Año
30 después de la era de la luna roja.
Diario
de viaje, entrada I
Inicio este blog para narrar nuestra aventura en una de las zonas excluidas a los humanos, la amazonia.
Mi nombre es Roberto Arias, y soy biólogo, doctorado en la facultad complutense de Madrid con una tesis sobre ecología matemática. Estoy a cargo de una expedición financiada por el CSIC español. Nos ha costado lo que no está escrito conseguir uno de los poquísimos pases que “todos sabéis quien” concede a los científicos para que estudiemos la evolución de la naturaleza en las zonas vetadas.
Debo admitir que más que el currículo académico que hayamos podido aportar lo que nos ha permitido el acceso es contar para nuestra expedición con el apoyo de el antiguo superhéroe “estrella solitaria”, único superviviente del equipo de superseres conocido como “the confederates”. Como bien sabréis la mayoría tras el final del estado de Texas en un ataque nuclear y la casi destrucción de los estados unidos en la conocida como “guerra de los dioses” y sus consecuencias sísmicas (rotura de la falla de San Andrés y explosión, afortunadamente moderada, de la caldera de Yellowstone) Mr lonely Star fijó su residencia en España.
Ahí
entabló amistad con uno de los miembros de nuestra expedición. Y
fue gracias a su mediación, interpelando al dios espacial ganador de
dicha guerra que conseguimos el pase a la zona que ha creado para que
la vida de la tierra tenga zonas en las que pueda seguir su curso al
margen de las sociedades humanas. Hoy se me hace tarde, pero mr
estrellita me ha prometido que para la próxima entrada me permitirá
que le haga una entrevista dónde contará algunas de sus
experiencias con el “señor de la luna roja”.
Diario
de viaje, entrada II
Llevo
bastante tiempo sin actualizar el blog He visto que muchos me habéis
escrito comentarios haciendo todo tipo de preguntas. Lo agradezco
infinitamente, pero me temo que por ahora no voy a poder
contestarlas. Como habréis visto quienes me hayáis escrito los
comentarios quedan aguardando moderación, y así seguirán un
tiempo. Eso sí, os prometo que las leo y que en algún momento del
futuro responderé algunas.
Pero
por ahora voy a contaros lo que ha pasado en estas semanas, que ha
sido mucho y no precisamente bueno. Veréis, como es de sobra
conocido estas zonas de exclusión están hechas para que los humanos
no perturbemos sistemas naturales. La teoría es bonita, pero
desafortunadamente falsa. Hemos descubierto que en estas zonas se
están realizando experimentos evolutivos. Hemos descubierto que
alguien, o tal vez algo, está resucitando algunas especies
extinguidas.
Uno
de los encuentros mas espectaculares que tuvo la expedición fue con
una enorme serpiente a la que vimos atacando, y devorando, a un
enorme mamífero de una especie desconocida. Al principio creímos
que era una anaconda que hubiese crecido mucho más allá de
cualquier cosa de la que hubiese registro. Sin embargo, aprovechando
la somnolencia que le provocó la digestión de animal que se había
zampado nuestro ínclito superhéroe se acercó lo bastante como para
grabar una película desde cerca.
Al
examinarla pudimos comprobar que no era una anaconda sino un ejemplar
de titanoboa. Os recuerdo que la titanoboa se descubrió pocos años
antes de la guerra de los dioses y que era una especie de serpiente
que podía alcanzar de 13 ó 14 metros de longitud y superar la
tonelada de peso. Es un animal que se suponía extinguido desde hace
60 millones de años, es decir, no mucho mas tarde que los
dinosaurios. Quien quiera que haya podido resucitar semejante animal
a partir de muestras de paleo-ADN tiene una bio-tecnología que
asusta. O tal vez no sea una titanoboa sino algo similar (aunque
claramente no es una anaconda). La solución sería hacer un análisis
genético, pero para ello habría que tomar muestras y nadie se ha
ofrecido voluntario par la tarea, ni siquiera nuestro bienamado
superprotector.
Pero
no sólo hemos visto animales extintos, hemos descubierto algo mucho
más alarmante. De momento sólo es una hipótesis, y estamos
reuniendo pruebas que la apoyen. Pero a estás alturas pocos miembros
de la expedición dudan de ella. Lo que hemos observado es que parece
haber dos fuerzas que están tirando de la evolución de las especies
en dos direcciones diferentes y enfrentadas.
Hay
una especie de guerra a nivel del ecosistema amazónico. Un bando
consiste en los animales normales del entorno, apoyados por algunas
bestias especialmente poderosas físicamente, sacadas de diversas
épocas del pasado remoto. Parece que están guiadas, en cierto modo,
por algunas otras especies dónde, claramente, se ha manipulado su
evolución natural hacia una mayor encefalización.
El
otro bando es algo mucho mas tenebroso. Parece que algún tipo de
fuerza está creando animales de pesadilla cuya única función es
destruir el resto del ecosistema. Ese segundo bando es parasitario
del primero y caso de poder aniquilarlo se volvería insostenible y
terminaría autodestruyéndose.
Os
prometo que en la próxima entrada daré algunos ejemplos de el tipo
de seres de los que estamos hablando. Y no creáis que me he olvidado
de la entrevista con estrellita. Lo que sucede es que aún estoy
decidiendo si creer o no lo que afirma.
Veréis,
según él, el señor de la luna roja, aparte de las muestras de
poder que todos hemos visto, hizo, sólo para un reducido grupo de
gente, una demostración final. Según estrellita levantó del suelo
una montaña de unos dos kilómetros de altura y empezó a
comprimirla. Según estrellita la comprimió hasta el punto de
hacerla superar su radio de Schwarschild y convertirla en un
miniagujero negro de millones de toneladas de peso. Y, tras esa
inimaginable hazaña, jugó con el objeto recién creado de diversos
modos, conectando y desconectando su radiación Hawkigs, por ejemplo.
Yo no soy físico, pero en la expedición tenemos alguno y se pasan
los ratos libres preguntando a estrellita por los detalles,
intentando averiguar si hay alguna pista de como se supone que pudo
hacerse algo así. Yo les dejo que se entretengan, pero no doy
demasiado crédito a la historia. Eso sí, mientras piensan en eso
olvidan los peligros que continuamente genera la naturaleza
endemoniada en la que nos movemos ¡Suerte que tienen ellos!
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