jueves, 22 de agosto de 2019

Proyecto Wells I



Un relato antiguo,  escrito antes de  "guerras ajenas" y "el barrio viejo",  y que narra hechos que estarían relacionados con ambos, pero situados en un tiempo anterior, digamos alrededor de principios de este siglo.

CARRETERAS SECUNDARIAS

Llevaba toda la tarde con ese coche y aún no había conseguido sentirse cómodo conduciéndolo. No tanto porque fuera un mal coche, que lo era,  sino  por el hecho de no ser el suyo.

            No le gustaba pedir nada prestado, pero su coche se había averiado y le urgía pasarse a recoger sus apuntes de geometría diferencial Riemaniana. No le preocupaba  la teoría, la cual venía en cualquiera de sus muchos libros, sino los ejercicios resueltos. Una vez aprobada la asignatura los había llevado al chalet, junto con el resto de apuntes de ese año. Sin embargo en la academia habían decidido ampliar el abanico de asignaturas y a él le había tocado lidiar con la geometría de 4º. También le habían asignado la topología algebraica pero para esa no necesitaba nada. Podía hacer cualquier ejercicio con los ojos cerrados y recitando a Shakespeare, si es que tan extraño requerimiento surgiera.

            Volvió a concentrarse en la carretera. Era una vía secundaria, estrecha y poco transitada. A esas horas de la noche podrían pasar fácilmente 6 ó 7 minutos sin cruzarse con ningún otro vehículo. La tupida arboleda a los costados le confería un aire siniestro, casi como si se hallase en alguna novela de Stephen King.

            Llevaba unos minutos oyendo un ruidito extraño que parecía ir en crescendo. Temiendo que el trasto que conducía siguiera el mismo triste final que el suyo propio, se detuvo en el arcén a dejarle reposar un rato. No es algo que tuviera mucha lógica, pero por algún motivo ignoto, si esa artimaña funcionaba con su coche, ¿por qué no en éste?

            Se agachó a buscar una cinta para poner en el vetusto radiocasete.  En el móvil llevaba algunos mp3, pero la mayoría de música clásica grabada de radio 2 no la tenía convertida a ese formato así que le tocaba tirar de material analógico. Cuando volvió a mirar la calzada vio unas luces acercándose. Al principio pensó que era un camión, pero estaban demasiado altas. Y tampoco parecía un helicóptero. Empezó a sentirse algo incómodo. Nunca había creído en visitantes extraterrestres, pero empezaba a sentirse más como el protagonista de un episodio de expediente-x que en un libro de S.K.

           
                                   C´EST LA VIE

--Comme tita pell?,Comme tita pell?
--¿Qué?, deja de zarandearme, ¿quien eres tú?
Según salía del profundo sueño se iba dando cuenta de que ella no le entendía. Aunque extrañado se dio cuenta de que le estaba preguntando en francés cuál era su nombre.
--Neila, je me apelle Carlos Neila  --respondió en esa lengua.

--Benvenú Carlús Neilá, je sui Eva.
--Achanté Eva, pardon moi, mon francaise se tré mouvaise –Y por cierto que así era, en sus mejores días su francés había sido discreto, ahora daba pena. Simplemente le servía para entenderse. A ver si conseguía preguntar dónde estaba.

--Ou sommes nous?
--Excusé moi, ill nya pas du temp, nous dobons partiz maintenant au travaillé.

--¿A trabajar? ¿En qué? ¿Dónde?- gritó. Pero ella ya no le hacía caso. Salió por la puerta de lo que parecía una habitación de un hospital. Pensó hacer caso omiso a la urgencia que ella le había transmitido y dedicar un rato a estudiar la estancia dónde se hallaba pero un sonido inesperado le disuadió. Lo que oyó parecía el rugir de un gran felino, aunque resultaba demasiado complejo. Si el sistema vocal de los leones evolucionara hasta ser capaz de elaborar un lenguaje tan rico en matices como el habla humana, pensó que sonaría de esa manera.

            Por tanto abrió la puerta y salió al exterior, consciente vagamente de que aún vestía la misma ropa que llevaba cuando se había detenido en la carretera. Comrprobó que también tenía a su lado las perttenecias que llevaba consigo en el coche, apuntes libros y demás.. Pero rápidamente abandonó las incógnitas que ese hecho sugería. Se olvidó de todo y por  largo tiempo sólo pudo mirar con asombro lo que le rodeaba. ¡Estaba viendo alienígenas!

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