viernes, 7 de septiembre de 2012

El cañón de Hawking VI

Por vez enésima un relámpago rasgó el  cielo iluminando la oscura noche. Al cabo de unos pocos segundos, entorno a 4 ó 5, llegó el sonido de el trueno correspondiente. Eso indicaba que la descarga se había producido a unos 1500 metros de distancia ¡Demasiado cerca! . Alex prosiguió su camino ascendente. La intensa  lluvia había provocado una  fuerte riada que entopecía su avance. La tenue luz de su linterna apenas se abría paso unos pocos metros, lo justo para poder ver dónde pisaba y distinguir los márgenes del angosto camino.

Otra vez más un rayo inundó el paisaje con su azulada claridad dotándolo de un halo de irrealidad fantasmagórico. De ese modo, entre rayos y relámpagos concluyó su  ascensión a lo alto de la cuenca que bordeaba al río. Frente a él estaba la otra  ladera de la colina, la  que daba a las aguas. Era mucho más escarpada que la otra y pkr esa razón resultaba del todo imposible descender por allí hasta el cauce del río, y mucho menos con la pertinaz lluvia convirtiendo la pendiente en una pared de agua  y lodo. Pero no había ido allí arriba con la intención de posteriormente bajar al otro lado. Su objetivo era observar la furia salvaje de una de las tormentas mas intensas en varias décadas. Para ello debía aguardar a que los frecuentes rayos le mostrasasen el entorno y confiar en que ninguno de ellos le alcanzase.  Así estuvo un buen rato, no sabría precisar cuanto exactamente, porque el tiempo parecía haberse detenido. Un  estampido cercano le sacó de  su ensoñación. Un rayo había golpeado justo enfrente suyo, en la ribera opuesta del río. El impacto había sido tremendo y había derribado unaimportante formaión rocosa.

 Las piedras desprendidas se precipitaron ladera abajo arrastrando a otras en su caída, formando con ello una avalancha de cascotes, según pidió ver mientras mas rayos y relámpagos seguían iluminando la escena. El sonido de los tuenos se  sumaba al de la avalancha para crear una rugiente y ensordecedora banda sonora. Alex pudo contemplar cómo una de las rocas desprendidas, de un tamaño considerable, golpeaba la corriente de agua. A resultas del impacto se elevó una ola cuya altura  Alex estimó que podría rondar los dos metros. Él sabía que en esa zona el lecho del río era poco profundo y entendió lo que había pasado: se acababa de formar una ola solitón. Pudo observar cómo ésta avanzaba corriente abajo. Corrió, tan aprisa como el resbaladizo terreno se lo permita, para intentar seguir a la ola. Ésta era mucho mas veloz que él pero cómo en esa zona el trazado del río serpenteaba mucho eso le daba alguna posibilidad. No supo muy bien cómo pero a la salida de una de las revueltas del camino que discurría por las cumbres se encontró mirando a una presa. Pudo asistir, atónito, al imparable avance del solitón hacia la pared de la presa. Cómo resultado de las copiosas precipitaciones la presa estaba  al máximo de su capacidad y,  por tanto, era especialmente vulnerable. El impacto de la onda solitón fué brutal. El cemento saltó hecho pedazos y la pared de la presa se derrumbó. Al verse liberada, el agua embalsada formó una imponente muralla de agua que se dirigía a la localidad más cercana siguiendo el curso del río,  ribadelago. Lo que acaeció después ya era historia.

Alex se quedó mirando, abatido, al remanso de agua que había quedado en  el pantano por debajo del nivel de rotura de la presa. Observó  cómo se formaba un remolino. El agua se vaciaba hacia algún lado, pero eso no era todo. Vió  cómo del centro del remolino empezaban a elevarse volutas de vapor y grandes chorros de agua hirviendo. El radio de acción del remolino se amplió hasta abarcar toda la superficie de agua restante. Mientras, el nivel del agua disminuía a un ritmo sorprendentemente rápido. Eso hizo que Alex se acordase de algo que había leído en un libro de divulgación: Si sé tiene un vaso de agua y se hace un pequeño agujero en el fondo del mismo el contenido se vacía muy despacio. Ahora bien, sí el agua esta rotando en vez de quieta el proceso de vaciado es mucho, mucho más veloz. Cuando el lecho de la presa estaba prácticamente vacío Alex pudo comprobar que en el sumidero por donde se había evacuado toda el agua había algo. Ese algo proseguía con su trabajo, tragándose ahora el lecho de cieno. Y entonces Alex comprendió que eso no acabaría ahí. Se dió cuenta de lo que contemplaba realmente. El haz de luz brillante que formaba  la materia según se comprimía hasta niveles inimaginables no dejaba lugar a dudas. Eso era un agujero negro, uno pequeño, y estaba devorando la tierra. De improviso algo cambió, el agujero dejó de tragar y, unos instantes después explotó. El impacto de la onda expansiva lo arrojó al suelo. Pero eso era lo de menos. Lo que realmente preocupaba a Alex era la radiación Hawking que había originado la explosión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario