miércoles, 11 de enero de 2012

El cañón de Hawking (I)


Le despertó la melodía de la pantera rosa que tenía como tono de llamada en el móvil. Miró el Identificador de llamada. Vio que era Dhelina -la hermosa chica que, por algún inexplicable motivo resultaba que era su novia- y decidió cogerlo a pesar de lo intempestivo de la hora. 
Ella empezó a hablar en cuanto se dio cuenta de que la estaba escuchando. Su voz sonaba nerviosa y se expresaba de forma algo atropellada, algo raro en ella. Pese a todo pudo entender que le estaba contando que se había producido un explosión cerca de su casa, Ella se encontraba bien, y la casa no había sufrido mas desperfectos que la rotura de alguna ventana. La interrumpió para preguntarle por la hora. 
Pues deben ser las 4 o así –respondió ella – ¿estabas durmiendo? 
Sí, contestó él, ya sé que no es lo habitual, pero así era. 
– Ah, vaya Ale, lo siento …, empezó a decir Dhelina– No, tranquila, no pasa nada – añadió Alejandro enseguida. 
– Pero a ver, cuéntame, ¿qué sabes de esa explosión?– prosiguió él. 
Pues no mucho– explicó–. He salido a mirar desde una de las ventanas y lo único que veo son unas luces, como de un incendio, y coches de policía que van en esa dirección. 
Él Recordó que ella vivía cerca de la comisaría y pensó que si la explosión había sucedido próxima a su casa no les llevaría mucho tiempo a los de la policía nacional llegar. Imaginó que, por tanto, le había llamado casi nada mas producirse el incidente. 
Oye, hay algo más– la voz de Dhelina sonó algo insegura al pronunciar eso–. Mira, resulta que tenía en casa un medidor de radicación, que me dejaron en la uni para hacer una práctica. Lo tenía en la habitación y me lo había dejado encendido. Me fijé en el porque tenía una luz parpadeante. Resulta que ese indicador se activa automáticamente cuando hay niveles peligrosos de radicación. Lo conecté al ordenador, para descargar los datos recientes y me muestra que ha habido un pico muy elevado de rayos gamma cuando se produjo la detonación. 
¿Cómo? ¿Rayos gamma? ¿Estás segura?– inquirió Alejandro. 
Sí, sí– bueno, eso creo – contestó ella con algo de timidez. 
Aha, pues vaya, eso es muy raro ¿lo sabes, no?. Es decir, los rayos gamma son fotones muy energéticos, relacionados normalmente con reacciones nucleares, no con pequeñas explosiones como la que me dices que ha sucedido ahí. 
Mientras esperaba la respuesta (o no, siendo ella una estudiante de último año de carrera obviamente sabía eso igual que él) Alejandro pensó un poco. Enseguida se le ocurrió relacionarlo con la línea de investigación en la que colaboraba con un amigo. Varias observaciones, incluyendo unas bastante recientes del satélite Fermi, habían mostrado que en los rayos de las tormentas había producción de radicación gamma. Era algo sorprendente, y encontrar la causa era un tema abierto. Se alejaba un tanto de sus temas de estudio habituales (gravitación cuántica, física de partículas, supercuerdas y similares) pero le gustaba la línea de ataque que usaba su amigo para tratar el tema, muy matemática, usando técnicas de topología. 
Basándose en esas consideraciones pensó que tal vez la causa de la explosión fuera la caída de algún rayo, así que le preguntó a Dhelina si estaba lloviendo, o al menos había signos de tormenta. 
– No, creo que no. Vamos, es de noche y no se distingue bien, pero no parece– le respondió ella–. ¿Por qué?–añadió–. Él le explicó su sospecha, pero Dhelina rápidamente desestimó esa opción. 
Siguieron hablando un buen rato. Ella fue narrando los acontecimientos. Como llegaron los bomberos y como al poco se dejaron de ver las luces de las llamas. Le explicó que muchos vecinos salían de sus casas y se dirigían hacia la zona del siniestro. Estuvieron los dos de acuerdo en que el detalle de la radiación invitaba a no acercarse demasiado y , por consiguiente, ella se quedó en casa. Le envió por mail los valores registrados por el aparato, para que les echara un vistazo. Os encontró bastante asombrosos. Eran rayos gamma muy duros, es decir, muy energéticos. Definitivamente eran unos valores muy por encima de lo observado en fenómenos atmosféricos. Consultó en google las características del aparato de medición que usaban. Comprobó que, muy probablemente, los datos que mostraba no serían muy fidedignos pues se hallaban fuera del rango de trabajo para el que estaba optimizado su funcionamiento. En todo caso el aparato, tras el pico que disparó la alarma, no volvió a mostrar signos de radiación. Cómo no había indicios de que fuera a suceder ningún hecho grave mas esa noche ella se tranquilizó un poco. Al fin y al cabo – aunque el pico había sido alto, y la radiación gamma era muy perjudicial– a tenor de los datos registrados la dosis total que podía haber absorbido Dhelina era intrascendente. 
Ya con mas calma miró en tablas los valores de la radicación y las posibles fuentes para la misma. Eran cifras tan elevadas que sobrepasaban incluso los valores típicos de fenómenos nucleares. Estában ante escalas propias de eventos de naturaleza astrofísica. ¿Podría haberse dado la coincidencia de que hubiese ido a impactar con el detector de Dhelina uno de esos rayos cósmicos ultraenergéticos que llegan a la tierra muy de vez en cuando? ¿Y justo en el momento de a explosión? Mucha casualidad. 
Es posible que hubiera alguna relación. La verdad es que tendría que hacer los cálculos (o buscar documentación al respecto) para verificarlo. El escenario que contemplaba era relativamente sencillo en su planteamiento. Un rayo cósmico –posiblemente un protón– habría entrado hasta zonas bajas de la atmósfera sin chocar con nada. En algún punto no muy por encima del edificio siniestrado ese protón ultraenergético habría por fin colisionado con alguna partícula de la atmósfera. A resultas de esa colisión se habría producido una cascada de partículas (y antipartículas) secundarias. Ese chorro de partículas habría impactado con algún medio inflamable situado en la vivienda (una bombona de butano o una conducción de gas) y habría ocasionado la deflagración. Los rayos gamma provendrían bien de alguna aniquilación entre partículas y antipartículas, bien de radiación de frenado producida por algún mecanismo cuyos detalles se le escapaban en ese momento. Por supuesto veía problemas potenciales a esa explicación. La mayoría de los rayos cósmicos son desviados por el campo magnético de la tierra o chocan con las capas superiores de la atmósfera. Y se requeriría mucha energía para iniciar la ignición del gas. Por otro lado sabía que se tenía registro de rayos cósmicos que concentraban la energía cinética de una pelota de baseball en un único protón. Dudaba que ninguna defensa de la tierra sirviera de escudo ante semejante proyectil. Y, desde luego, la energía que llevaban debería bastar para provocar una explosión si golpeaba en el medio apropiado. 
. Fuese como fuese mañana tendría mas detalles de lo que había sucedido y podría confirmar o refutar esa hipótesis. Por esa noche había tenido suficiente y decidió intentar reconciliar el sueño. Mientras se revolvía ente las sábanas cayó en que obcecados con lo de los rayos gamma habían olvidado considerar la posibilidad mas obvia, que se tratase de un atentado. Dado que ambos eran físicos no resultaba sorprendente. Por supuesto era de esperar que el común de la población se inclinase por la opción del terrorismo. O, tal vez ni siquiera eso, podría tratarse de un accidente mundano y que los rayos gamma no tuviesen ninguna relación. Incluso podría no haber tales rayos y que los datos se debiesen a una avería del aparato. Fuese como fuese mañana sabría mas detalles.

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