jueves, 22 de agosto de 2019

La espada de Crom I

No entiendo a que viene tanta prisa. Mi idea inicial era ir del aeropuerto al hotel, dormir tranquilamente y llegar a la excavación a media mañana. Pero no, a última hora se habían puesto muy pesados con que fuera allí directamente tras aterrizar, aunque llegase con la noche ya bien entrada. Respecto al dinero no había problemas, ellos me pagaban el taxi.

            Normalmente les habría puesto alguna excusa, habría desconectado el Iphone y ya por la mañana lidiaría con sus quejas,. Desafortunadamente no podía. Ésta era una oportunidad demasiado buena para hacer curriculum, que me había llegado de casualidad porqué el arqueólogo titular de la expedición se había puesto repentinamente enfermo y yo era el único académico con la formación requerida que estaba relativamente cerca, así que no me convenía incomodar al equipo.

            El tiempo en Gales este diciembre era asqueroso: mucho frío, fuertes vientos racheados, lluvia, granizo y nieve. En el vuelo las turbulencias habían sido continuas y en una de ellas uno de los azafatos dió un bote que casi choca contra el techo y cayó al suelo de manera poco digna, aunque afortunadamente sin daños graves. El aterrizaje había sido tan complicado que el piloto tuvo que hacer dos aproximaciones fallidas antes de que se decidiera a hacer una maniobra que hizo que todos bajáramos las escalerillas con las piernas aún temblando y completamente pálidos.

            Encontrar taxi no fue sencillo porqué nadie quería esperar al  autobús. Yo pillé uno de los últimos que había. El conductor era un señor mayor, bastante malencarado y con un acento gaélico tan cerrado que me resultaba muy difícil de entender, pese a que yo era prácticamente berlingue tras haber estudiado de pequeño en algunos de los mejores institutos privados del reino unido.

La verdad es que Thomas, así dijo que se llamaba, me cayó fatal desde el primer momento. Cuando le dije el nombre del pueblo me miró de arriba a abajo y me dijo -¿En serio pretende ir ahí vestido con esa ropa? - Me dijo en torno burlesco.

             Yo me quedé a cuadros. Llevaba un traje de colección exclusiva, regalo de la última sesión de pasarela, llevaba siendo modelo semiprofesional desde la infancia. que había hecho para uno de mis modistos favoritos. Admito que no era ropa convencional, pero tampoco era la línea mas exótica de esa marca ¿que sabría el paleto éste de moda?. En cualquier caso me abstuve de discutir y respondí con un tono  mustio -Sí, pero vamos, llevo ropa mas de working class en la maleta. Sí me recomienda un buen hotel me cambiaré antes de salir para la excavación-. En ese momento me miró con renovado interés y me preguntó -¿Excavación? ¿Se refiere a la tumba que han encontrado en la cueva, cerca del pueblo?- Me quedé sorprendido de que alguien tan zafio supiera de la excavación, que se supone se mantenía en secreto, pero bueno, debía ser vecino de la zona. Tampoco sabía que era una tumba así que se lo pregunté -¿Tumba? No sabía que era una tumba, pero sí, será, supongo.

            El trayecto fué impactante. Enseguida dejamos las carreteras principales y nos metimos en un camino de tierra que se internaba en un oscuro bosque. La lluvia había hecho que en su mayor parte estuviera embarrado, y con abundantes charcos.  Avanzar por semejante lodazal hizo que fuésemos terriblemente lentos, y que no llegásemos al pueblo hasta bien entrada la madrugada. Lo único bueno es que Thom no tenía ganas de hablar y habíamos pasado todo el trayecto escuchando música. Era una música que me sonaba similar a otras del folclore celta que había escuchado, pero muy alejada de las alegres y enseoñadoras arpas new age que tanto le gustaban. Era una música mucho mas rítmica, con ritmos sincopados, con un fondo continuo y oscuro, hecho con una zanfonia sí no le fallaba su cultura de música medieval. En general el tono de la música le resultaba inquietante, y hasta tenebrosa, pero cómo encajaba con el entorno no se atrevió a pedirle a Thom que pusiera algo mas alegre.


El momento mas inquietante del  trayecto fue cuando se nos cruzó algo en el camino con lo que estuvimos apunto de chocar. Yo no prestaba demasiada atención al sendero, pero me pareció distinguir una gran cornamenta. Le pregunté a Thom si podría ser un ciervo y me contestó  mascullando entre dientes un “puede ser” que no sonaba nada convincente. Yo  era afiliado al PACMA y adoraba a los animales así que le pregunté sí nos podríamos paarar un momento para intentar encontrarnos con el hermano ciervo. Thom se giró y mirándome cómo sí le hubiese pedido que hiciera algo terriblemente estúpido me dijo, cómo quien habla con un retrasado mental -¿En serio quiere bajarse en medio de un bosque perdido de la mano de dios y ponerse a buscar en mitad de una noche cerrada lo que podría ser un ciervo o cualquier otra cosa?. Me sostuvo la mirada mientras tomaba la decisión y, curiosamente, decidí que, después de todo, no quería. Se lo hice saber a Thom y este hizo un gesto que podría ser de alivio, o tal vez decepción, no sabría decirlo, y éso me fastidiaba porque me tenía por una persona muy empática que siempre adivinaba lo que sentían los demás. Thom continó el viaje y, mirándome por el espejo, dijo en su típico tono corrosivo – A lo mejor ése no era hermano ciervo, primo tal vez, y lejano, muy lejano- Yo no dije nada y seguí escuchando la música en silencio hasta llegar al pueblo.

La excavación

            Había contactado por whattasap con su contacto y le había dado permiso para cenar algo en el hostal – hotel al final no había ninguno- del pueblo. Había llegado a las 2 de la noche y había tenido que insistir mucho, y soltar mucho dinero, para que le pusieran algo caliente, y no le gusto demasiado lo que le sirvieron, pero tenía hambre. Lo único bueno es que le habían ofrecido ellos mismos algo que no llevaba carne, leche o huevos, estaba seguro de que sí hubieran sugerido algo con carne no hubieran sido muy amables con su condición vegana.

            Tras cenar Thom, que había estado esperando en la cantina, le llevó a la cueva, situada a unos cuantos kilómetros del pueblo, al pie de una montaña. Aprovechó el viaje para mirar los documentos que le habían enviado ayer sobre el hallazgo. Debería haberlo mirado en el avión, pero con tanto bache no había sido capaz de concentrarse y luego, en el camino al pueblo, tenía el Ipad casi descargado y no le había sido posible. En el hostal había podido cargarlo lo suficiente para que le aguantase lo bastante para poder leer un poco sobre lo que le esperaba.

            Tras leer la introducción y la primera página y media tuvo que volver a revisar el correo para asegurarse que había bajado los documentos correctos, porqué lo que leía no tenía ningún sentido. Pero sí, aparentemente todo estaba bien. El correo estaba enviado desde una dirección que pertenecía a la prestigiosa universidad de Oxford, y los nombres que figuraban como autores eran profesores reconocidos.

            Aún así no daba crédito a lo que leía ¿Esqueletos de animales que eran híbridos entre humanos y serpientes? ¡Y no sólo de un tipo, según decían habían hallado animales que parecían diversos estados intermedios entre un humano y un ofidio! Incluso habían tenido tiempo de hacer análisis preliminares de ADN que mostraban indicios de ambas especies, junto a otros fragmentos queno sabían identificar. Thom debió ver mi cara de incredulidad y decidió que debía intervenir -¿Qué, raro, no? Pues ya verá lo que le espera cuando llegue- Dijo con una sonrisa que se transformó en una sonora carcajada al final. Y apostilló -Por cierto, ya llegamos, le dejo en la caseta de recepción ¡que le sea leve ****!. La última palabra era claramente gaélico, y no la entendí, pero me sonó a algún tipo de insulto. Cómo quiera que me libraba de él ya mismo me limité a pagarle y dejarlo estar.

Llamé al timbre de la caseta y el guardia me dijo por un interfono que avanzase por el camino, que al final me esperaba un miembro del personal, en la misma entrada de la cueva. Cuando llegué me encontré con alguien de altura media/baja, enfundado en un traje de esos de contención biológica de las películas de epidemias, junto con la correspondiente máscara y gafas de plástico.

  Debió ver mi rostro de preocupación y se apresuró a tranquilizarme, hablando en español -Tranquilo Julián, el traje es porqué estaba haciendo pruebas en el laboratorio mientras le esperaba, y la máscara es por el olor. Aquí aun no se nota apenas, pero en el interior es bastante intenso. Me llamo Arsenio, por cierto, y  soy de Madrid, cómo usted. Me alegra que haya podido venir esta misma noche, y espero que haya podido descansar un poco en el hostal mientras cenaba. -Me tranquiliza saberlo, y no me trate de usted – respondí.

  Tras unas pocas formalidades enseguida nos dirigimos al interior de la cueva. Había diversas lámparas LED cada poco así que estaba razonablemente bien iluminada y, aparte, llevábamos con nosotros linternas potentes. Llegamos a una primera cámara dónde Arsenio me mostró uno de los híbridos. No me habían enviado fotos, imagino que para evitar riesgos de filtraciones, y la verdad es que me impactó mucho. Era bastante humano, pero el cráneo estaba alargado, y los brazos y piernas acortados-  Estaba en el suelo, en una postura que denotaba una muerte agónica, y con una espada inclinada entre sus costillas, que posiblemente había sido la causa de su muerte.

            Según avanzábamos vimos mas híbridos, todos con signos de una muerte violenta. Cuanto mas nos adentrábamos en la montaña mas cerca estaban del aspecto de serpiente que del humanos. Arsenio me iba haciendo aclaraciones puntuales sobre ésto y aquello, pero la verdad es que era incapaz de prestarle demasiada atención pues lo que veía me dejaba completamente anonadado.

  Había muchas bifurcacioens y pasadizos, que llevaban a diversas salas, pero, aparentemente, teníamos un destino muy concreto porqué Arsenio nunca vacilaba en que ruta seguir. El camino terminaba en una puerta. Al abrirla vi que daba a una inmensa sala. En ella había varias mesas y sillas, y un sillón que parecía un trono. En el trono estaba sentado el esqueleto de uno de los hombres mas grandes que había visto en mi vida. Calculé que debía tener la talla de un jugador de baloncesto, aunque con aspecto de ser mucho mas robusto. Tenía el torso atravesado por varias flechas que debieron ser las que le causaron la muerte.  A un lado del trono había un expositorio en el que se veía una lujosa y reluciente espada.

Me giré hacia Arsenio y le pregunté - ¿Quien ha puesto ahí esa espada? Él respondió en tono condidencial ¡Nadie, estaba ahí cuando llegamos a la cueva! - ¡Pero si está nueva! ¿Cómo es posible éso? Entones me llevó a un rincón y me explicó la historia de cómo se había descubierto todo aquello, y resultó tan sorprendente como lo que había dentro.

            Resulta que la zona dónde estaba la cueva era conocida desde antiguo. La caseta que había visto a la entrada era inicialmente del guardia forestal del pueblo y durante generaciones mucha gente había visitado la zona sin ver nada. Entonces, hace unas semanas, de repente, algunas piedras se volvieron iridiscentes sin previo aviso, y alumbraron un camino, casi imperceptible, que llevaba a la entrad de la cueva, que, en ese momento era una pared de roca sólida. Luego, sin que nadie estuviera presente cuando ocurrió el cambio, de repente ya no había mas pared y se veía la entrada a la cueva. Los vecinos llamaron a los arqueólogos y el resto, cómo se suele decir, era historia.

            En cuanto a la espada Arsenio explicó que era imposible cogerla. Había una especie de campo de fuera que impedía acercarse a menos de dos metros de ella, no sin añadir que, según la física conocida no podía existir ningún campo de fuerza que repeliera todo tipo de materia, y que era un tema sobre el que se estaban haciendo pruebas para intentar ver que podría ser exactamente.  Le pareció tan increíble que no se pudo resistir a probarlo y, sí, efectivamente, según se acercaba notó cómo una fuerza creciente impedía que se siguiera aproximando. En ese momento Arsenio miró el móvil y dijo que le reclamaban de fuera. Le invitó a que examinase tranquilamente la sala el mismo mientras volvía.

            Y éso hizo, en la sala había mas esqueletos de los híbridos humano-serpiente. A diferencia de los del exterior no se veía ningún signo de que los podría haber matado. También reparó en que el esqueleto sentado en el trono llevaba restos de ropas y una ligera armadura mientras que los hombres serpiente pareciera que estuvieran desnudos cuando murieron. Cuando observo con calma el esqueleto del rey, éso parecía ser, observó que una pulsera, tal vez una muñequera, se había caído de su antebrazo y reposaba entre sus piernas. La recogió y la observó con detenimiento. Era de algún tipo de cuero, y olía fatal, más aún que el nauseabundo olor de toda la cueva, aunque, al menos, era mas llevadero. Mientras retrocedía para acercarse a una de las luces, para poder mirar lo que parecía una inscripción en la muñequera se tropezó. Al levantarse observó sorprendido que había ido a parar al pie del mueble dónde estaba la espada. Por algún motivo el campo ya no le afectaba. No pudo resistirse a la tentación y se apresuró a ser el primer humano en volver a empuñar la espadada en quien sabe cuantos siglos.

 Cuando cogió la espada sufrió un shock. Notó cómo una presencia, que se identifacaba a si misma con el nombre de Crom invadía su mente y exploraba sus pensamientos. De algún modo fué consciente de que la presencia le había evaluado y lo había considerado indigno. No sólo indigno, la presencia en su cabeza lo consideraba despreciable y repugnante, y estaba muy molesta porqué una criatura tan miserable se hubiera atrevido a tocar su espada. De algún modo notó que la afrenta iba a tener un castigo, y que ese castigo era su muerte. 

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