ENFERMEDAD
Sin embargo poco me faltó para no poder hacer nada. A la
semana del incidente empecé a sentirme mal. Ese mismo día, horas mas tarde, me
encontré realmente enfermo. Fui afortunado, ya que ese día había visitantes en
la comuna y me llevaron a la zona médica, y al llegar allí perdí el
conocimiento.
Lo recuperé varias veces y volví a perderlo
otras tantas, sintiéndome francamente mal en cada una de las ocasiones. En la
tierra yo era una de esas personas que nunca caían enfermas, así que lo pasé
especialmente mal. Afortunadamente hubo
breves periodos de tregua en los que me sentía mejor, y pude pensar con
cierta claridad.
Reflexioné sobre la extraña circunstancia de
que en ese planeta pudieran convivir tantas especies distintas. Según había
oído contar, los científicos pensaban que si alguien del siglo XIX, por
ejemplo, fuera resucitado en nuestros días, moriría de nuevo al poco tiempo,
debido a la incapacidad de su sistema inmunitario para tolerar los patógenos
actuales. Sin embargo, en ese planeta convivían seres de diversos planetas. Era
de suponer que cada uno llevaría su propia cohorte de gérmenes, y que la
contagiaría al resto de especies. Especies no habituadas, de la misma forma que
un europeo no esta habituado a las enfermedades tropicales. Sin duda unos seres
que podían viajar entre las estrellas debían tener necesariamente una gran
tecnología médica. Aunque es de suponer que especializada en ellos mismos.
¿Cómo podía ser útil una medicina
arácnida en un humano?, ¿o en un groo?
La respuesta más probable es que no tuviera sentido.
Y luego le corroía el tema de la
alimentación. ¿Cómo es que existía una comida única para especies de mundos
distintos? Y el caso es que esa comida
existía, o al menos eso parecía, pues los groos y los humanos comían algunas de
las cosas cultivadas en la comuna y era nutritiva para ambas especies. Él no
era un experto en biología, pero eso indicaba que debía haber proteínas
comunes. Las proteínas se producían en los ribosomas del citoplasma, a
partir del ARN, y éste era sintetizado en el núcleo tomando como imagen el ADN.
Ésa era, explicado de manera simplificada, la
forma en que funcionaba la biología terrestre. El hecho de que los
groos, y probablemente buena parte de las especies representadas en ese
planeta, pudieran compartir alimentos, sugería que sus biologías eran muy
similares.
Y siendo similares podían
compartir patógenos... Sabía que en la tierra había una barrera que impedía que
los patógenos de una especie saltaran a otra, y sin embargo esto era una regla
con muchas excepciones. Tal vez su enfermedad tenía su origen en una inoportuna
excepción de esa clase. Y si ése era el
caso, ¿qué ocurriría si regresara a la tierra?. Allí era consciente de que los
tratamientos que usaban estaban siendo eficaces, señal de que tenían
conocimiento previo de la enfermedad, aunque quizás no en humanos, pero sí en
alguna de las variantes que afectara a otros aliens. Sin embargo en la tierra
no tendrían conocimiento de esa enfermedad. ¿A cuánta gente podría matar antes
de que fuera controlada?
Eso me llevó a meditar la
utilidad de todo aquello. Por lo que me contó Marta de la organización de su
comuna pensé que podría tratarse de algún centro donde se hicieran experimentos
sociales. Después de hablar del tema con ella hice algunas indagaciones, y
descubrí que cada comuna se organizaba de una forma distinta. Incluso la
distribución de especies alienígenas era muy variable de una a otra.
FUGA
Los rumores sobre una guerra
resultaron ser ciertos al fin y a la postre.
Ya estaba casi completamente restablecido. Y estaba harto
de guardar cama, tanto que me costaba mucho conciliar el sueño. Así que a eso
de lo que en la tierra vendrían a ser la 4 de la madrugada me hallaba en estado
de duermevela. Y en una de esas que de vez en cuando abrií los ojos noté
flashes de luz. De la semiconciencia típica
del duermevela pasé a un estado de mayor atención.
Y no, no eran
imaginaciones. Los flashes se repitieron. Unas veces verdes, otros azules. Y de
tanto en tanto fogonazos casi estroboscopicos
se colaban por la ventana de la habitación.
Así que me quité la
sonda del brazo y fuí a mirar. Enseguida comprobé que las luces no provenían
del suelo, o de los edificios cercanos. Provenían del cielo. Al desconocer la
climatología local barajé un tiempo la hipótesis de que se tratase de algún
tipo extraño de tormenta. Pero la idea se difuminó cuando ví un grupo de luces
moviéndose a una velocidad enorme, perseguidas por otro grupo de luces con una
distribución diferente. Algo parecido a aviones seguramente.
El grupo de luces
perseguidor de repente emitió un haz de rayos. Estos alcanzaron al conjunto que
iba delante y lo hicieron desaparecer del cielo en uno de los brillantes
fogonazos que le habían sacado del semisueño.
La iluminación de
los disparos me mostró una gran extensión de el paisaje delante mío. Eso me permitió hacerme una mejor idea de las
distancias al poder disponer de un marco de objetos conocidos para comparar.
Las naves parecían hallarse bastante lejanas. Eso hacía que la enorme velocidad
que había percibido en su movimiento, velocidad angular, se tradujera en una
increíble velocidad lineal..
Eso hizo además que
me sintiese impresionado por la fuerza de la explosión. No sabía si esta
provenía del arma atacante o de la energía de la nave destruida. Pero
presumiendo que ambas fuesen naves de combate ligeras el hecho de que tuviesen
tanta potencia de fuego era
impresionante.
Seguí observando y ví
mas naves. Y más explosiones. Afortunadamente la mayoría lejanas. Cuando me
acostumbré al espectáculo empecé a reflexionar sobre como afectaba eso a mi situación.
Si realmente los arácnidos se iban no sabía que planes tenía para él el individuo
que había asesinado a Eva. Recordar a Eva le afectó un poco. Normalmente
afrontaba las situaciones de manera perfectamente racional en el momento. Sólo
mas adelante llegaban a lo que podría denominarse, por simplicidad, su sistema
emocional.
Y mientras estaba
convaleciente había tenido tiempo de sobra para sentir indignación y pena por
la arbitraria muerte dispensada a su inesperada amante. Y había reforzado su intención
de devolver el golpe. Había hecho algunos planes. Planes que, por cierto, la
guerra aérea parecía dejar obsoletos. Era como el dicho aquel. Cuando Dios
quería oír un chiste le preguntaba a un mortal que le contara sus planes.
Una explosión más cercana
le sacó de esta línea de pensamiento. Parecía que justo ahora le vencía el
cansancio y comenzaba a rendirse a la necesidad de dormir. Muy inoportuno.
EPÍLOGO
Llegaría a obtener respuestas a
esos temas, y esas repuestas cambiaron la concepción sobre mí mismo. Me fugué
del recinto tras atentar contra el arácnido homicida, y vagué en compañía de
Pilar por un bosque extraño que
alimentaba a sus criaturas con unos frutos sorprendentes, los cuales
contenían sustancias magnéticas que llegaban al cerebro de la criatura (en el
caso de los humanos se saltaban la barrera que impedía a los gérmenes y a los
glóbulos blancos entrar en el tejido neuronal). Las hojas de ese bosque eran
sensibles a los campos magnéticos, y los árboles estaban coordinados entre sí,
ganando gran sensibilidad. Y todo ello se traducía en una especie de telepatía.
En esos bosques me dejó Pilar,
que decidió estudiar una raza humana criada en ese planeta en libertad.
Descubrí que la gravedad del
planeta era 3 veces la de la tierra, pero mediante el uso de enormes anillos
superconductores instalados en el subsuelo se apantallaba la gravedad, creando
zonas afines a la gravedad de los diversos planetas habitados. Cada zona se
hallaba rodeada de enormes montañas que actuaban de escudo ante los terribles
vientos que la diferencia de gravedad creaba.
Y en esas montañas había entradas
al sistema de anillos semiconductores. Descubrí que había allí bibliotecas que
acumulaban el conocimiento de millones de años. Fue en ellas dónde se me explicó
que desde siempre la raza humana había estado representada en ese mundo. Que
diversas especias en ese inmenso lapso de tiempo fueron relevándose en esa
labor. Y que aunque la mayoría de humanos eran elegidos al azar había una
minoría especial. Los linajes. Desde el principio, humanos destacados fueron
llevados allí, y una vez devueltos a la tierra tuvieron hijos, y a esos hijos
se les llevaba de nuevo al planeta. Así durante generaciones. Linajes cuyo
código genético era apto para tratar con humanos y con aliens, y que
necesitaban a ambos para satisfacer la necesidad que sus genes implementaban en
su conciencia. Y así descubrió que él pertenecía a uno de esos linajes.
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