miércoles, 11 de enero de 2012

El cañón de Hawking (II)


La siguiente noticia que tuvo sobre la explosión la escuchó en los telediarios del mediodía. Por ellos Alex se enteró de que no había habido víctimas mortales, pero si había algunos heridos. LA cobertura del suceso estuvo en todo momento dentro de la línea de sensacionalismo y sensiblería ortopédica habituales. Sobre las posibles causas apenas hubo comentarios. Sobre presencia de radiaciones gamma, ninguno. 
Pero eso no significaba gran cosa. En su momento cuando un amigo de Alex estaba haciendo su doctorado en la complutense le comentó que un día habían llegado a la facultad un grupito de gente trajeada de aspecto bastante marcial preguntando por los expertos en física nuclear. Luego se enteró de que se había producido una pequeña fuga radiactiva de gases almacenados en un pequeño depósito de residuos nucleares- construido en tiempos del franquismo- ubicado en la capital. Por supuesto nada de eso llegó a la prensa. Ni siquiera llegó a mencionarse cuando, unos años después, una famosa periodista, actualmente presentadora de un famoso reality show, hizo un reportaje sobre ese depósito. 
Sabiendo eso Alex tiró de contactos y preguntó a sus conocidos de la complu, básicamente sus compañeros del master en geometría algebraica, a ver si alguien había oído algo. Pero nadie sabía nada, ni tampoco les interesaba demasiado, típico de los matemáticos puros. 
Como había quedado con Dhelina a la 18 30 y ese día no tenía nada especial que hacer estuvo un par de horas mirando en Internet detalles sobre los rayos cósmicos. Alex era físico antes que matemático. Un teórico. Con gran capacidad para entender teorías abstractas, repletas de matemáticas complejas. Los detalles de la fenomonelogía, sin negar su importancia, no eran exactamente su principal inquietud. Por eso no se sorprendió cuando vio que si bien la imagen general que se había formado era correcta los detalles variaban un poco. 

Ese día no llego tarde a la cita con Dhelina. Pensó que con el susto que se había llevado la noche anterior sería muy desconsiderado de su parte hacerla esperar sus 10 o 15 minutos de retraso habituales. Habían quedado en la cafetería de la facultad. A esa hora no había demasiada gente y podían charlar tranquilamente mientras tomaban algo. Dhelina pidió un café y algo de tarta. Alex optó por tomar un zumo. 
Tomaron asiento en una zona relativamente apartada. Tras acomodarse y que ella le contara lo que le habían explicado en clase ese día la conversación Alex tenía intención de pasar al asunto de la explosión pero las circunstancias dictaron quisieron que en ese momento se pasase por la cafetería Luis Ibañez, uno de los mejores físicos españoles. Ibañez era un experto reconocido internacionalmente en fenomenología de la teoría de cuerdas. Aunque Alex había estudiado físicas en la U.A.M. nunca había llegado a tener a Ibañez de profesor en ninguna asignatura. Se habían conocido en una de las charlas que Alex dio en la complutense exponiendo los resultados de el mas conocido de sus artículos: “Kaluza-klein dark matter in F-theroy GUT scenaries”. Desde entonces se habían visto algunas veces, sobre todo con motivo del curso que Alex daba en la complu sobre geometría algebraica y teoría de cuerdas. No era habitual que un alumno de master a su vez diese clases de postgrado, pero tampoco era un caso único. En cierto modo Alex tenía ventaja pues siendo físico matemático podía dar clases de matemática los físicos y viceversa. 
– Hola Gomera, disculpe que le interrumpa– dijo Ibañez dirigiéndose a Alex por su apellido. 
– Ah, no importa doctor…Ibañez– respondió Alex que tardó unos segundos en reconocer a su interlocutor. Recordar caras no era su mayor virtud. 
– ¿Conoce usted a Dhelina?– añadió señalando a la susodicha en un gesto de presentación. 
– Si, si, contestó Ibañez, la tuve de alumna en cuántica de tercero, hizo un examen bastante bueno. ¿Qué tal Dhelina? 
– Bien… respondió ella tímidamente. 
– ¿Qué tal te va con los matemáticos?– inquirió Ibañez, dirigiéndose de nuevo a Alex, a la vez que tomaba asiento al lado suyo. 
– Bien, sin demasiado agobio ahora que ya han concluido casi todos los cursos de este cuatrimestre. Sólo queda uno por finalizar, pero por ahora esta interrumpido hasta que no pasen los exámenes de Junio. 
– Ah, me alegro – comentó Ibañez –¿Y la física que tal? ¿Sigues haciendo cosas? –apostilló. 
– Si, sobre todo temas de física matemática aunque intento también dedicar algún tiempo a seguir al día de lo que se esta cociendo en cuerdas– respondió Alex de la manera mas diplomática que se le ocurrió. 
– Estupendo, estupendo…–empezó a decir Ibañez. La verdad es que me ha venido de perlas encontrarte– continuó diciendo–. Resulta que estaba trabajando en temas de materia oscura, en parte con modelos relacionados con tu trabajo. Y coincidió que tenía previsto asistir a un congreso de cosmología en Londrés dónde iba a dar una charla sobre materia oscura en teorías de cuerdas. El caso es que hace un par de semanas me enviaron un mail de un laboratorio Inglés de búsqueda de materia oscura, que resulta que son los que organizan el ciclo de conferencias. Me comentaban que estaban teniendo unos resultados un tanto raros, y me enviaban los datos. La idea era que si se me ocurría alguna explicación la expusiera en mi charla. 
–Vaya, no he leído nada sobre eso–interrumpió Alex. 
– Claro, es que lo mantienen bastante en secreto. No ha habido filtraciones –ni siquiera a los rumorólogos oficiales de la blogoesfera– explicó Ibañez. Bien –prosiguió–. El caso es que me han surgido complicaciones a nivel particular y me va a resultar casi imposible asistir a esa conferencia. Y desde luego no voy a poder dedicar tiempo a analizar los datos que me pasaron. 
–Ah, vaya, lo siento– dijo Alex. 
–Espero que no sean nada grave esos asuntos privados, añadió Dhelina. 
–Gracias, no, no es grave, son temas administrativos, la plaga de los funcionarios, ya sabéis. 
–No diga más…dijo Alex en tono comprensivo. Como cualquier alumno de postgrado conocía de sobra cuán asfixiante era la carga burocrática en el mundo académico. 
– Bueno –prosiguió Ibañez– el caso es que al verte se me ocurrió que tal vez podrías asistir a esa conferencia en mi lugar, si te vienen bien las fechas. Se celebra dentro de dos semanas aunque tendrías que estar allí unos tres días antes, para hablar con los organizadores. 
Alex se quedó temporalmente sin palabras. Sabía que ese artículo suyo en el que mostraba nuevos tipos de materia oscura en el formalismo de la teoría F, la rama mas exitosa hasta ese momento dentro de la teoría de cuerdas a la hora de reproducir el modelo standard, había tenido buena acogida. Después de todo esas teorías inicialmente predecían un tipo de materia oscura incompatible con los resultados experimentales sobre detección directa de las partículas que, según se cree, constituían esa materia oscura. Ninguno de los experimentos era concluyente, pero aún así la gente de teoría F se había alegrado de tener un “plan B” si al final se confirmaban las mediciones. Era un tema del que había hablado recientemente con Dhelina pues ella tenía ese año la asignatura de cosmología y como parte de la misma tenía que hacer un trabajo sobre algún tema relacionado con la misma. Y claro, Alex la había asesorado. Pese a todo no podía decirse, ni mucho menos, que Alex fuese cosmólogo y le sorprendía mucho el ofrecimiento de Ibañez. Por otro lado no era el tipo de ofertas que pudieran rechazarse, así que su respuesta era obvia. 
–Bueno, muchísimas gracias por el ofrecimiento. En principio puedo ir. Vamos, estoy casi, casi seguro. Eso último lo dijo mirando de reojo a Dheli. Esas conferencias coincidían con sus exámenes y tal vez querría que estuviese en Madrid para ayudarla. No vió que hiciera ningún gesto de contrariedad, así que asumió que no había objeciones graves por su parte así que prosiguió con lo que iba diciendo. 
-- Lo que no sé es si estaré a la altura de las circunstancias– señaló con una modestia no de todo falsa. 
–Ah, tranquilo. La mayor parte de la charla consistirá en revisar resultados conocidos de manera bastante elemental. Date cuenta de que muchos de los asistentes no serán expertos en cuerdas. Lo mas seguro es que cuando les empieces a hablar de fibraciones elípticas 7 branas y demás se les quitará cualquier impulso de hacer preguntas impertinentes. 
–Si, supongo–coincidió Alex 
--Estate seguro, los cosmólogos sufren cuando tiene que enfrentarse a las matemáticas abstractas. Además, a ese ciclo de conferencias esta previsto que acuda Stephen Hawking, y posiblemente también Roger Penrose. Con ese cartel el resto de ponentes pasrán despercibidosa menos que comentan errores garrafales. Y no creo que esa vaya a ser tu caso. 
Alex entendió entonces mejor porque había sido elegido para sustituir a Ibañez. A nadie con una posición medianamente sólida en el mundillo académico le gusta ir de comparsa. Ese tipo de conferencias eran mas adecuadas para los que, como Alex, estaban empezando a labrarse un prestigio. Decidió no insistir más sobre ese aspecto y pregunto sobre otro. 
– Aham, y por cierto, ¿que sucede con los datos esos extraños que comentaba? ¿en que consisten. Es que no sé si en dos semanas no sé si se me va a dar tiempo de elaborar una teoría medianamente buena al respecto. 
–Tranquilo, no pasa nada, tu haz lo que puedas. Además es posible que sea un error metodológico suyo y que hayan dado con el error antes de esas fechas. 
–¿Pero en que consisten las anomalías? –inquirió Alex de nuevo. No le gustaba la idea de insistir demasiado, pero le parecía necesario saber al menos algo al respecto. 
– Es realmente peculiar. De repente se han encontrado con que el número de presuntos eventos detectados fluctúa de modo bastante azaroso. Tienen picos con muchas eventos en una hora y luego vacíos de datos, que llegan a durar incluso días en los que no detectan absolutamente nada. 
–Anda, pues si que parece raro, sí. 
Alex estuvo a punto de comentar en ese momento los sucesos de la noche anterior, en particular los rayos gamma que había detectado Dhelina. Pero al final prefirió omitir el tema. De un lado no veía una conexión entre esos acontecimientos. Del otro no le apetecía arriesgarse a que Ibañez se repensara su generosa oferta si le comentaba algo sobre algo tan heterodoxo, casi rayano en la magufería, como la conexión entre rayos cósmicos y explosiones de gas. Tal vez en cualquier otro año podría haberse tomado el asunto de manera más o menos liviana. Pero estaban en 2012 y con la algarabía hiistérica que rodeaba al supuesto fín del mundo anunciado por los mayas alex pensó- con buen tino- que no estaba el horno para bollos. 
Se despidieron de Ibañez tras acordar que irían cerrando los detalles del viaje a través de internet. Con la emoción de la buena nueva la explosión y lo que la había rodeado pasó a un segundo plano. Sin embargo el devenir de los acontecimientos, y nuevos sucesos que irían ocurriendo, harían que tuviese que volverse a ocupar de ella mas adelante.




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