico en el campo de la física aplicada.
En concreto basándose en la teoría de soluciones con topología no
trivial de las ecuaciones de Maxwell para configuraciones en las que las ecuaciones
se tornaban no lineales, básicamente en plasmas, conocidas cómo teoría de nudos
electromagnéticos, o más coloquialmente por teoría de rayos bola, pues aunque no estaba definitivamente probado
se pensaba que el fenómeno meteorológico de los rayos bola eran manifestaciones
de este tipo de soluciones a las ecuaciones, teoría que conocía bien pues era
la tesis doctoral de un amigo, había esbozado cómo construir aparatos que
permitieran producir a voluntad configuraciones de campos magnéticos con
grandes anudamientos, lo cuál era útil ya que esas configuraciones disipaban
menos la energía electromagnética, por eso los rayos bola existían por varios
minutos, en contraste con los ordinarios que duraban del orden de un segundo (y
aún eso era algo cuya explicación no estaba clara); esos aparatos podría ser muy aprovechables cómo
medios de mantener acumuladas grande concentraciones de energía, lo cuál por
supuesto abría el horizonte a grandes avances en tecnología portátil,
curiosamente no había recibido ninguna remuneración económica por esa labor, y
eso que a el le parecía que muchos de los “avances” científicos de la
organización se apoyaban en la elaboración de ese trabajo
Había llegado el momento decisivo, iba a activar el explosivo, cruzó los dedos. ¡Bien!, seguía vivo, que ya era algo, se suponía que lo que había hecho era iniciar una secuencia de pasos que terminarían provocando la restauración momentánea en una pequeña zona de la simetría SU(2)xU(1) por la acción de un potentísimo campo magnético que produciría una explosión convencional en un mecanismo construido con ese fín. En esa zona la materia pasaría a carecer de masa y se desintegraría, una vez desaparecido el campo magnético la simetría volvería a romperse, probablemente hacia una configuración distinta a la actual y la materia antes desintegrada volvería recombinarse, y el balance energético del proceso sería favorable, el 80% de la masa se convertiría en fotones de muy alta energía, la apariencia externa del fenómeno sería la de una súper explosión.
Se suponía que la maleta que contenía el artefacto sería expelida del avión, en esa zona en medio del océano pacífico, la región deshabitada más extensa del plantea. Una vez fuera de la aeronave un sistema basado en un globo meteorológico alzaría la maleta a la ionosfera dónde la explosión sería lo mas inocua posible. De realizarse a nivel del mar originaría un maremoto que superaría el de Krakatoa, eso es lo que le habían dicho, pero había muchos puntos oscuros. Para empezar no se había encontrado todavía el dichoso bosón de Highs y la teoría podía no tener sentido, y no habían tenido en cuenta los bosones vectoriales X y las simetrías de unificación tipo SU(5), todo lo cuál arrojaba una gran sombra sobre el propósito de la misión.
Supuestamente iba a ser una demostración de fuerza ante todas las naciones que serviría para crear una disposición de “buena voluntad”, cuando se fueran exponiendo las “sugerencias” del movimiento sobre la organización económica global, pero claro, si la explosión era mucho más floja, cómo suponía, la más obvia lectura del evento era una amenaza terrorista convencional, “o nos dais lo que queremos o ponemos petardos por todos lados. En el fondo incluso si el súper explosivo era una realidad la situación no era muy diferente, excepto por el pequeño detalle de que sólo haría falta poner un petardo para destruir los USA, por ejemplo, con lo cuál se supone que nunca se usaría y estaríamos en una nueva situación de guerra fría, con lo cuál el camino de las negociaciones seguiría unos derroteros distintos a los que se transitan en el trato con terroristas.
Pero claro, cómo dar crédito
a todo eso cuando había tenido que medio pelearse con la organización para que
le financiaran los gastos del viaje, ¿Cómo un grupo así podría haber
desarrollado una tecnología tan compleja? Basta comparar con la ingente
cantidad de recursos que debió aportar el gobierno americano para desarrollar
el proyecto Manhatan que produciría la
primera bomba atómica, y que dicho sea de paso sólo se emplearon por la
situación de guerra imperante, y añádase que desde entonces el prestigio de la
física de altas energías ha ido en continuo deterioro, con el consiguiente
declive de las aportaciones económicas a los que la cultivan. Y otra lección a
sacar del proyecto Manhatan es que los americanos no estaban seguros del orden
de magnitud de la energía liberada, ¿Por qué habría de ser ahora mejor la
situación si de verdad íbamos a romper una simetría fundamental del universo?.
Pero ya había sopesado todas estas consideraciones y había decidido seguir adelante con el plan, eso sí, con su propia variante. Lo previsto era que él abandonara el avión algún tiempo después que la maleta, cuando ya estuvieran cerca de tierra, y dejase una holografía suya y un sistema de altavoces dentro de una habitación cerrada, tratando de mantener el mayor tiempo posible la ficción de que seguía en el avión, lapso que aprovecharía para ser recogido por un segundo avión, este fletado por la organización, que lo alejaría de la zona de la explosión. Y el debía confiar en eso, ¡igual podrían haberle dicho que lo pilotaría Papa Noel!, les creería lo mismo.
En cambio había decidido que si bien montaría la tramoya del
holograma y todo lo demás el seguiría en el vuelo, escondido en la zona de
equipaje, usaría para poder moverse entre los pasajeros una de las tecnologías
en las que su organización podía considerarse pionera era el efecto “predator”,
un sistema de camuflaje que consistía en captar las imágenes que llegaban a un
objeto por un lado y proyectarlas por el otro, si eso se hacía correctamente
ese objeto se volvía virtualmente invisible. Recientemente un grupo de
ingenieros japoneses habían sacado un prototipo muy burdo, pero el había tenido
esa idea tiempo ha y alguien en la organización había sabido llevarla a la
práctica..
Y en ese punto se apagaban sus recuerdos, lo siguiente que recordaba era haberse despertado en una habitación de un hotel, en un país de habla inglesa. Por los noticiarios se enteró del destino del avión y sus ocupantes,. El avión había estallado justo antes de llegar a la plataforma continental, con lo cuál sus restos se habían hundido a una profundidad de unos 7 kilómetros. De los pasajeros, no faltaba ninguno, alguien debía haber ocupado su lugar, y ellos y la tripulación aparecieron unos días después en una playa cercana al destino previsto del vuelo hacinados en una chalupa, sin ningún recuerdo de lo sucedido, pero por lo demás en excelente estado de salud.
Con eso su participación en todo el asunto estaba borrada, Ni el más hábil
de los policías científicos sería capaz de encontrar una muestra incriminatoria
en los restos dispersos de un avión sumergido durante varios días, o tal vez
meses para cuando los pudieran rescatar. Y los pasajeros no le recordaban, y no
había llegado a tocar a ninguno, había tenido buen cuidado de ello.
La explosión era el tema estrella de todos
los noticiarios, había sido un poco mayor de la magnitud que se esperaba, y
pese a la altura en que se produjo, y lo tenue de la atmósfera circundante,
había sido capaz de transmitir una onda de choque al océano capaz de provocar
un pequeño tsunami y provocar algunas víctimas.
Eso causó que la organización fuera más
prudente en sus reivindicaciones y optara por el plan B, divulgar en Internet
el medio por el que cualquier país podría poner en jaque al más poderoso,
desviar órbitas de grandes meteoritos en órbitas cercanas a la colisión. El
catalogo de meteoritos potencialmente peligrosos ya incluía unos cuantos, el más conocido de ellos con un punto de aproximación peligrosa en el 2013.
Todo esto convertía la tierra en blanco de
tiro y hacía que la colonización del espacio se volviera una prioridad si no se
quería que la toda la humanidad estuviera en la misma cesta cuando alguien se
dedicara a apedrear los huevos del famoso refrán. Esa colonización obligaría a
un renacimiento de la investigación científica y sacaría a la humanidad del
peligroso periodo de estancamiento en el que se hallaba, aunque no fuera
consciente de ello, que al fin y a la
postre era la justificación moral, y el objetivo, de el sistema ideológico de
el grupo al que se había aliado.
No se sentía sorprendido por la pérdida de
memoria suya y del resto, había aprovechado su jueguecito con los sobres de
azúcar para impregnarlos con una sustancia que inhibía la consolidación de la
memoria inmediata. El hecho de que la azafata pensaba que estaba intentando
ligar con ella le ayudó a que no sospechara pues había observado que la mayoría
de las mujeres no prestaban atención a otra cosa en esa situación.
Evidentemente había encontrado alguna manera, probablemente la prevista, de que
todo el mundo tomara una bebida con esa azúcar disuelta.
Sin embargo el plan inicial contemplaba que
el mismo perdiera la memoria sólo bajo ciertas circunstancias no favorables,
afortunadamente nadie de la organización había intentado ponerse en contacto
con él y eso indicaba que el subterfugio
pergeñado para hacerles pensar que había muerto debía haber funcionado
pese a todo.
De todas formas intentaría discretamente verificarlo, se suponía que todos los miembros adscritos eran anónimos, ventajas de la red de redes, y que podría seguir con su vida normal, pero no estaba de más asegurarse, había dado recientemente con unos datos alarmantes, de un tiempo a esta parte, por algún motivo, mucha gente que representaba un obstáculo para sus propósitos estaban muriendo en accidentes tontos, y el no creía demasiado en las casualidades así que debía averiguar que pasaba.
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