domingo, 8 de septiembre de 2024

Secuestro Aéreo

Me he dado cuenta de que no había publicado aún este relato en el blog. Es uno de los primeros que escribí, y su trama se enlaza con otros que sí están publicados. Es interesante que, pese a que ya tiene mas de ¿10, 16, 20? años, muchas de las cuestiones que aborda no sólo siguen vigentes sino que se han acentuado en gran medida.


------------------------------------------------------------------------------------------------------


   Observaba el trasiego de la muchedumbre en el transitado aeropuerto, gente de las  más diversas condiciones iban y venían, y cómo en todos los lados la mayoría de ellos tenían un rasgo en común, apenas entendían de ciencia y eran felices en su ignorancia. Una rolliza señorona de mediana edad se paró cerca suyo buscando un lugar  tranquilo para poder continuar ,sin que la molestara el ruido, su banal conversación por su móvil de última generación capaz de transmitir señal de video además de audio.

 

  En los cuentos de hadas un dispositivo así funcionaría mediante magia  (por lo que la señora comprendía la ciencia detrás de su juguete no se daría cuenta si alguien le cambiara el móvil por una versión nigromántica)  y ,muy juiciosamente, sólo los versados en la hechicería podían acceder a ellos y sabían cómo usarlos. En ese insensato mundo moderno tiranizado por la producción industrial la magia podía comprarse en los supermercados. Pero eso iba a cambiar, para eso estaba el allí.

 

En cierto modo era algo muy triste que su tarea no fuese muy complicada. Pese a la larga --y muy poco honorable--  tradición  de tomar cómo rehenes a los pasajeros de un avión y amenazar sus vidas para conseguir los más variados propósitos aún no había un sistema medianamente eficiente de  garantizar ese aspecto de la seguridad del  viajero y que los únicos problemas de su vuelo fueran los que dispusieran los elementos meteorológicos, la mecánica de la aeronave o los despistes del piloto o la tripulación.

 

Y lamentaba  unirse a la lista de terroristas --no dudaba que de tal le tildarían--  pues le gustaban los aviones, por si mismos y por lo que representaban, al fin y al cabo volar era uno de los logros más deslumbrantes de la ciencia.

 

Atravesar la puerta de entrada a la aeronave era el primer obstáculo. Una absurda iniciativa de los USA había provocado que unos cuantos aviones fueran provistos con una estrafalaria tecnología que supuestamente podría detectar a un terrorista. Dispositivos SQUID detectaban la actividad magnética del cerebro y, supuestamente, podían detectar patrones anormales que indicarían el estado de tensión psicológica propia de un terrorista. A punto de actuar.

 

Por supuesto ningún psicólogo con el que había hablado le daba mucho crédito al invento. De todas formas era mejor prevenir; y cómo resaltaba que en el grupito de técnicos de la NASA que habían desarrollado el dispositivo había un colaborador del grupo que había preparado ese secuestro ese escollo podía salvarse fácilmente.

 

 El caso de ese empleado de la NASA era muy representativo de la serie de desaguisados que habían causado la formación de su grupo. Un recién licenciado en física teórica y en física de la materia condensada (superconductores) con un currículum excepcional que había declinado hacer una tesis doctoral a favor de trabajar en el proyecto Podkletnov. Este consistía en intentar reproducir el experimento de Eugene Podkletnov en el cuál habían aparecido claras trazas de apantallamiento de la gravedad durante la descarga de un superconductor. Desafortunadamente el gobierno americano invertía muy poco dinero en su agencia  espacial y el pobre chaval había terminado dedicándose a investigar en un tema que no le interesaba nada. Por supuesto en cuanto se enteró de la existencia de nuestro grupo no tardó en apoyarnos y hacernos llegar las contramedidas que el propio gobierno había desarrollado contra el aparatito. Después de todo sus agentes secretos eran firmes candidatos a dar un positivo en el sistema de detección, y eso era algo que no podía permitirse. Unos microimanes de intensidad programable se colocaban en una fina lámina flexible que podía camuflarse cómo base de una peluca. Estos imanes podía reproducir la actividad magnética del cerebro tal cómo la veían los detectores. Bastaba programarlos con la distribución de un cerebro en su actividad normal.

 

 

El despegue había ido sin problemas y aún restaban unas cuantas horas para llegar al punto dónde pasaría a la ejecución de sus planes, hasta entonces pensaba terminar de leer un capítulo del libro que había elegido para amenizarle el vuelo y si se cansaba intentaría confraternizar con alguna de las azafatas que siempre le habían parecido gente interesante, al menos lo eran las dos que conocía.

 

Se había quedado adormilado, ¡y eso que decían que era una persona nerviosa!, y al desperezarse se asomó a la ventanilla y vio que ya estaban sobre el océano, miró la hora y comprobó que si no había habido anomalías en el vuelo aún faltaba una media hora para llegar al sitio señalado. Para asegurarse de que así era llamó a una de las azafatas, la rubita del pelo corto, y le explicó lo de su medio siesta inquiriéndole si ya habían  pasado sobre las islas - sólo sobrevolarían unas en su trayecto así que no hizo falta decir el nombre-. Esta respondió afirmativamente y dado que para esa hora casi todo el mundo estaba tranquilo y un poco cansado, algunos dormitando igual que había hecho él, pudo extenderse un poco en su conversación. Le valió para observar que la chica estaba relajada, señal de que todo iba bien( algo de lo que no estaba de mas asegurarse) y para enterarse un poco de la vida de la chica. Como suponía esta era interesante, aunque la verdad ese día estaba contento, expectante por lo que se disponía a llevar a cabo y le habría parecido interesante cualquier tema; entre otras cosas charlaron sobre los bebés de diseño, sus pros y contras genéticos y sobre cómo afectaría a las costumbres sociales.

 

Por supuesto esa conversación tenía un propósito oculto, hacer unos cuantos holoters de la chica y su bolso. Al embarcar se había fijado discretamente en que ella era la que llevaba las llaves de acceso a las cubiertas inferiores y probablemente al resto de lugares reservados del avión. El programa de análisis le había indicado, mediante una leve descarga  eléctrica en su muslo, que ya había suficientes para reconstruir la estructura tridimensonal de las llaves. Los dispositivos SQUID (imanes  ultrasensibles basados en sistemas de interferencia cuántica en superconductores a través de la uniones Josepshon paralelas. Los superconductores requerían temperaturas muy bajas que impedían montarlas en dispositivos comerciales, salvo que se tuvieran superconductores a temperatura ambiente, algo de lo que él disponía, pero el resto del mundo normal  no)   confirmaron que esas llaves no usaban ninguna codificación magnética. El holoter era producto de una de esas investigaciones académicas prometedoras que luego no se plasmaban en nada. La clave era que las frecuencias electromagnéticas en el orden de los teraherzios podían atravesar objetos opacos para las frecuencias visibles, como la ropa o el plástico, pero eran reflejados por otros materiales de otro tipo. Dependiendo de la frecuencia exacta se podía hacer que fueran visibles los metales dentro de un bolso, o la piel humana debajo de la ropa, y mas objetos que en ese momento no recordaba. Usar esa tecnología para un dispositivo holográfico también era una de esos lujos de los que sólo un grupo muy exclusivo -que no incluía políticos o empresarios millonarios- disponía.

 

Bueno, había llegado el momento, había vuelto a los lavabos, esta vez acompañado de la bolsa en la que llevaba su pequeño arsenal, cuando planeó su estratagema decidió que  no podía saber en que condiciones debería montar las armas a partir de las piezas en que las había dividido así que se había  entrenado a hacerlo sin sacarlas de la bolsa hasta tenerlas completamente ensambladas, simulando que estaba buscando alguna cosa que se escondía de mala manera entre los bultos. Tenía varios tipos de armas pero con el fin de simular el verdadero cariz del problema al que se iban a enfrentar sus acompañantes en el vuelo, lo cuál era bueno para evitar inoportunas histerias, primero  emplearía lo más “rústico” de su armamento.

 Consistía en una especie de mini ballesta  que podía disparar unos dardos de los que diría que estaban impregnados de sustancias químicas,   algunas  venenosas y otras narcóticas, todo ella construida en materiales plásticos ajenos a los detectores de metales y formada por piezas que tenían formas poco sospechosas. Había un mito de que la seguridad visible en los aeropuertos era la menos importante, cosa harto dudosa pues los sistemas tecnológicos de vigilancia tipo rayos x y similares eran demasiado voluminosos para esconderlos, en fin, el seguía al respecto una máxima que había leído una vez, si no parece un arma nadie hará preguntas, y fuera cierto o no hasta ahora le había funcionado, vale, llegaba el momento más crítico, empezar al representación y hacerse creíble arriesgando lo menos posible.

 

Abrió la puerta del aseo y se dirigió directo a una anciana que se sentaba sola allí cerca, sacó la ballesta que llevaba medio oculta bajo la chaqueta y la apuntó al cuello de la señora que lanzó, tras un algo ridículo respingo, un gritito que atrajo la atención de los pasajeros. Por un momento la dejó que siguiera con unos medio balbuceos incoherentes que podía ver estaban causando que los que se fijaban en ellos empezaran a asustarse. Eso estaba bien, le estaba ahorrando trabajo, pero llegaba su turno de intervenir.

-Por favor señora, vaya calmándose-  dijo, y luego volviéndose al resto -cómo pueden suponer esto es un secuestro, cómo las peticiones que haré a cambio de su liberación son muy sencillas y razonables es probable que me las concedan y no se arriesguen en maniobras de rescate, así que sería estúpido que cualquiera de ustedes corriera ese riesgo inútil- . Bien, el tono de voz había sonado firme y no había titubeado.

 

            -Por favor azafata- dijo dirigiéndose a aquella con la que había hablado antes, Rosa dijo que se llamaba, -haga salir a alguno de los copilotos para que pueda indicarle el nuevo rumbo.

-Lo siento- respondió con voz más de sorpresa que de miedo -en caso de intento de secuestro tienen orden estricta  de no salir de la cabina.

Por supuesto sabía eso, pero así haría ver que sabía ceder a una petición razonable cuando consintiera en, aparentemente, cambiar sus intenciones.- Bien, entonces hágaselo llegar usted, aquí las tiene anotadas, y le entregó un papel en dónde estaban anotadas una longitud y latitud. No sabía si los pilotos usaban la misma notación, pero no le cabía duda de que sabrían interpretarlo.

 

            Esperó a que la chica volviera, había hablado con la cabina y deslizado la hoja por un resquicio de la puerta, la dejó que se acercara  antes de increparla para que diera una respuesta - Y bien… .

 

            -De momento han accedido a cambiar el rumbo pues no se aparta mucho del original, pero le aconsejan que, mientras, reflexione y deponga su actitud y se entregue, hasta ahora no ha realizado ninguna acción violenta y podría salir bien parado ante un tribunal.

-Me  alegra oírlo, ya les dije que mis peticiones eran sencillas, así que por tanto, y puesto que por ahora me las conceden sería estúpido desperdiciar esa circunstancia, así que- y ahora levantó la voz para que le oyeran directamente cuantos más pasajeros mejor- por favor, sigan en sus asientos, y si alguien piensa que necesita levantarse por algún motivo que llame al personal de la tripulación y espere a que estos me transmitan su petición.

 

Después de eso no había tenido que decir nada más y podía considerar que la primera etapa se había saldado con éxito, realmente había muchas cosas que podrían haber ido mal, aunque desde luego no por parte de la anciana, y por eso la había elegido. Tenía alguien bajo amenaza  directa del que no debía temer un intento de agresión en una maniobra defensiva desesperada, al menos no uno que no pudiera neutralizar sin mayor esfuerzo.

 

 Tampoco nadie había preguntado nada sobre el tipo extraño de arma que llevaba, y siempre era mejor no dar explicaciones, estaba tentado de pensar que la inversa de lo dicho antes era también cierto, si parecía un arma, era un arma, y había tendido el cuidado de hacer que esa ballesta, una vez montada, más pareciera una pistola de lo que realmente era.

 

El viaje prosiguió en la tensa calma que era menester esperar y se acercaba el instante de dar el siguiente paso, se dirigió a la salita de la tripulación y llamó a dos de ellos, un fornido muchachote con pinta de campesino, y una azafata, no Rosa, si no otra, de la que había hecho unas averiguaciones, gracias a un azaroso golpe de fortuna, antes de tomar el vuelo, y sacó de la bolsa unos collares, que les hizo ponerse, no sin aplacar una determinada reticencia.

-Bien, ahora necesito una cierta privacidad así que voy a delegar en ustedes dos para que mantenga el secuestro por mi. Para persuadirles de ello les informo que estos collares tiene una pequeña carga explosiva que podría ser detonada si no siguen mis instrucciones o se produjera un intento de desprenderse de ellos sin que yo desactivara el código que acabo de introducir-. Bien, mantenían la calma, al menos aparentemente, estaban bien aleccionados- por supuesto también explotarían si a mi llegar a sucederme algo malo, así que confió en que cuando les entregue unas pistolas para que puedan realizar esa vigilancia no intentaran usarlas contra mi.- A continuación les entregó dos de sus pistolas-ballesta y le explicó que se usaban cómo una semiautomática normal, pero que disparaba dardos tranquilizantes de efecto rápido y con poca capacidad de perforación con lo cuál si erraban el disparo no había riesgo de que se perforara el fuselaje y se  despresurizara la cabina, amen de que siempre era más fácil disparar si sabías que no ibas a matar al objetivo.

 

-Por favor, recapacite, cómo dijo mi compañera hasta ahora no había realizado nada grave, pero esto es algo ya realmente grave.- Lo había dicho la azafata seleccionada, una morena, alta, atractiva, de pelo en media melena, y constitución atlética, de origen asiático, surcoreana para más señas, que respondía al nombre de Hanna.

-Agradezco su preocupación por mi, pero sigue siendo cierto lo expuesto antes, no voy a pedir nada inotorgable, y si hago esto es sólo porque necesito hacer unos pequeños preparativos de los que no puedo ocuparme mientras mantengo a la gente de ahí fuera vigilada. De hecho ya  no voy a pedir más de lo que ya me han dado, únicamente que cuando lleguen al destino señalado bajen el avión a unos 200 metros sobre el nivel del mar y que reduzcan la velocidad casi hasta la de pérdida.

-Perdone, pero quiero asegurarme de haber entendido bien, por velocidad de pérdida, ¿A que se refiere?-, inquirió Hanna, -por un momento pensé responder: “Me refiero, a la mínima velocidad que puede tener un avión de tal forma que la fuerza de sustentación, producida por la diferencia de presión entre la parte inferior y superior de las alas, debida a la diferencia de velocidad a la que circula el aire entre ambas zonas ocasionada por el perfil de las alas, que por eso se hacen de esa forma, es superior al peso del avión y lo mantienen en el aire, ¿Queda aclarado a su satisfacción?”-. En cambio me limité a decir - no se preocupe, cuénteselo tal cual se lo he dicho a los pilotos que ellos lo entenderán perfectamente- no sabía que carrera estaba estudiando y es posible que conociera la ecuación de Benouilli para fluidos, en cualquier caso era mala idea revelar que el si la sabía, cuanto menos supieran de él mejor, por si acaso. Y tras la pausa que me llevó pensar esto añadí -“y luego abandonen todos ustedes esta sala, excepto usted, y le agradecería que oficiara a partir de ahora de contacto entre yo mismo y el resto de ocupantes”.

 

  La había elegido a ella, por que sabía que había ganado algunos campeonatos de hapkido, el arte marcial mas completo de su país de origen,  en la universidad y que acudía regularmente a clubes de tiro, algo relativamente común en la sociedad estadounidense pero no tanto -no en absoluto- en Europa, y la mayoría de los pasajeros eran europeos, con lo cuál era la persona más facultada para patrullar el avión frente a unos turistas que regresaban de sus vacaciones sin ganas de meterse en follones. Escogí al otro tripulante que la ayudaría por motivo de su físico, el tamaño siempre era disuasorio.

 

            Ahora le tocaba ocuparse de la parte que menos le gustaba, hasta ese memento estaba operando con factores y tecnología que conocía, pero  ya no sería así,  a partir de ahora. Desde ya mismo debía confiar en los artefactos diseñados por una organización -distinta de la suya, mas lúdica, y la que había creado los dispositivos SQUID y el Holoter- con la que colaboraba y que había planeado, es un decir, la acción que estaba perpetrando, y el caso  era ¡que no se fiaba de ellos! 

Los había conocido hacía unos años a través del Internet,  eran gente con intereses en diversos aspectos de ciencia pura y tecnología, varios de ellos hackers informáticos, aunque también había físicos, matemáticos, biólogos, ingenieros de diversas disciplinas, etc., todos ellos unidos por un medio ideología, que la sociedad actual era un sociedad tecnológica y que no era sensato que los medios de poder económico y social estuvieran en manos de gente que en su mayor parte  eran analfabetos científicos. 

Una parte de ellos habían decidido dar un paso más e intentaban llevar a la práctica esa teoría, para ello se basaban en uno de los principios básicos de su movimiento intelectual, la ciencia para los científicos, es decir, hasta la época de la historia actual los avances en ciencia, y sobre todo la tecnología que de ellos se derivaba, eran puestos a disposición de la sociedad y el acceso a ellos se basaba principalmente en el nivel económico del  individuo. Los ordenadores y dispositivos derivados, habían cambiado eso un poco pues requerían una cierta formación para sacarles provecho, pero básicamente así era.  

Bien, la propuesta era obvia, toda la ciencia que el grupo creara no sería de dominio público, y sólo la gente con capacidad para entenderla podría utilizarla. El problema con esto, y la razón por la que no se fiaba de ellos, es que no parecía que hubieran producido mucha ciencia, por supuesto era inevitable que un movimiento con esas premisas atrajera a su seno a gente fantasiosa, independientemente del rigor de su formación  técnica, más dados a leer sobre ciencia que a crearla,  y claro, también había algunos que para abreviar podía tildarse de chiflados. 

El mismo había hecho algunas aportaciones  no especialmente relevantes a la física teórica, en particular a la teoría de cuerdas, y una un poco más interesante a nivel práctico en el campo de la física aplicada. 

En concreto basándose en  la teoría de soluciones con topología no trivial de las ecuaciones de Maxwell para configuraciones en las que las ecuaciones se tornaban no lineales, básicamente en plasmas, conocidas cómo teoría de nudos electromagnéticos, o más coloquialmente por teoría de rayos bola,  pues aunque no estaba definitivamente probado se pensaba que el fenómeno meteorológico de los rayos bola eran manifestaciones de este tipo de soluciones a las ecuaciones, teoría que conocía bien pues era la tesis doctoral de un amigo, había esbozado cómo construir aparatos que permitieran producir a voluntad configuraciones de campos magnéticos con grandes anudamientos, lo cuál era útil ya que esas configuraciones disipaban menos la energía electromagnética, por eso los rayos bola existían por varios minutos, en contraste con los ordinarios que duraban del orden de un segundo (y aún eso era algo cuya explicación no estaba clara); esos  aparatos podría ser muy aprovechables cómo medios de mantener acumuladas grande concentraciones de energía, lo cuál por supuesto abría el horizonte a grandes avances en tecnología portátil, curiosamente no había recibido ninguna remuneración económica por esa labor, y eso que a el le parecía que muchos de los “avances” científicos de la organización se apoyaban en la elaboración de ese trabajo

 

            Había llegado el momento decisivo, iba a activar el explosivo, cruzó los dedos. ¡Bien!, seguía vivo, que ya era algo, se suponía que lo que había hecho era iniciar una secuencia de pasos que terminarían provocando la restauración momentánea en una pequeña zona de la simetría SU(2)xU(1) por la acción de un potentísimo campo magnético que produciría una explosión convencional en un mecanismo construido con ese fín. En esa zona la materia pasaría a carecer de masa y se desintegraría, una vez desaparecido el campo magnético la simetría volvería a romperse, probablemente hacia una configuración distinta a la actual y la materia antes desintegrada volvería recombinarse, y el  balance energético del proceso sería favorable, el 80% de la masa se convertiría en fotones de muy alta energía, la apariencia externa del fenómeno sería la de una súper explosión.

  Se suponía que la maleta que contenía el artefacto sería expelida del avión, en esa zona en medio del océano pacífico, la región deshabitada más extensa del plantea. Una vez fuera de la aeronave un sistema basado en un globo meteorológico alzaría la maleta a  la ionosfera dónde la explosión sería lo mas inocua posible. De realizarse a nivel del mar originaría un maremoto que superaría el de Krakatoa, eso es lo que le habían dicho, pero había muchos puntos oscuros. Para empezar no se había encontrado todavía el dichoso bosón de Highs y la teoría podía no tener sentido, y no habían tenido en cuenta los bosones vectoriales X y las simetrías de unificación tipo SU(5), todo lo cuál arrojaba una gran sombra sobre el propósito de la misión.

 Supuestamente iba a ser una demostración de fuerza ante todas las naciones que serviría para crear una disposición de “buena voluntad”, cuando se fueran exponiendo las “sugerencias” del movimiento sobre la organización económica global, pero claro, si la explosión era mucho más floja, cómo suponía, la más obvia lectura del evento era una amenaza terrorista convencional, “o nos dais lo que queremos o ponemos petardos por todos lados.  En el fondo incluso si el súper explosivo  era una realidad la situación no era muy diferente, excepto por el pequeño detalle de que sólo haría falta poner un petardo para destruir los USA, por ejemplo, con lo cuál se supone que nunca se usaría y estaríamos en una nueva situación de guerra fría, con lo cuál el camino de las negociaciones seguiría unos derroteros distintos a los que se transitan en el trato con terroristas. 

Pero claro, cómo dar crédito a todo eso cuando había tenido que medio pelearse con la organización para que le financiaran los gastos del viaje, ¿Cómo un grupo así podría haber desarrollado una tecnología tan compleja? Basta comparar con la ingente cantidad de recursos que debió aportar el gobierno americano para desarrollar el proyecto Manhatan  que produciría la primera bomba atómica, y que dicho sea de paso sólo se emplearon por la situación de guerra imperante, y añádase que desde entonces el prestigio de la física de altas energías ha ido en continuo deterioro, con el consiguiente declive de las aportaciones económicas a los que la cultivan. Y otra lección a sacar del proyecto Manhatan es que los americanos no estaban seguros del orden de magnitud de la energía liberada, ¿Por qué habría de ser ahora mejor la situación si de verdad íbamos a romper una simetría fundamental  del universo?.

 

            Pero ya había sopesado todas estas consideraciones y había decidido seguir adelante con el plan, eso sí, con su propia variante. Lo previsto era que él abandonara el avión algún tiempo después que la maleta, cuando ya estuvieran cerca de tierra, y dejase una holografía suya y un sistema de altavoces dentro de una habitación cerrada, tratando de mantener el mayor tiempo posible la ficción de que seguía en el avión, lapso que aprovecharía para ser recogido por un segundo avión, este fletado por la organización, que lo alejaría de la zona de la explosión. Y el debía confiar en eso, ¡igual podrían haberle dicho que lo pilotaría Papa Noel!, les creería lo mismo. 

En cambio había decidido que si bien montaría la tramoya del holograma y todo lo demás el seguiría en el vuelo, escondido en la zona de equipaje, usaría para poder moverse entre los pasajeros una de las tecnologías en las que su organización podía considerarse pionera era el efecto “predator”, un sistema de camuflaje que consistía en captar las imágenes que llegaban a un objeto por un lado y proyectarlas por el otro, si eso se hacía correctamente ese objeto se volvía virtualmente invisible. Recientemente un grupo de ingenieros japoneses habían sacado un prototipo muy burdo, pero el había tenido esa idea tiempo ha y alguien en la organización había sabido llevarla a la práctica..

 

  Y en ese punto se apagaban sus recuerdos, lo siguiente que recordaba era haberse despertado en una habitación de un hotel, en un país de habla inglesa. Por los noticiarios se enteró del destino del avión y sus ocupantes,. El avión había estallado justo antes de llegar a la plataforma continental, con lo cuál sus restos se habían hundido a una profundidad de unos 7 kilómetros. De los pasajeros, no faltaba ninguno, alguien debía haber ocupado su lugar, y ellos y la tripulación aparecieron unos días después en una playa cercana al destino previsto del vuelo hacinados en una chalupa, sin ningún recuerdo de lo sucedido, pero por lo demás en excelente estado de salud.

 Con eso su participación en todo el asunto estaba borrada, Ni el más hábil de los policías científicos sería capaz de encontrar una muestra incriminatoria en los restos dispersos de un avión sumergido durante varios días, o tal vez meses para cuando los pudieran rescatar. Y los pasajeros no le recordaban, y no había llegado a tocar a ninguno, había tenido buen cuidado de ello.

 

  La explosión era el tema estrella de todos los noticiarios, había sido un poco mayor de la magnitud que se esperaba, y pese a la altura en que se produjo, y lo tenue de la atmósfera circundante, había sido capaz de transmitir una onda de choque al océano capaz de provocar un pequeño tsunami y provocar algunas víctimas.

 

  Eso causó que la organización fuera más prudente en sus reivindicaciones y optara por el plan B, divulgar en Internet el medio por el que cualquier país podría poner en jaque al más poderoso, desviar órbitas de grandes meteoritos en órbitas cercanas a la colisión. El catalogo de meteoritos potencialmente peligrosos ya incluía unos cuantos, el más conocido de ellos con un punto de aproximación peligrosa en el 2013.

 

  Todo esto convertía la tierra en blanco de tiro y hacía que la colonización del espacio se volviera una prioridad si no se quería que la toda la humanidad estuviera en la misma cesta cuando alguien se dedicara a apedrear los huevos del famoso refrán. Esa colonización obligaría a un renacimiento de la investigación científica y sacaría a la humanidad del peligroso periodo de estancamiento en el que se hallaba, aunque no fuera consciente de ello, que  al fin y a la postre era la justificación moral, y el objetivo, de el sistema ideológico de el grupo al que se había aliado.

 

  No se sentía sorprendido por la pérdida de memoria suya y del resto, había aprovechado su jueguecito con los sobres de azúcar para impregnarlos con una sustancia que inhibía la consolidación de la memoria inmediata. El hecho de que la azafata pensaba que estaba intentando ligar con ella le ayudó a que no sospechara pues había observado que la mayoría de las mujeres no prestaban atención a otra cosa en esa situación. Evidentemente había encontrado alguna manera, probablemente la prevista, de que todo el mundo tomara una bebida con esa azúcar disuelta.

 

   Sin embargo el plan inicial contemplaba que el mismo perdiera la memoria sólo bajo ciertas circunstancias no favorables, afortunadamente nadie de la organización había intentado ponerse en contacto con él y eso indicaba que el subterfugio  pergeñado para hacerles pensar que había muerto debía haber funcionado pese a todo.

 

  De todas formas intentaría discretamente verificarlo, se suponía que todos los miembros adscritos eran anónimos, ventajas de la red de redes, y que podría seguir con su vida normal, pero no estaba de más asegurarse, había dado recientemente con unos datos alarmantes, de un tiempo a esta parte, por algún motivo, mucha gente que representaba un obstáculo para sus propósitos estaban muriendo en accidentes tontos, y  el no creía demasiado en las casualidades así que debía averiguar que pasaba.

 

 

 

 

domingo, 8 de agosto de 2021

La espada de Crom III

 Nada mas verle entrar me dí cuenta de que Crom tenía planes para mí ese día. Tampoco es que fuera muy difícil darse cuenta porqué el tipo era inconfundible, aspecto asiático, calvo, con un bigotitto fino, andares desgarbados, y un atuendo que, de no estar en ese local, y en esa fiesta ftetish en concreto, habría llamado la atención aún mas de lo que ya lo hacía.


Podría haberse dirigido al individuo directamente, pero prefirió estudiar sus movimientos. Por lo visto buscaba a alguien, imaginaba que a mí, aunque no parecía tener claro como reconocerme. Ví que buscaba a gente alta, muy musculada, con el torso desnudo, como el famoso bárbaro, vaya. Y, justo en ese local había unos pocos que respondían en parte al perfil. Desde la distancia, y con la música de fondo, no podía escuchar que les decía a los tipos a los que se decidía a hablar, pero, por su reacción, sospeché que era algo no muy conveniente. Hubiera preferido estudiarle más, pero temía que llamase demasiado la atención y causara algún incidente incómodo así que me dirigí yo a él.


– Hola. Creo que estás buscando a alguien...peculiar ¿puede ser?
– ¿Qué te hace pensar eso? – respondió con desgana.


– Bueno, digamos que … – Antes de poder seguir uno de los tipos con los que había hablado se acercó y dijo a voz en grito – Dice que es el enviado de Crom ¿Te lo puedes creer? Y está buscando al portador de no sé que espada.

– ¿Ah sí? Vaya personaje, respondí sonriendo al desconocido que nos había interrumpido, y luego, volviendo a mirar al oriental pregunté ¿Es cierto éso?

– ¿Y qué sí lo soy? Obviamente tú no eres el que busco, no hay mas que verte...

Me habría sentido ofendido de no ser porqué entendía perfectamente porqué lo decía. Aunque desde que tenía la espada había crecido unos cuantos centímetros no se podía afirmar que fuera alto. Y en cuanto a la musculatura, bueno, ahí había trampa. Al entrenar con espadas varias horas al día, aunque no fueran ni de lejos tan pesadas como la gente tendía a pensar, lo cierto es que se aumentaba la fuerza de hombros, brazos y antebrazos, se quisiera o no. Mas allá de eso ya entraba en juego toda la parafernalia de Crom y su espada. Como complemento necesario a la esgrima intensiva había empezado un entrenamiento regular de pesas, algo que siempre le había dado pereza y nunca había hecho con demasiada regularidad. El caso es que, por lo que quiera que Crom y su espada metieran en mi cuerpo hacia que mi fuerza aumentase mas allá de los límites normales de los humanos, pero no tanto mi masa muscular. En el pico del entrenamiento había llegado a ser capaz de tirar en pectorales con 350 kilos, y manejar sin mucho esfuerzo mancuernas mas de 80 kilos cada una, Incluso en ese momento su figura lucía fuerte, pero sin llegar a parecerse siquiera a un culturista. Aparte de eso llevaba el pelo relativamente corto, y vestía de manera recatada, pantalón y camisa negra, el mínimo que pedía la etiqueta para entrar a la fiesta a la que habían insistido que asistiese unos conocidos que, por cierto, llevaba un rato sin ver.

– ¿No? Tú buscas a alguien con una espada, y yo soy el único en la fiesta que lleva una, le dije, sabiendo cuál iba a ser su respuesta.

– ¿Que llevas una espada dices? Yo no la veo, respondió como cabria esperar.

Efectivamente no podía verla. Una de las cosas que había descubierto con el tiempo es que la espada, y algunas otras reliquias que había encontrado aquí y allá desde el episodio en la excavación, podían hacerse invisibles a su voluntad. Le pidió al tipo que le siguiera a una zona algo mas discreta y entonces hizo que la espada, y la vaina dónde iban, fueran visibles por un instante. La cara de sorpresa del bigotudo no tuvo precio.

– ¿Deduzco de tu expresión que tal vez ahora crees que si puedo ser el que busco? – Dije con tono irónico.

– Sí, sí, supongo. Es decir, no espera algo así, Crom me dijo que buscar, pero no me avisó de algo así.

– Perdona – le dije para impedir que pudiera seguir hablando ¿Crom te dice cosas? – Pregunté.

– Si, claro, como ya te dijo el otro que nos interrumpió antes, soy el emisario de Crom.

Obviamente le creí, o al menos creí que algo había. Desde que había topado con la espada había visto y aprendido algunas cosas de como actuaban esas entidades así que le hizo una pregunta cuya respuesta sospechaba que iba a ser reveladora para su interlocutor.

– Aha, vale ¿Y antes de ser el emisario de Crom que eras?

El tipo se quedó estupefactos, sin poder responder por un buen rato y luego dijo tartamudeando, y con tono afligido – Pués ¡ me acabo de dar cuenta de que no lo recuerdo!

Ya, bueno, tranquilo, en su momento lo volverás a recordar, no te preocupes. Y, oye ¿Para que me buscas? – Le dije--

--Ah, sí, es muy importante. Los enemigos de Crom se han organizado y están preparando una bomba atómica, con la intención de hacerla estallar en cuanto esté lista.

Ahora fue mi turno de quedarme estupefacto -- ¿Qué están haciendo una bomba atómica? --Le dije, y añadí – ¿Y cómo lo sabes?

– Pués me lo dijo Crom, claro – Respondió como toda explicación.

Quedé pensativo un momento. En sí el hecho no era del todo inaudito. Crom y el resto de entes que habían empezado a volver de un mundo antiguo y olvidado, o a salir directamente de los conocidos relatos, fueran o no las criaturas mitológicas que afirmaban ser, estaba claro que tenían una tecnología infinitamente mayor que la de la tierra y, desde luego, si querían fabricar una bomba nuclear sabrían hacerlo, siguiendo la tecnología habitual o alguna otra alternativa, que pudiera pasar desapercibida a las medidas de vigilancia de los gobiernos. La cuestión es ¿Por qué lo harían? Y, aunque los que el tipo había denominado enemigos de Crom lo hicieran ¿Realmente a Crom le importaba tanto como para intentar impedirlo?

Antes de que pudiera hacerle mas preguntas al “emisario” una de las chicas de la fiesta, de las mas espectaculares, y con menos ropa, se había acercado al calvo y había empezado a frotarse con él de forma insinuante, algo ante lo que el buen señor no mostró ninguna resistencia. Pensó en interrumpirles, pero optó por no hacerlo y así tener tiempo de pensar. La situación entre esos dos iba subiendo de tono así que se retiró. La verdad es que le irritó un poco la irresponsabilidad del mandado de Crom. En circunstancias normales la gente muy promiscua siempre corría riesgo de infectarse de alguna enfermedad venérea, pero en los tiempos recientes había riesgo de contraer también otras enfermedades. Había reflexionado un poco al respecto cuando vió todos los cambios que Crom y su espada habían ido introduciendo poco a poco en su cuerpo. Si, por lo que fuera, los relatos tenían alguna base el bárbaro había sido muy promiscuo, y eso en unos tiempos dónde la gente no sabía nada de higiene o como se propagaban las enfermedades. Estaba claro que las entidades como Crom no tenían reparo en jugar con humanos normales para alterarlos y que pudieran jugar el papel que tuvieran asignado para ellos. Eso significaba que podrían haberles vacunado contra cualquier enfermedad sin que ellos supieran siquiera el concepto de lo que es una vacuna. Y, desde luego, también contaban con tratamientos para, probablemente, cualquier enfermedad conocida. Esperaba que, si la moza que estaba con el emisario tenía alguna enfermedad Crom cuidase de que su peón no enfermase. Y, por cierto ¿A cuento de qué una mujer tan espectacular iba directa a arrejuntarse con alguien tan poco agraciado? Algo no iba bien.


Tras pensar un poco la línea de actuación dió con una buena estrategia. Cuando uno de los asistentes a la fiesta pasaba al lado de la extraña pareja usó sus primitivas habilidades de telequinesia para hacer que tropezase y derramara la copa sobre la chica. Ésta se volvió hacia él con un gesto de enfado y ahí vió bien su cara por primera vez. Era pasablemente hermosa, pero eso era lo de menos. Lo que impactaba era que tenía ojos con pupilas verticales y la boca entreabierta en un mohín de profundo disgusto dejaba ver una lengua bífida. La referencia a las criaturas de la cueva era obvia pero en este caso la explicación parecía mas mundana. Las extrañas pupilas seguramente eran debidas a lentilla, y lo de la lengua era una operación de modificación corporal que ya había visto en las noticias alguna vez. Con todo resultaba sospechoso, y, al fijarse en el emisario observó que estaba con cara de estar completamente ido. En la legendaria estigia quizás se podría haber pensado en algún tipo de hechizo hipnótico, pero aquí era mas sencillo pensar en sustancias como la burundanga. Fuera como fuera, mientras la chica seguía discutiendo con el que había derribado su copa sobre ella aprovechó para llevarse de allí discretamente al pobre hombre que había tenido la desgracia de caer bajo el radar de Crom y el resto, a ver si recuperaba la coherencia y le decía algo más sobre esa bomba nuclear. Y, ya puestos a ver si le convencía de que hablase con las autoridades del país, que eran las que debían ocuparse de un asunto de semejante magnitud, y, de ese modo, no tenía que hacerlo mismo.


domingo, 2 de mayo de 2021

La espada de Crom: II

 “El que toque este martillo, sí es digno, poseerá el poder de Thor” decía el famoso adagio. Pero eso era con Odin, Crom era mucho mas quisquilloso y la cosa venía a ser algo así como “Sí tocas la espada y no eres digno morirás de alguna manera desagradable y, si no eres indigno eso no significa que seas digno así que ya te iré probando, a ver por cuanto sobrevives”.


Realmente no creía que él fuera especialmente digno y que, sí estaba vivo, era porqué el que había tocado la espada antes que él era la antítesis de lo que un dios de los bárbaros podría considerar digno. Y las pruebas, bueno, la primera fue a las pocas horas de matar al arqueólogo sustituto que habían mandado a la cueva, después de que la derribase un extraño terremoto. De no se sabe dónde habían aparecido tres individuos, con pinta de frikis de los videojuegos, portando espadas reales, perfectamente afiladas, pero sin ningún tipo de armadura o escudo que las acompañara, lo cuál es bastante loco. Él había escapado del derrumbe de la cueva, con la espada del campo que había aparecido en la mano del cadáver del arqueólogo. Tuvo que salir tan rápido que no pudo inspeccionar nada para averiguar que había ocurrido. Había pensado llamar a la policía, pero no había cobertura en el móvil, y las líneas fijas estaban bajo unas cuantas toneladas de rocas. Y tampoco funcionaba ningún vehículo así que había optado por ir andando hasta el pueblo mas cercano. Fue ahí, en medio de la nada, dónde se encontró con los tres frikis.


No llegó a cruzar palabra con ellos porqué, sencillamente, no hablaban. Tenían una expresión un tanto vacía y en cuanto le vieron se fueron acercando en actitud ofensiva. Él tenía formación en el uso de armas, desde palos y cuchillos gracias a las artes marciales filipinas, como de espadas clásicas, que había aprendido a manejar en salas de esgrima antigua. Por supuesto en el pueblo no había nada de eso, pero el personal de la excavación arqueológica había mostrado interés en aprender a manejar las armas que estaban estudiando, y había empezado a instruirles, lo cuál le servía para entrenar el mismo. De todas formas, aunque tenía conocimientos, distaba muchísimo de ser un experto en esgrima y, además, justo la espada que llevaba en la mano, que se avenía a lo que en la terminología de su escuela era una espada de mano y media, era la que peor manejaba de todas.


Por fortuna para él los ataques de sus oponentes eran tremendamente torpes. Por ejemplo, uno de ellos había dado un tajo vertical hacia su cabeza con tanta fuerza y poco control que, cuando en vez de intentar parar el golpe, se había apartado un poco y había retirado la espada, la inercia del golpe hizo que se cortase a si mismo en la pierna con una cierta seriedad que le dejó cojeando y sin ganas de seguir atacando.


De otro de ellos se pudo librar fácilmente, con un ataque, no demasiado fuerte, a la mano que sujetaba la espada, una corta, de las que se maneja con mano y media. En general esos ataques a las manos son bastante habituales en los asaltos de entrenamiento, con armas sin afilar y guantes protectores, claro., aunque no siempre es factible acertar sí el rival sabe lo que hace. Pero no era el caso, el oponente agarraba la espada de una manera tan torpe, y en una postura que exponía tanto la mano, y el resto del brazo, que casi había dudado en atacar, temiendo que fuera una treta.


Antes de ejecutar esas acciones había tenido que gestionar algunos otros ataques, posicionándose de tal forma que, en la medida de lo posible, no pudiera atacarle mas de uno a la vez, y lanzando ataques rápidos de distracción, sin pararse en duelos individuales, como dictaba la táctica general de lucha con varios oponentes, sea en mano vacía o con armas.


Con dos oponentes medio fuera de combate pudo centrarse en el que quedaba. Podría decirse que, hasta ese momento, había tenido mucha suerte, porqué no había resultado herido, ni tampoco había causado heridas graves a sus rivales, algo que procuraría evitar mientras fuera posible, tanto por aquello de que es lo normal, como porqué, si aquello llegase a terminar en un juicio, le evitaría problemas mayores. Alejó al oponente de sus dos compañeros inutilizados, fingiendo que le estaba haciendo retroceder y, mientras tanto le estudió un poco más. Parecía como si estuviera drogado o algo similar. Aparte de eso, confirmó que parecían firkis, tal vez de los videojuegos, quizás programadores profesionales. No entendía que podían hacer ahí esa gente, armados con espadas, pero sospechaba que había algo raro y que su presencia, y su actitud, no eran el tipo de cosas que harían habitualmente.


Si podía intentaría librarse de ese último rival sin causarle daños graves, pero, claro, eso era un riesgo, incluso para gente experta en lucha con armas, y él no lo era, y, en cualquier momento podía cometer algún error tonto que le costase recibir un ataque grave. Eso, en los asaltos de entrenamiento, no era mayor problema, pero aquí podría costarle la vida. Para lograr ese fin optó por una estrategia un tanto arriesgada, forzar una distancia corta, y pasar de una lucha de cuchilladas y estocadas a una en la que ambos estuvieran agarrados y, desde ahí, confiar en que su habilidad en lucha sin armas, que era mayor que con ellas, bastara para abatir al rival sin causar heridas graves, ni riesgo de que se las infringiera. El riesgo, por supuesto, es que durante ese cuerpo a cuerpo pudieran llegar sus compañeros y atacarle mientras estaba indefenso frente a ellos. Por suerte pudo resolver el asunto de manera mas o menos rápida. Ni siquiera necesitó golpear al rival con el pomo de la espada. Simplemente logró agarrar el brazo armado del rival con la mano izquierda, deslizar su brazo derecho, agarrando su espada con una mano, por la espalda del otro, y hacerle una proyección de judo. Al caer su rival sujetó su brazo armado entre sus rodillas y aplicó una luxación al brazo que le hizo soltar la espada. Luego lo hizo girar, para que quedase mirando el suelo, y desde ahí le aplicó una estrangulación sanguínea hasta que se desvaneció. Sabía que, salvo desgracias, eso no le iba a matar, ni causar mayores consecuencias, en especial teniendo compañeros que le reanimarían cuando llegasen a su lado.


De todo eso había transcurrido ya mas de un año, pero lo recordaba con bastante detalle. Desde entonces había abandonado Inglaterra, y se había dedicado a estudiar la espada que había salvado de la cueva. Como la excavación se había llevado en bastante secreto no había tenido mayores problemas con sus jefes, a los que no llegó a informar de que había recuperado esa espada. Y, fueran quienes fueran sus asaltantes, nunca había vuelto a saber nada de ellos.


Respecto a la espada en sí, bueno, llamarla de ese modo era casi un insulto. No había podido averiguar ni una pequeña fracción de sus secretos, pero estaba claro que, en esencia, era un prodigio de la tecnología adaptado a la forma de una espada. Respecto a su constructor, si realmente era la divinidad que, en algunos lugares se hacía llamar Crom, bueno, tal vez hubiera obrado como dios para alguna raza de bárbaros de alguna época y lugar remotos, pero él, en si mismo no era un bárbaro.


De hecho, aparte del Crom de los relatos de un famoso bárbaro, cuyas narraciones encajaban en parte con la cueva aquella, también había, un Crom que oficiaba como dios, o quizás demonio, de la fertilidad para ciertas tribus pictas del reino unido de unos siglos atrás. Había podido averiguar mucho menos de Crom, o del resto de divinidades, que de la espada en sí, y, por supuesto, todo eran conjeturas, sin pruebas firmes. Aparentemente la cosa iba mas o menos así. Los humanos creaban sus religiones, por los motivos que explica la psicología y la antropología convencional, sin necesidad de intervención de criaturas extraterrestres externas, como lo proponen los afines a las teorías de los antiguos astronautas. Pero, de vez en cuando, hay entidades, con un nivel tecnológico infinitamente mayor al que tiene actualmente la humanidad, que, por los motivos que sean, deciden que quieren algo de esta o aquella civilización humana, y deciden encarnar algunas de esas entidades mitológicas para así dirigir esas civilizaciones adónde quiera que les plazca en ese momento.


La convivencia con una espada de un dios tan peculiar como Crom no siempre había sido sencilla, y había intentado cederla a gente mas cercana a su idea de lo que Crom podría apreciar: gente experta en esgrima, gente muy alta y musculada, e incluso algunos que cumplían ambas características pero, por algún motivo que no entendía, la espada, que tenía sus propias ideas, y los medios para llevarlas a cabo, había abandonado a esa gente y vuelto con él. Realmente las exigencias de la espada no eran tremendas. Debía entrenar mas en el arte de las esgrima y, a cambio, ella le mantenía. Sea cual fuera la naturaleza de la espada no tenía ningún problema en interaccionar con los dispositivos informáticos humanos. En un momento dado la espada había reparado en la existencia de las criptomonedas y había abierto una cuenta a su nombre. Desde ese momento había procedido a “minar” bitcoins de manera regular. Nunca había llegado a averiguar si lo hacía gracias a que, lo que quiera que formase la inteligencia de la espada, era algún tipo de dispositivo mucho mas veloz que cualquier ordenador o tarjeta gráfica humana, o que tenía conocimientos de criptografía de curvas elípticas mucho mas sofisticados o, lo mas seguro, ambas cosas a la vez, pero, en cualquier caso, no tenía ningún problema en conseguirle todos los bitcoins que pudiera necesitar, siempre y cuando, claro, cumpliera con lo que le pedía, siempre de forma indirecta, mostrándole diversas páginas web que le sugerían que debía hacer, o aprender.


Aparte de esas habilidades informáticas la espada podía hacer muchas mas cosas. Por ejemplo, poco a poco le había enseñado a interaccionar con algún tipo de sustancia que emanaba de la espada y que le permitía emular habilidades similares a la telequinesis, o a la levitación. Con tecnología cercana a lo que los humanos comprendieran eso se podría hacer usando nanotecnología lo que se conocía como “nanoniebla”, y había intentando buscar rastros de nanobots, usando tecnología mas o menos casera, que había adquirido gracias a los bitcoins, pero no había logrado hallar ninguno. Y había, mas, mucho más. Y, realmente, era genial la vida que le otorgaba la espada, con todos los gastos pagados, con la única obligación de aprender esgrima y hacer mucho deporte, algo que, en si mismo le gustaba, y que le dejaba mucho tiempo para lo que fuera, incluyendo investigar en ciencia, en particular la referente a la espada, que estaba muy por encima de cualquier otra cosa que estudiaran los humanos de la tierra.


El problema es que, de vez en cuando, bien fuera la espada, bien fuera Crom, había que pasar algunas pruebas, y no le bastaban los asaltos deportivos en una sala de esgrima. No podía tener certeza, claro, pero le habían asaltado, desde que encontró la espada, cuatro veces asaltantes armados, bien con cuchillos, palos, o machetes y katanas. Por suerte, o no, ninguno de esos ataques había quedado registrado en ninguna cámara de seguridad o teléfono móvil, y no había terminado subido a youtube, y, milagrosamente, había sobrevivido a todos, aunque no siempre sin heridas, a veces de una cierta seriedad. Vale que, de algún modo, la espada se encargaba de que se recuperase de esas heridas con rapidez, y sin dejar secuelas, sin necesidad siquiera de ir a un hospital.


Temía que, en algún momento, inevitablemente, pudiera recibir una herida muy grave, o incluso mortal, o que tuviera que hacer lo propio a alguno de esos asaltantes, siempre callados, siempre con pinta de drogados. Pero la cosa era aún peor, Por lo visto lo que quiera que había activado la cueva, y posteriormente la espada, había actuado en otros lugares del mundo, y que, en algún momento del futuro no muy lejano, iba a tener que oponerse a los designios de algunas de las otras entidades que habían decidido volver a hacer acto de presencia en ese planeta, y, la verdad, era una perspectiva que imponía muchísimo.

domingo, 10 de enero de 2021

El cañón de Hawkings X

 Una explosión involuntaria en unas obras causa varios heridos leves en Leganés


-El incidente se ha producido en la calle San Ignacio a las 14.00 horas.

  • Un trabajador ha sufrido varias quemaduras.

  • Dos personas, intoxicadas muy leves.



Esa noticia era lo mas parecido al incidente que habían logrado encontrar, y fue mirando en Google, no porqué Dhelina, que seguía sin responder, o porqué alguien del barrio dónde sospechaba que había sido la supuesta explosión del agujero negro les hubiera indicado algo. Como Leganés era un barrio residencial, y mucha gente estaba viviendo de alquiler, mientras les duraban sus efímeros trabajos, mucha de la gente a la que habían preguntado no estaban viviendo por ahí en las fechas del incidente. Y los que si vivían eran reacios a responder a un par de desconocidos una pregunta que no sabían a que venía, y menos en ese momento en que pararse a hablar significaba un riesgo de contagio.


En un momento dado había intentando buscar en el móvil las antiguas conversaciones con Dhelina, por si había alguna pista que le pudiera indicar dónde era el sitio, pero, desafortunadamente, esas conversaciones habían sido a través del ahora desaparecido Messenger de Windows, así que no había forma de acceder a ellas, o al menos no desde un móvil Android. La obsolescencia de las tecnologías informáticas era algo bien conocido, pero se tendía a olvidar fácilmente, hasta que te topabas con ellas.


Afortunadamente no habían el día de la reunión en la terraza sino que lo habían dejado par el siguiente, para tener mas tiempo. Gracias a eso aún tenían margen por delante antes de tener que volverse a Madrid, pero estaban un poco desanimados. Posiblemente se habrían vuelto ya de no ser porqué una amiga suya, que vivía relativamente cerca de Leganés, le había escrito y al saber que estaban por la zona les había dicho que lo mismo se acercaba por ahí, sí le daba tiempo a terminar unas gestiones que tenía que hacer.


Decidieron, para hacer tiempo, ir a la biblioteca de la universidad local, una politécnica. Cuando entraron Patrick no pudo evitar hacer una referencia divertida a “parque jurásico” y exclamar en voz queda “Que dios nos asista, hemos caído en manos de los ingenieros”. Me hizo gracia la broma y, además, me alegré de que Patrick estuviera menos abatido que ayer, pese al poco éxito de la búsqueda.


Nos sentamos en una mesa, cerca de una esquina, y de una ventana abierta, por aquello de que en las zonas ventiladas el riesgo de contagio era bastante menor. No había casi nadie en la biblioteca así que podíamos hablar con una cierta comodidad, y, de paso, había menos peligro de infectarse. Yo no había pasado el covid y, aunque Patrick sí lo había pasado, fue al principio de la pandemia, y cada vez había mas casos de gente que se había vuelto a infectar, así que tampoco no quería correr ningún riesgo. Cuando nos habíamos acomodado dijo que se iba a ausentar un momento, para buscar algunos libros, cuando volvió lo hizo cargado con varios “ladrillos” sobre física e ingeniería nuclear, radiaciones y similares.


– ¿Para que quieres esos libros? –Le pregunté intrigado ya que no parecerían tener mucho que ver con agujeros negros.
–Bueno, si encontramos algo imagino que no será un agujero negro, o vamos apañados. Pero, sí hubo una explosión como la que dices seguramente haya dejado restos radiológicos de algún tipo, y, dependiendo de lo que encontremos, podríamos obtener información sobre lo que ocurrió exactamente.
–Aha, vaya ¿Crees que podemos encontrar algo después de tanto tiempo? – pregunté, con tono de sorpresa, a modo de respuesta.
– Sí, claro, sí no lo pensara no tendría mucho sentido que viniéramos aquí ¿no crees? –respondió condescendiente.
–¿Y que crees que podremos encontrar entonces? –pregunté, pero antes de que me pudiera responder sonó el móvil. Era mi amiga, en el whatsaap, que no sólo confirmaba que podía venir sino que me decía que ya estaba llegando a la estación de Leganés, y me preguntaba dónde estábamos exactamente. La universidad estaba bastante cerca de la estación, y era fácil llegar desde allí. Le envié la ubicación y en pocos minutos se reunió con nosotros.


–Patrick, te presento a Jane Foster. Jane, te presento a Patrick –Dije, acompañado las palabras de un gesto ampuloso y teatral.
–¿Jane Foster? ¿Cómo la novia de Thor, el personaje Marvel? –respondió Patrick, con gesto divertido, pero también galante.
–Jajaja, dijo Jane. Bueno, es sólo mi nick en redes sociales, pero mucha gente me conoce así, sí.
–¿Y eres física teórica, experta en agujeros de gusano, cómo ella? –Se apresuró a preguntar Patrick.
–Noooo –exclamó Jane, con gesto de fingida indignación – Ésa es la Jane Foster de las películas. Yo soy enfermera, como la Jane de los cómics...
–Aunque se parece más a Natalie Portman, la actriz de la película, que al dibujo de los cómics. Con la mascarilla no se puede apreciar, pero es incluso mas guapa–intervine, aprovechando la ocasión para concluir las presentaciones de manera apropiada.
–Jeje, gracias, que majo–dijo Jane – Tu amigo es el físico de Inglaterra del que me hablaste anoche ¿no? –continuó, señalando a Patrick, para incluirlo en la conversación.
– Creo que soy yo, sí – respondió Patrick, anticipándose a mi intento de respuesta –Espero que te haya hablado bien.
–No me dijo gran cosa, la verdad, sólo que estabas aquí de visita, aunque no me dijo el motivo. Y que os conocisteis en Cardif, cuando hubo una explosión.
–Sí, exacto. Bueno, estoy aquí en representación de mi universidad, para adquirir material de laboratorio. Es la primera vez que realizo tareas administrativas, pero, por culpa de las secuelas del covid no puedo dar clase en condiciones, y en la universidad han pensado que me vendría bien un pequeño cambio de actividad.

Tras eso la conversación se centró un rato en el covid, las secuelas cognitivas, y demás. No duró mucho porqué a Jane no le entusiasmaba el tema, por diversas razones, incluyendo el hecho de que en su clínica había habido algunas defunciones por esa causa y parte del personal de la clínica también había resultado infectado. Sabiendo eso, y también porqué era un tema muy amplio, y, sí nos enredábamos con ello, no hablaríamos de otra cosa, logré que la conversación volviera a nuestra pequeña misión, y retomamos la cuestión que nos ocupaba antes de la llegada de Jane.

Para que Jane se metiera en la conversación tuvimos que repetir varios de los tópicos que ya habíamos comentado antes. Cuando estaba explicando lo de las dimensiones extra fluctuantes para explicar la desaparición de los agujeros negros hizo una aportación inesperada

–¿Y no podría ser que los agujeros negros provinieran de otra fuente que no fuera el LHC? – preguntó. Me quedé pensativo unos instantes, y Patrick se anticipó a responder –Imposible, el LHC es el acelerador mas potente, sí el LHC no puede producir agujeros negros ningún otro acelerador puede – .

Antes de que yo pudiera corroborar las palabras de Patrick Jane preguntó – ¿Seguro que no puede haber otra gente que haya hecho otro acelerador sin que se sepa? No sé, tal vez los chinos, que tienen mucho dinero ¿no? –.

Ahora fuí yo el que respondí primero – Bueno, los chinos sí que van a hacer ahora un gran acelerador, mayor que el LHC, o eso parece, que aún no está confirmado. Pero vamos, algo así requiere mucho dinero, y mucha gente implicada, y es muy difícil, por no decir imposible, que se pueda hacer algo así a escondidas del resto de la comunidad científica.

Jane no parecía con ganas de rendirse y planteó una nueva posibilidad –¿Y no podría ser, no sé, aliens? Bueno, ya sé que suena muy raro, pero es que venía leyendo mundo anillo en el tren y se me acaba de ocurrir – ¡Muy buena lectura ! Intervino Patrick –Y, de hecho, el tema alienígena ya lo habíamos considerado en el equipo de trabajo el observatorio.

–¿Cómo? – pregunté casi gritando, lo bastante alto como para que los pocos asistentes a la biblioteca se girasen hacia nosotros – Tranquilo – dijo Patrick, haciendo un gesto de que hablase mas bajo – Obviamente no nos referimos a algún tipo de aliens que pudiera haber en la tierra, y tampoco creo que se refiriera a esa posibilidad Jane, diría yo. Nuestra hipótesis es que alguna civilización avanzada estuviera codificando mensajes en forma de pulsos de materia oscura.

El proyecto SETI ha estado buscando señales alienígenas en el espectro electromagnético, pero, en realidad, ese tipo de señal se degrada demasiado en su viaje por el espacio. Sin embargo un pulso de materia oscura puede atravesar planetas, o incluso estrellas, sin apenas perder intensidad. Además, el tipo de civilizaciones que pueden usar materia oscura para comunicarse van a ser mas avanzadas que las que usen señales electromagnéticas, y, mas importante, van a ser bastante menos, lo cuál cumpliría dos objetivos, que la comunicación fuera mas privada, y que sólo les oyeran civilizaciones medianamente dignas.

Era sólo una de las opciones que barajábamos, claro. También consideramos, y era la posibilidad mas aceptada, que se debiera a algún tipo de origen anodino, de alguna interferencia terrestre debida a cualquier fuente vulgar. Realmente es lo mas habitual cuando pasa algo fuera de lo ordinario. Eso, o algún error que se nos pasaba. De hecho habíamos dejado olvidado el tema, ya que no se había repetido la señal, y el resto de observatorios de materia oscura han ido acumulando resultados negativos en su búsqueda de cualquier señal, ordinaria o extraordinaria. De hecho hasta que no oí tu idea de los agujeros negros y la coincidencia temporal también pensé que era un error, o, como mucho, algunos aliens que se hubieran aburrido de enviar señales.



Iba a hacer mas preguntas cuando sonó el móvil, se me había olvidado silenciarlo, y, al mirarlo, ví que ya me había respondido Dhelina. Me explicaba que en el sitio dónde se había producido la señal habían tirado la edificación antigua y habían reconstruido toda la zona así que cualquier resto que hubiera podido quedar habría sido destruido en las obras y, además, era incapaz de averiguar cual podría se la zona exacta en la nueva edificación.. Les mostré a Jane y a Patrick el mensaje y cuando ví que habían terminado de leerlo hice un comentario que me pareció muy oportuno para la situación – Típico de España, una oportunidad de hacer ciencia arruinada por las obras.

lunes, 26 de octubre de 2020

El cañón de Hawkings IX

 Le había costado encontrar plaza para aparcar el coche de carsharing que había usado para llegar a la cita, lo que le hizo llegar con mas retraso del suyo habitual. Cuando llegó a la terraza buscó con la mirada y no le costó demasiado encontrar a Patrick ya que su pelo color casi zanahoria saltaba mucho a la vista, incluso en un mundo dónde los tintes para el pelo eran algo común.


Enseguida le llamó muchísimo la atención su aspecto. Si, en su momento, le había recordado al compañero pelirrojo de Harry Potter – Ron Billius Weasley, según había buscado en internet antes, para ver si tenía ocasión de gastarle alguna broma con el nombre- ahora lo seguía pareciendo, pero como si uno de esos dementores de la película que se llevaban la paz, la esperanza y la alegría se hubiera cebado con el pobre Patrick, que tan risueño era cuando le había conocido en el reino unido.


Supuso que se debería a el incidente por el que le había contactado así que, inmediatamente después de saludar le preguntó por el tema. Le respondió que, según el abogado, todo pintaba muy bien para él y que no iba a tener ningún problema, así que la causa de su abatimiento no parecía tener que ver con eso. De todos modos le seguí preguntando por el incidente.


– ¿Y cómo es que tuviste una pelea? Tenía la impresión de que eras bastante pacífico –le dije. – ¡Y lo soy! Pero es que es qué estoy muy enfadado con la gente que no se toma en serio el covid, después de lo que me pasó, y esa gente reaccionó de forma muy exagerada a mis recriminaciones.

– ¿Lo que te pasó? ¿Has tenido covid?¿Gue grave? –pregunté de forma atropellada.

– Sí, sí, estuve infectado casi al principio de la pandemia. Mientras duró no fué demasiado grave, un poco de fiebre, dolor de cabeza, pérdida de olfato, pero sin problemas respiratorios así que no tuve que ir al hospital. El problema vino después, con las secuelas.
-¿Secuelas? –pregunté– Vaya. He leído bastante sobre el tema, y he conocido a alguna gente que tiene algunas, pero, por suerte, no de las mas graves ¿Cuales tienes tú?

– Pues algo de cansancio, dolores de articulaciones a ratos y, lo peor, niebla covid, no sé si sabes lo que es –explicó Patrick con tono abatido.
Había leído sobre la niebla covid, por supuesto. El covid podía originar diversos trastornos neurolólogicos, desde leves a muy graves. No había encontrado cuál era el porcentaje exacto de gente a la que resultaban afectados, pero era una consecuencia bastante habitual de la enfermedad. Ese trastorno en concreto era una capacidad para concentrarse, o memorizar, acompañado a veces de dificultad para leer y algunas otras que no recordaba en ese momento. En función de eso le respondí –Sí, algo he oído ¿Cómo te afecta exactamente?
–Pues en casi todo, pero principalmente en las actividades académicas. Me resulta casi imposible leer un artículo, o un libro, tengo que leer dos o tres párrafos y descansar media hora antes de poder seguir. Y en las clases me tengo que limitar a explicar lo que ya me sé muy bien, sin aceptar preguntas, porqué me cuesta entender lo que me están preguntando, y no digamos ya razonar para dar una respuesta.
– ¡Ostras! – exclamé ­– Pues menuda faena. Lo de los artículos es un problema de cara a la investigación, pero lo de las clases...¿Cómo lo llevan tus alumnos?
–Pues no muy bien, claro, pero, tal como está todo, mezclando clases presenciales con clases online, y el resto de dificultades, pues se lo toman con filosofía. Además, la universidad ha puesto un profesor de apoyo con el que pueden concertar reuniones para

resolver dudas cuando quieran.
–Ah, que bien, que generosos en tu universidad. Aquí dudo que hicieran algo así –comenté.
–Bueno, realmente no sé si es algo muy normal. Mi familia tiene mucha influencia en la junta directiva de la universidad, pero no creo que eso del profesor de apoyo se lo concedan a cualquiera. De hecho a otro profesor que tenía el mismo problema ni siquiera le renovaron el contrato para este año.
–Uff, pues vaya. Yo ahora mismo no estoy en la universidad. Todo lo que encontré para hacer postdocs era fuera de España, y me trastocaba muchísimas cosas tener que irme fuera. Además, no entiendo que se asuma como lo mas normal del mundo que para seguir una carrera académica la gente tuviera que pasarse unos cuantos años saltando de un país a otro, sin certeza alguna de que, después de eso, fuera a conseguir una plaza fija–comenté con tono de enfado.
– Uy, pues vaya fastidio, sí. En Inglaterra también hay algo de eso, pero no es tan grave. Y, sí no estás en la universidad ¿Qué haces ahora? –Preguntó Patrick con tono de sorpresa.
–Pues un poco de todo. Doy unas pocas clases de física cuántica en una academia, clases particulares, hago programas que me encargan de vez en cuando, ah, y tengo algunas apps en la google play y en la app store. La verdad es que, sí me pasara algo como lo tuyo tendría un problema muy grave, porqué todo lo que hago requiere una mente despejada así que no podría seguir haciéndolo. Y, encima, de la academia me despedirían, por eso tengo muchísimo cuidado con no contagiarme, por si acaso.
–Claro, y por ese tipo de cosas me fastidió tantísimo ver a esa gente sin mascarilla en la cafetería ¡Son unos inconscientes, y pueden causar mucho daño si contagian a alguien con su imprudencia! –exclamó, alzando tanto la voz que algunos de los clientes de la terraza se giraron a mirarnos.
–Ya, lo entiendo, lo entiendo, aquí hay bastante gente así, incluyendo una parte de mis conocidos –respondí, bajando el tono de voz, y haciendo gestos para invitar a Patrick a que se calmase.
– Sí, perdón, perdón, es que me sulfuro. En fin, cambiemos de tema–dijo Patrick, ya algo mas tranquilo- ¿Qué pasó con tus supuestos agujeros negros? ¿Has sabido algo nuevo?

Tras esa pregunta nos pasamos mas de una hora hablando del tema. Le expliqué lo que había averiguado desde entonces y mis hipótesis, que yo denominaba “compactificaciones inhomogéneas” sobre como podrían haberse creado agujeros negros en el LHC en un momento dado, y que luego desaparecieran. Me costó mucho hacerme entender. Por un lado Patrick se dedicaba mas al aspecto experimental de la física y no había estudiado nada de teoría de cuerdas, como mucha otra gente, incluyendo gente que había estudiado física teórica. Pero es que ni siquiera había estudiado casi nada de teoría cuántica de campos, una asignatura cuatrimestral de la que recordaba muy poco, y nada en absoluto de relatividad general. Sabía lo que era un agujero negro por haberlo leído en libros de divulgación, y por documentales, pero nada a nivel formal.


Sus conocimientos sobre la radiación Hawking eran muy elementales, siendo generosos. Le tuve que recordar la explicación “literaria” del asunto, que sí en el borde el agujero negro se creaba, usando energía gravitatoria del agujero negro, un par consistente en una partícula virtual y su correspondiente antipartícula podría pasar que una de ellas cayera dentro del horizonte de sucesos y, en consecuencia, la partícula que se quedó fuera se volvía real, lo que extraía energía del agujero negro, y formaba una radiación alrededor de él, conocida como radiación Hawking.

Aparte de su falta de base las explicaciones se enfrentaban con la dificultad añadida de la poca capacidad de concentración debida al covid. Para las ideas mas sencillas todavía se podía apañar, pero cuando le intenté dar explicaciones algo mas sofisticadas, como el aspecto formal de la radiación Hawking en términos de cuantización en espacios curvos, tranformaciones de Bogoliogov y demás fue totalmente imposible, y éso que llevaba, como siempre, un tablet dónde podía escribirle todas las ecuaciones que hiciera falta.


Lo que me alegró es que, si bien no podía concentrarse adecuadamente, al menos parecía que la parte intuitiva de su inteligencia no parecía estar demasiado afectada así que me hizo las preguntas que cabría esperar sobre la intensidad de la radiación Hawking, Le pude explicar, y pareció entenderlo bien, que la temperatura de la radiación era inversamente proporcional al área del agujero negro, y lo entendió a la perfección, ni siquiera tuve que añadir aquello de “cuanto mas pequeño es el agujero negro, y por tanto menor su área, mas caliente estaba y mas energía emitía”, que era lo que tenía que contar a los profanos de la física cuando hablaba de ese tema.

Incluso le pude explicar que se podía aproximar la potencia emitida mediante la ley de Stefan-Boltzman, es decir, que la potencia iba con la cuarta potencia de la temperatura. De ese modo en sus últimas etapas, cuando era muy pequeño, la emisión era como una explosión. De hecho le comenté que, de hecho, sí uno es un poco chapucero, se podría aproximar la frecuencia, o la longitud de onda, de la energía emitida mediante la ley de Wein, que era muy sencilla, (Una deducción mas detallada la había visto en un antiguo artículo del 79 o así, escrito por un experto en el tema, Page, aunque lo escribió antes del descubrimiento de que los neutrinos tenían masa y es posible que esa pequeña masa alterara ligeramente algunas de las expresiones mas precisas) y decía que el producto de la longitud por la temperatura era igual a una constante. De ese modo cuanto mayor era la temperatura menor la longitud de onda, y mayor la energía de la partícula emitida. En función de eso, en las últimas etapas, aparte de fotones, que no tenían masa, y neutrinos, que tenían muy poca masa, el agujero negro podría emitir otras partículas, electrones, quarks, muones, y demás. En las últimas etapas podría emitir partículas mas pesadas que ninguna de las conocidas, incluyendo las que deberían formar la materia oscura.


En ese punto de la explicación Patrick me interrumpió -Oye ¿Y eso pudo tener algo que ver con las anomalías que tuve en su momento en la mina?

–Sí, claro ¿No te lo comenté en su momento en Cardif? - respondí- De hecho justo en el momento en que Dhelina registró la explosión de rayos gamma en su barrio es cuando tuviste uno de tus picos de partículas en tu experimento ¿No te lo había comentado?

– ¿Sí? Pues no lo recuerdo, la verdad – dijo Patrick– Pero no sé, fue hace mucho tiempo, y, además, creo que, aparte de a la concentración es probable que el covid haya afectado a mi memoria, porqué hay veces que me olvido de algunas cosas que acabo de hacer, y sé que hay gente que ha tenido pérdida de recuerdos antiguos, pero no sé si será mi caso.
– Vaya, lo siento mucho, que asco esto del covid. Aunque lo cierto es que, como te digo, tampoco me acuerdo con certeza sí te lo dije o no, pero diría que sí. Es decir, justo esa coincidencia es la que mas certeza le da a mi idea de que realmente hay agujeros negros asociados a las explosiones que hubo, incluyendo la de Cardif.

–Aha -musitó Patrick– eso ya suena un poco mas interesante que toda la charla teórica que me has dado, aunque no tengo claro que la cantidad de materia oscura que se hubiera podido emitir en Madrid fuera suficiente para que mi observatorio detectara algo de ella a mi kilómetros o o algo similar de distancia. Oye ¿Y que encontraste en el escenario de la explosión de Leganés?

–¿Cómo? ¿Encontrar? ¿A qué te refieres? –respondí desconcertado.
–Bueno, me imagino que habrás ido al lugar de la explosión y habrás hecho algunas mediciones ¿No? ¿Qué has encontrado?

Eso me dejo atónito. Lo cierto es que poco después de volver de Cardif había terminado mi relación con Dhelina y, que, desde entonces, nunca había tenido necesidad de ir a Leganés. Pero eso era, hasta cierto punto, lo de menos, lo cierto es que ni siquiera se le había pasado por la cabeza ir a ver la zona personalmente, no se le ocurría que podría encontrar, sí es que podía encontrar algo.

–Bueno, no, no fuí, soy teórico puro, lo de los experimentos no es para mí, la verdad –fije respondiendo a sus preguntas.

–Vaya, pues muy mal. Oye ¿Y está muy lejos Leganés?
–No demasiado, aunque no para ir andando, claro, está a unos 10 o 12 kilómetros, creo.
–Aha -apostilló Patrick– ¿Y cómo se va?
–Bueno, cuando estaba con Dhelina -lo dejé hace tiempo ya– iba a verla en transporte público, hay tren y autobús, que pasan con bastante frecuencia. Ahora mismo lo del transporte público yo particularmente es algo que prefiero evitar a toda costa. Para venir aquí he usado un choche de carsharing de hecho, para evitar tener que pillar el metro.
–Vaya ¿No tienes coche propio entonces? Es que a mi tampoco me hace gracia coger el transporte público –explicó Patrick.
–Bueno, sí tengo, aunque no me gusta traerlo al centro, porqué tendría que dejarlo en un parking, por las restricciones al tráfico debido a las políticas ambientales del ayuntamiento.
–Ah, bien, pero entonces podríamos coger un coche de esos de carsharing hasta Leganés ¿no? –razonó Patrick.
–Bueno, realmente no, porqué alli no se puede dejar aparcado, pero podría ir en un coche de esos hasta mi coche y luego ir a Leganés en el mío ¿Por qué, querrías ir ahora?
–¡Pues claro! Suena muy interesante. Mi universidad tiene relaciones con algunos laboratorios de por aquí, y me podría pasar a recoger algún material básico que se me ocurre que podría servir para ver si hay algún resto observable ¿Tienes algo que hacer hoy? Yo no, podríamos ir ¿Sabes dónde pasó exactamente, no?
–Uy, pues tengo libre lo que resta de tarde, sí, pero la verdad es que no tengo ni idea de dónde pasó, no se lo llegué a preguntar a Dheli, supongo que se lo podría preguntar, pero suele tardar bastante en responder, no sé si me contestaría hoy.
–Bueno, y sí no te responder ella podremos preguntar en Leganés, o buscar en Google dónde pasó ¿no? ¡Venga, anímate, que lo mismo, sí hay algo, encontramos alguna pista! Además, ahora me cuesta hacer cualquier trabajo teórico, pero me puedo apañar con la parte mas experimental, y mas sí es algo como ésto, que, al menos al principio, no requeriría las complicaciones de procedimientos rigurosos.

Al principio me resistí un poco a la propuesta, pero lo cierto es que tampoco tendía gran cosa que hacer, y, aunque era escéptico sobre la posibilidad de encontrar nada relevante, lo que tenía claro es que, sí eso era posible, llevar a alguien que trabaja en experimentos, incluyendo algún equipo que sería mucho mas caro que de cualquier cosa que el pudiera encontrar era una oportunidad única. Le había escrito a Dhelina, pero, como esperaba, no había respondido inmediatamente así que optaron por ir a Leganés a la aventura, sin esperar a la respuesta, y, sí no la tenían antes de llegar, buscar el lugar ellos mismos.