Su
intuición se había revelado acertada. Desde que había aterrizado
en suelo Francés casi todo habían sido contratiempos y noticias
poco halagüeñas. Mientras intento dormirme en el hotel en el que me
alojo esta noche voy haciendo memoria de los acontecimientos.
Lo peor de todo había sido las nuevas apariciones en la T.V. del aprendiz de superhéroe. En una de ellas se había limitado a hacer un pequeño ridículo, a la vez que brindaba una poco recomendable exhibición de los límites de sus poderes.
Una
cadena de TV había hecho una conexión en directo para mostrar una
situación límite en la que un autobús escolar había quedado
volcado al borde de un pequeño precipicio, con parte del vehículo
colgando del barranco. El accidente se había producido en una
estrecha carretea de montaña y, para mas INRI, en una curva cerrada
que no permitía que una grúa pudiera situarse de manera adecuada
como para poder remolcar al autobús de vuelta a la carretera. Al
estar volcado sobre un lateral no había modo de que os pasajeros
situados sobre el abismo se deslazaran hacia la zona mas segura,
excepto caminando por unos ventanales agrietados.
Según
estaba viendo la escena en la tele del bar del hotel lo primero que
se me ocurrió pensar es que se trataba de un escenario preparado
adrede para atraer al vaquero. Lo comenté de manera casual con el
individuo que tenía al lado – a ver que opinaba – pero me
respondió con una frase incomprensible, al menos para mi moderado
nivel de francés. El caso es que, como ya nos habían anticipado,
apareció “estrella solitaria”. Llegó volando y aterrizó justo
al lado del autobús. Hizo un gesto a los presentes de que se
retiraran unos cuantos pasos atrás, solicitud a la que accedieron
sin protestas. Tras eso procedió a agarrar el parachoques trasero de
autobús, y afianzó los pies en el suelo para poder tirar del mismo.
Eso
hizo que me preguntara por la naturaleza de su poder. Un ser humano,
independientemente de cualquier superfuerza, no podría esperar se
capaz de traer de vuelta al autobús simplemente afianzando los pies
en la carretera. Sencillamente, el rozamiento de las botas con el
suelo no le proporcionaría apoyo suficiente. Había varios modos de
paliar ese problema. Por ejemplo, la forma de volar de supervaquero
no indicaba que usara reactores, hélices, alas o nada similar. Tal
vez lo que le proporcionaba sustento en el aire le podría servir
para afianzar su posición en el suelo. O tal vez podría tener algún
tipo de medio para afianzarse en el suelo. Yo podía hacer cualquiera
de las dos cosas, y unas cuantas más. En cualquier caso no vi nada
que me revelara como se las apañaba el tipo ese. Lo único que pude
ver es como empezó tirar del parachoques…sin éxito.
La
postura corporal indicaba claramente que el supertipo se esforzaba al
máximo por traer de vuelta el malogrado autobús, pero no conseguía
moverlo apenas. Pasó de hacer un esfuerzo sostenido a dar tirones
bruscos. Con ese proceder lograba mover un poquito el autobús, unos
centímetros por intento. Me resultó un tanto extraño pues en su
anterior aparición había logrado volcar el coche – uno de esos
grandes automóviles tan del gusto de los americanos – sin
demasiada dificultad. Usando física elemental estimé que el autobús
pesaría del orden de las 10 toneladas. Si lo multiplicaba por la
aceleración de la gravedad y el coeficiente de rozamiento obtendría
la fuerza de rozamiento que debía vencer el vaquero. No sabía
cuanto era el coeficiente de rozamiento del metal con el asfalto, ni
fui capaz de encontrarlo luego en google, pero si el de unos
neumáticos era 0.8 el del acero no diferiría mucho. Eso indicaba
que la fuerza para tirar de autobús seria más o menos un 80% de la
necesaria para levantarlo. La fuerza que había mostrado supervaquero
al volcar e coche en su anterior intervención debería bastarle para
arrastrar el autobús con mayor soltura de la que se mostraba en la
escena.
Mi
sospecha inicial de que hubiera gato encerrado iba en aumento. Sea
como fuere la apoteosis del esperpento vino cuando el parachoques se
desprendió en uno de los tirones y lonely star cayó sobre su
trasero con una total ausencia de gracia o apostura. La gente del bar
acompaño la pirueta con una sonora carcajada a la que desde luego no
me uní. Supervaquero se quedó un rato en el suelo, sin saber como
reaccionar. La gente alrededor suyo no había tenido la misma
reacción que mis compañeros en el bar, tal vez por miedo a que un
individuo que podría barrer el suelo con ellos sin gran esfuerzo se
enfadara. Aún así parecía darse cuenta de la incómoda situación
en que se hallaba. Al final se levantó de manera decidida y cambió
de táctica. Voló hasta situarse debajo de la zona del autobús que
sobresalía de la carretera y fue recogiendo a los pasajeros de un en
uno, llevándolos en brazos a zona segura. Una vez rescatados todos
los accidentados pidió unas cadenas, las ató a los asideros de
autobús dispuestos para ello y tiró y tiró hasta traerlo de
vuelta. En total la operación de rescate le llevó unos 15 minutos,
lo cuál era un registro bastante penoso.
La 2ª intervención filmada ese día resultó mucho peor. Se había organizado una demolición de unos viejos edificios en contra de los deseos de sus inquilinos. Estos habían organizado una resistencia activa contra las fuerzas de demolición y se oponían a estas, y a los policías que las protegían, armados con bates de beisbol, cuchillos de cocina y otras armas caseras de similar jaez. Aparentemente alguien había hecho muy mal los deberes y no había suficientes antidisturbios para controlar a la multitud. En un momento dado la turba de vecinos desalojados había sitiado a las fuerzas del orden en un callejón sin salida y parecía dispuesta a lincharlos. Y en esas había hecho su aparición e aspirante a superhéroe. Se situó entre la multitud y la policía haciendo gestos de pedir calma.
Su
intento de apaciguamiento fue totalmente ignorado y una barahúnda de
gente furiosa se le echó encima. Me di cuenta inmediatamente de lo
terrible de la situación. Yo había hecho muchos experimentos con
mis propios poderes y era consciente de lo que se avecinaba.
Previendo
que pudiera verme en alguna situación similar busqué que nivel de
superfuerza e invulnerabilidad sería el mas indicado para resolver
la situación con un mínimo de daños para los humanos. Guiándome
por afirmaciones vistas en varios documentales acepté que un cerdo
era una buena guía para estimar esos daños. Cómo me pareció fuera
de lugar usar cerdos vivos hice las pruebas en un matadero en el que
me colé de noche sin mayor dificultad. Cuando había usado el nivel
de fuerza que le había estimado a estrella solitaria, y adoptando
para la superficie de mi cuerpo la rigidez que se adivinaba por el
modo en que le afectaban las balas los resultados eran devastadores.
Si golpeaba con máxima potencia a un cerdo literalmente lo
destrozaba. Si el golpe era en el pecho el esternón del animal
volaba hecho pedazos. La mayoría de las costillas se rompían
igualmente. Los órganos internos del animal quedaban reventados por
la onda de choque. Si el golpe lo daba en el cráneo o la mandíbula
le arrancaba la cabeza al animal haciéndola saltar por los aires
varios metros. Al examinarla comprobé que los huesos quedaban hechos
añicos.
Lo peor es que incluso si contenía los golpes era muy difícil
calcular la fuerza adecuada de los mismos para que no fuera letal. A
ese nivel de rigidez incluso un golpe efectuado con la fuerza de un
humano medio era peligroso. Venía a ser como una persona normal
golpeando con un puño de armadura medieval. Sin apenas esfuerzo un
uñetazo podía romper una mandíbula o una costilla. Por ese motivo
había calculado que caso de verme envuelto en reyertas con humanos
lo mas seguro era adoptar una fuerza en torno a un 15% superior a la
normal y que la superficie de mi cuerpo tuviera la rigidez de un
plástico del tipo usado en los escudos de antidisturbios.
Por desgracia supervaquero no parecía poder elegir el nivel de sus superpoderes y había repelido a la multitud con la superfuerza mostrada en su primera intervención de días atrás. Y, por desgracia, tal como me temía, la refriega derivó en una masacre. Habían muerto 8 personas, 20 habían resultado seriamente heridas y un número no determinado sufrieron daños menores. La imagen final del reportaje era absolutamente demoledora, digna de una película gore. Se nos mostraba el traje con los claros colores de a bandera de tejas de supervaquero totalmente manchado de sangre y en algunas zonas, resaltadas por círculos, se apreciaban restos de carne, vísceras o incluso hueso.
Después
de eso supervaquero había huido de la escena volando. Detrás suyo
dejaba una multitud maltrecha y la aspiración a ser un superhéroe.
Desde ese momento había pasado a ser un supervillano. Lo que le
había pasado era el tipo de riesgos que planteaba intentar jugar a
superhéroe. Por eso yo siempre había optado por mantener el
anonimato mas absoluto y a no meterme dónde no me llamaban. Cierto
que a veces las circunstancias me llevaban a usar los superpoderes,
pero eran las menos. Y siempre, siempre, intentaba disfrazar mi
naturaleza sobrehumana, como había hecho esa misma tarde, sin ir más
lejos. De todos modos no le había gustado nada lo que había visto
por la tele. Le había dado la impresión de que al tipo ese le
habían tendido una trampa. Ahora tenía una misión más urgente.
Pero si tenía posibilidad intentaría investigar los acontecimientos
que había visto en la TV y ver si se podía limpiar un poco la
imagen del tipo ese.
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